LA BOLA (Revolución Mexicana)




EL ANHELO DEMOCRÁTICO


PASO N° 1 "CALLADITO TE VES MEJOR O LA ENTREVISTA DIAZ-CREELMAN"


Algo más que una entrevista.....


fecha: 17 de febrero de 1908
de un lado: Porfirio Díaz Mori, Presidente de México
del otro lado: James Creelman, periodista del "Pearson's Magazine"


Don Otto
Don Porfis
Para ésta época Díaz parecía un kaiser mas que el mexicano arrebatado que llegó a la presidencia mediante un  golpe de estado, ya hablaba como "estadista", ya no escupía en la alfombra (Gracias a Carmelita).
Díaz esperaba que Creelman no solo le hiciera una entrevista, sino para que mejorara su imagen en el mundo, escribiera un libro, por eso la entrevista fué más que una de López Dóriga, fue todo un ensayo, que al final el libro se llamó "Díaz Master of México", que se publicó en Nueva York en 1911.
La idea de Díaz como mezcla racial aceptable también representaba una manera de depositar un laurel en la figura mundial de Porfirio Díaz: no era un semidiós o un semisanto, sino un híbrido racial capaz de amansar la naturaleza salvaje de los mexicanos. Por eso, como ha mostrado Claudio Lomnitz, el ensayo de Creelman incluía largas descripciones del cráneo, el rostro, los ojos, la quijada, el bigote o las manos del dictador, así como el perfil racial de los mexicanos y la naturaleza indomable del paisaje mexicano. Así, para Creelman, Díaz era la mezcla del "mixteco primitivo" y del "español invasor". La mano de hierro de Díaz, decía Creelman, "ha convertido a las conflictivas, supersticiosas y empobrecidas masas de México, oprimidas por siglos de crueldad y avaricia españolas, en una nación fuerte, estable, pacífica, pagadora de sus deudas y amante del progreso". Díaz, por supuesto, no se oponía a la caracterización, pero daba una de cal por otra de arena: para el viejo presidente, en efecto, México no era democrático, pero ello no constituía un problema de raza sino de educación. Creelman no tenía empacho en preguntar: "¿Usted cree que la vasta población india de México es capaz de un alto desarrollo?" Y Díaz daba una respuesta tan racial como la pregunta de Creelman, pero también una respuesta política: el problema no eran los indios, sino los indios que eran sus enemigos: 
Los Indios enemigos
de Díaz


En ésta entrevista Díaz "promete que dejará el poder", pero entrelineas deja ver que se siente viejo (ya que varias veces lo menciona, bueno su edad) y que se preocupa por la clase política cuando el ya no sea presidente, "Quiero estar vivo para ayudar a mi sucesor" asimismo deja constancia de su testamento político


"Preservamos la forma de gobierno republicano y democrático. Defendimos la teoría y la mantuvimos intacta. Sin embargo, adoptamos una política paternalista, en nuestra administración de los asuntos de la nación. Guiando y restringiendo las tendencias populares con una fe firme en que una paz impuesta permitiría a la educación, a la industria y al comercio desarrollar elementos de estabilidad y unidad en un pueblo por naturaleza inteligente,bondadoso y entrañable."


o sea gobierno de mano dura (Cruel mas bien), y la sangre derramada era "poca sangre derramada y mala"

De esta forma la entrevista mas que una palabrería democrática, era una justificación de la falta de la democracia y la forma de mantener la paz y el progreso.


ELECCIONES 


Enemigos de Díaz
"Es verdad que no hay partidos de oposición. Tengo tantos amigos en la República, que mis enemigos no parecen querer identificarse con tan pequeña minoría. Estimo la bondad de mis amigos y la confianza que en mí ha depositado el país; pero una confianza tan absoluta impone responsabilidades y deberes que me fatigan más y más. Cualquiera que sea el sentir o la opinión, de mis amigos y partidarios, estoy dispuesto a retirarme cuando termine mi periodo actual, no volveré a aceptar mi reelección. tendré entonces ochenta años."


"Yo veré con gusto un partido de oposición en la República Mexicana. si se forma lo veré como una bendición, no como un mal. Y si puede desarrollar poder, no para explotar, sino para gobernar, lo sostendré, lo aconsejaré, y me olvidaré de mí mismo, para inaugurar con éxito completo un gobierno democrático en la República. No tengo deseo de continuar en la presidencia. Esta Nación esta lista para su vida definitiva de libertad"


Dn. Francisco I Madero
Esta entrevista se reprodujo el 3 de marzo en el "Imparcial" periódico consentido de Díaz y armó revuelo en el agitado país y emociono en extremo a un riquillo hacendado de Coahuila llamado Francisco I. Madero
Madero  era un rico terrateniente de 35 años de edad, educado en EUA, miembro de la familia mas poderosa de Sn. Pedro de las Colonias, medio idealista, como buen hombre sensible y apasionado, se indigna ante los crímenes del Porfirismo. y debido a su clase, fortuna y origen, Madero se interesó por los problemas de Su Patria, mas que nada en desacuerdo con la política entreguista al extranjero de Díaz, ya que había desplazado de los negocios buenos a los hombres de negocio mexicanos.
Así la burguesía nacional con intereses en la banca, la minería, el comercio, la agricultura, empezaron a conspirar contra del dictador o haciendo la labor de hacer ver la necesidad de cambiar la política económica del país, en cambio el Partido Científico, no deseaba el retiro del Dictador, quería su reelección por sexta vez, para poder seguir gozando de la vida y de la Democracia.
Pero Madero no lo cree así esta convencido que todos los males del país son causados por las reelecciones de Díaz.
El Ideario de Madero quedaron plasmados en un libro que apareció en 1908 escrito por él y que se llamó "La Sucesión Presidencial en 1910".
México tenía en 1908 un 83% de analfabetismo y sin embargo el libro de Madero conmocionó al País, ¿cuál fue la razón? ya que peores cosas sobre Don Porfirio decían los periódicos de oposición  Una explicación lógica es que toda la literatura de oposición los periódicos Magonistas, las revistas antiporfiristas, circulaban entre . . . ¡la Oposición! y rara vez la leían los burócratas  los funcionarios, la clase media, en cambio el libro de Madero circuló sin trabas.
Mucha gente se enteró por primera vez, de los crímenes de Don Porfirio (apenas insinuados en el libro) de sus abusos y de la situación política real del país.
Convenció a mucha gente de que la libertad política, la no-reelección, serian la solución, se lanzó a organizar un Partido Político que luchara por ello.
Dispuesto a tomarle la palabra a Díaz, Madero viaja a la Cd. de México en busca de gente que pensara como él, los encuentra y funda con ellos una agrupación que denominan "Centro Antirreeleccionista de México"


PASO 2 "LAS CAUSAS" O EL QUE SIEMBRA TRUENOS, COSECHA TEMPESTADES


Causas Sociopolíticas

  1. La prolongada permanencia de Porfis en el poder presidencial
  2. El envejecimiento del sistema político
  3. La rivalidad entre algunos de los integrantes de la élite porfirista
  4. El incumplimiento de Porfirio Díaz a la promesa de no volver a postularse para la presidencia, hecha ante James Creelman.
  5. la falta de oportunidades de ascenso político para los miembros de las clases medias y medias-altas.
  6. La virtual anulación de la libertad y la democracia, violando los principios del liberalismo político.
  7. La influencia de los principios del movimiento Magonistas, difundidos en el programa del Partido Liberal Mexicano.
  8. La persecución y represión en contra de los movimientos politicos oposicionistas.
  9. La obstinación de Porfirio Díaz ante los intentos de Francisco I. Madero de realizar el cambio político por vía democrática.
  10. La influencia de las ideologías europeas a favor de las democracia y de los derechos de los trabajadores (Liberalismo político, anarquismo, sindicalismo, socialismo utópico, marxista y cristiano).
Causas Socioeconómicas
  1. Inconformidad de la clase media empresarial con la oligarquía financiera representada por los científicos, debido a que estos manejaban el crédito bancario del país en beneficio propio (eran viejitos pero no tontos)
  2. Los efectos económicos de la tienda de raya que, al limitar el intercambio dinero-mercancías, se convertía en un freno a la consolidación del capitalismo en México.
  3. Inconformidad de las clases media profesional y obrera industrial del país por el abuso del poder y la corrupción de los caciques y amigos de Porfirio Díaz.
  4. Descontento del sector obrero mexicano  por la discriminación de que era objeto, manifiesta en el mejor trato y los salarios mas altos que se otorgaban a los extranjeros en minas y fabricas.
  5. Descontento de los campesinos indígenas, que habían sido despojados de sus tierras como consecuencia de la aplicación de la Ley de Colonización y Terrenos Baldíos.
  6. Las condiciones infrahumanas de trabajo en haciendas, minas y fabricas. 
  7. Los efectos sociales de la crisis económica que dio comienzo en el año 1907.
  8. El marcado desequilibrio social generado por las características propias del modelo de "Crecimiento hacia afuera"
PASO 3 "GRUPOS INVOLUCRADOS EN LA LUCHA CONTRA PORFIRIO DÍAZ" O NO TODOS QUERÍAN A DON PORFIS. COMO ÉL DECÍA.


LOS HERMANOS FLORES MAGÓN Y SU DESPIADADA CRITICA AL PORFIRISMO, DESDE LAS PAGINAS DE REGENERACIÓN.
Bertha Hernández/El Nacional


"Hacia 1900, se perfilaba la existencia de un grupo opositor al régimen porfirista, nutrido en las ideas de las grandes generaciones liberales del siglo XIX mexicano. En ese grupo estaban lo mismo descendientes de aquellos personajes, como Camilo Arriaga, sobrino de Ponciano, uno de los grandes artífices de la Constitución de 1857, y los ya celebres hermanos Flores Magón. Junto a ellos, participaban en la lucha política  profesionistas, maestros de escuela, estudiantes de nivel superior.


Su principal reclamo era que, al paso de los años, Díaz se había olvidado de las ideas liberales que había enarbolado como bandera ideológica cuando, 24 años atrás, se había hecho del poder. "Don Porfirio" ya no era aquel "Ilustre caudillo de la insurrección nacional" que había arrojado del poder a Sebastián Lerdo y en cuyo honor se componían marchas heroicas.
Las exigencias de estos opositores se remontaban a los discursos de la Reforma, reclamaban, aparte de un Gobierno anticlerical, un sistema electoral democrático, la separación de poderes y una buena administración de la justicia.


Desde agosto de 1900, los hermanos Flores Magón editaban ya su legendario periódico Regenarción, dedicado a defender los derechos ciudadanos. Esa fue la razón de que las autoridades porfiristas clausuraran en varias ocasiones la publicación, que a poco de aparecer ya tiraba varios miles de ejemplares.
en 1901, cuando Camilo Arriaga, desde San Luis Potosí, convocó al Primer Congreso Liberal, Ricardo y Jesús Flores Magón hicieron acto de presencia y destacaron por su posición critica hacia el gobierno de Díaz.


De regreso a México, para empezar, agregaron un subtitulo a Regeneración: Periódico Independiente de Combate, y ese fue el inicio de radicalización.  En ese su primer año de vida, Regeneración fue clausurado una ocasión, la primera de varias, y sus editores enviados a la cárcel de Belén de la Cd. de México. En su celda, los Flores Magón supieron de la muerte de su madre, de la persecución contra sus compañeros de lucha y el cierre de otros periódicos de oposición. A partir de entonces. Regeneración resucitaría varias veces, y cerraría otras tantas por ordenes directas de Porfirio Díaz. A pesar de todo y al corres de los años. los periodistas oaxaqueños seguirían editandolo, aún en el exilio en Estados Unidos.


Bernardo Reyes
Liberados en abril de 1902, solo Enrique y Ricardo seguían en la pelea opositora, Ricardo comenzó a colaborar en el periódico  El Hijo del Ahuizote, aquel celebre semanario feroz, aunque de buenos instintos, creado en 1885 por el legendario Daniel Cabrera, quien, en julio de ese mismo año, con la salud disminuida, arrendó la publicación a los Flores Magón. Cuatro meses les bastaron para que, a fuerza de ácidas caricaturas y textos incendiarios, llegaron a tirar 260 mil ejemplares semanales. Ademas de denunciar la persecución que el régimen aplicaba a su correligionarios, se dedicaban con constancia a criticar los actos y decisiones del Ministro de Guerra Bernardo Reyes.
Por eso resulto casi natural que, en septiembre del mismo año. los hermanos fueran encarcelados en la prisión de Santiago Tlatelolco. Si bien el Hijo del Ahuizote resurgiría en un par de meses después, con Juan  Sarabia a la cabeza, los Flores Magón serán liberados hasta enero de 1903.


Poco a poco, los periodistas se involucraron con el anarquismo y se vincularon de manera importante con los movimientos obreros, con los dirigentes habían logrado a escapar de las represiones de Cananea y Río Blanco.


No les quedo otra que marcharse a Estados Unidos donde escribían contra el gobierno que los había forzado a exiliarse. De hecho la presiones del porfirismo no se limitaron al territorio mexicano, pues logró infiltrar al grupo magonista y ello, sumado a los errores de estrategia de los activistas, comenzó a marcar su declive. Desde Estados Unidos, los Flores Magón, ya anarquistas declarados, llamaron en 1908 a una insurrección armada, que resultó fuera de tono, pues coincidió con la oleada de esperanza política que desató la entrevista Díaz-Creelman.


A partir de ahí, los Magonistas perderían adeptos, y mas tarde se negarían a unirse al maderismo: Ricardo Flores Magón sufriría prisión en varias cárceles estadounidenses."


Tumba de Ricardo
Flores Magón en el cementerio
francés
de los hombres ilustres en México
Sepelio de Ricardo
Flores Magón
El no unirse a Madero fue un acierto, ya que los Flores Magón no solo buscaban a derrocar a Díaz, sino que buscaban derrocar a todo el sistema del Porfiriato: esa esa diferencia con Madero, el cual no tenia planeada una Revolución Social y eso le traería consecuencias con  os movimientos campesinos del Sur.


En la madrugada del 21 de noviembre de 1922, fue encontrado muerto en su celda. Por decreto de la Cámara de Diputadas, sus restos fueron trasladados a la Cd. de México.


"El derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir. Rebeldía, grita la mariposa al romper el capullo que la aprisiona; rebeldía, grita la yema al desgarrar la recia corteza que le cierra el paso; rebeldía, grita el grano en el surco al agrietar la tierra para recibir los rayos del sol; rebeldía, grita el tierno ser humano al desgarrar las entrañas maternas; rebeldía, grita el pueblo cuando se pone de pie para aplastar a tiranos y explotadores. La rebeldía es la vida; la sumisión es la muerte." Ricardo Flores Magón


MOVIMIENTO CAMPESINO EN EL ESTADO DE MORELOS

El Estado de Morelos había sido escenario de efervescencia sociopolitica en los últimos años de la década de 1900 a 1910, debido a que en la región se facilitaba la producción azucarera y siendo el azúcar producto de importación de gran valor, era objeto de especial interés para las politicas económicas del régimen porfirista, sobre todo cuando la plata sufría bajas de precio, como en la crisis de 1907.

por tal razón el Gobierno permitía e incluso alentaba la severa explotación y el despojo de tierras que los trabajadores padecían a manos de los hacendados.
Esto aumento el descontento de los campesinos y dio ocasión para que estos se sumaran a la rebelión que ya empezaba a sacudir la dictadura.
Cuando el Plan de San Luis fue conocido en Morelos, los campesinos, esperanzados con las palabras del Articulo 3°, decidieron integrarse a la rebelion maderista para defender sus derechos con las armas.

Tres líderes agrarios se levantaron en contra del Gobierno:
Gabriel Tepepa,  Pablo Torres Burgos y Emiliano Zapata
Gral. Gabriel Tepepa
Gral. Emiliano Zapata
Pablo Torres Burgos

SEMBLANZA DE MI GENERAL EMILIANO ZAPATA
Por Ana Romero en "Nueva Biblioteca del Niño Mexicano" Grax.



Tac tac tac taaactac tac tactictac: así dicen que sonaba y yo les creo.
    Si era música o aporreo, no lo sé. Cada vez que me sentaba frente a mi máquina de escribir hasta del chocolate humeante me olvidaba. "Los curas no escriben a máquina, han de ser las malas costumbres que aprendió en la capital." También eso decían, para que más que la verdad. Pero un buen día... no era noche cerrada cuando comenzó mi dulce venganza. Porque tampoco es que los párrocos seamos perfectos, caray, también a uno le da por la vanidad, y cuando las maledicencias se convierten en lo contrario (¿benedicencias?, a lo mejor), a uno le da hasta por sonreír de ladito.
    Aquella máquina habría de llevarme a ser testigo directo de la creación del Plan de Ayala. El mayor manifiesto a favor de los campesinos que se haya hecho jamás.
    Una noche llegaron:
    —QuedicemigeneralZapataquesinoquiereiramerendaralcampamento.
    —¿Cómo? -dije yo sin creérmelo, y un poco, sin entenderlo del todo.
    —QuedicemigeneralZapataquesinoquiereiramerendaralcampamento —repitió y yo, claro, seguí en las mismas.
    Sabía que estaban en la sierra, cerca del pueblo que ahora todos conocíamos como Villa de Ayala y antes fue Mapastlán. Aquí nos detenemos porque no quiero que vaya a pensarse que estos revolucionarios iban por la vida cambiándole el nombre a los pueblos. No. Mapastlán pasó a ser Villa de Ayala como un homenaje a otro guerrero: Francisco Ayala, quien con José María Morelos luchó por la independencia de México. Dio la casualidad de que también aquellos dos pelearon en la sierra poblana que luego Zapata pisó, escaló y llenó de ideas libertarias, junto con su partida de sureños peleones, valientes, aguerridos. Revolucionarios.
    Las primeras noticias que tuve de ellos me llegaron, como siempre, de las señoras. Luego los jornaleros comenzaron a hablar, después los viejos, los jóvenes. Y la epidemia cundió hasta que todos, toditos, ya sólo hablamos de la revolución. De la "Tierra y libertad" que proclamaba Emiliano Zapata.
    ¿Quién no iba a querer tierra y libertad?
    ¿Quién no iba a querer tener un pedazo del mucho campo que hay en este nuestro México? Por eso todos con Zapata y los surianos. Todos a una contra aquellos que no permitían que la gente trabajadora pudiera, precisamente, trabajar.
    Emiliano le gritó al mundo, desde la Villa de Ayala, que había tomado una de las más grandes determinaciones que puede concebir un ser humano: luchar por los demás.

Pero luego el presidente, don Francisco I. Madero, dijo que Zapata y su ejército eran unos "forajidos que amenazaban la sociedad".
    Y no es que lo hayamos dicho doña Jesusita o yo. Lo dijo el presidente. El hombre que condujo la revolución, el que acabó con la dictadura de Díaz. No poca cosa.
    ¿A quién tendríamos que creerle?
    ¿A Madero, que estaba intentando tomar las riendas de un país tan grande y tan diverso como México? ¿O a un líder natural, campesino, que no quiso soltar las armas hasta no ver cumplidas todas las promesas que le hizo a los hombres que fueron carne de cañón en la guerra?
    Zapata, el forajido.
    —Quesitambiénsellevasumáquinadeescribir —me había dicho
    —¿Y eso para qué? —pregunté ya sabiendo la respuesta.
    —Sabe —he de aclarar que "sabe" quiere decir no sé; o sí sé pero no le digo; o vaya usted a preguntarle a otro; o déjeme de molestar que nomás soy un mandadero. Yo supuse todo lo anterior y sabe por qué dejé de preguntar y me fui cargando el armatoste que pesaba y hacía plis plis con cada roca del camino. Plis plis decían las teclas que, ahora lo sé, estaban preparándose para la más grande de sus hazañas.
    ¿Estaría yendo a la boca del lobo o al lugar donde se estaba forjando la justicia para los campesinos? Eso y más, mucho más, pensé mientras subía.
    Dudaba, pero subí.


Hablé mucho con mi general y más aún con el profesor Otilio Montaño. Pero todas esas horas de conversación no fueron tan esclarecedoras como el mismísimo Plan de Ayala. Ese documentote lleno de letras que copié y copié toda la noche con el tac tac de mi máquina de escribir.
    Podría recitarlo. Pero tampoco es que quiera dormirlos... Ah, se me olvidaba contarles quién es el profesor Montaño. Sería toda una descortesía de mi parte no presentarlo; aunque no lo vamos a mencionar mucho, es tan importante para esta historia como lo fue Zapata o el mismísimo... no, ya llegará el momento de hablar de él. No es tiempo de aguar la fiesta que apenas empieza.
    Otilio Montaño era, efectivamente, un profesor, uno rural, para ser exactos.Maistro, como se les nombra por acá. Su labor, pensó, era educar a los "burros",pero luego el destino le enseñó que más bien su papel en esta vida iba a ser un poquito más grande: ponerle letras a los pensamientos que el Ejército del Sur, con Zapata al mando, traía en la cabeza.
    El 25 de noviembre de 1911 se firmó el manifiesto agrario por excelencia, el Plan de Ayala.
    Como todos los planes, éste tenía sus puntos importantes y era, como buen plan, una guía que explicaba a detalle lo que debería hacerse en pro de la revolución.
    Lo primero: desconocer, e incluso derrocar, a Francisco I. Madero. Para que mejor me entiendan, les platico que Zapata y su ejército estaban muy enojados con el entonces nuevo presidente de México, y lo estaban porque no veían claro. Ellos decían que mucho alboroto, muchas promesas y nada de realidades a la hora de la hora. Madero comenzó una revolución que había prometido detener y revisar los despojos cometidos por los hacendados contra los pueblos de Morelos.
    Vayan ustedes a saber si fue por falta de tiempo o porque su gabinete estaba repleto de revolucionarios con muchas ganas pero poca experiencia en el oficio de gobernar, lo cierto es que don Pancho ni dio las tierras, ni acabó del todo con los poderes del Porfiriato ni nada de nada. Por supuesto, Zapata y su ejército se enojaron.
    No sólo lo desconocieron como presidente, sino que también le quitaron el cargo de jefe de la Revolución Libertadora.
    Pero tampoco era cosa de dejar descabezado al cuerpo. Así que el Plan de Ayala propuso a alguien más para ocupar el mando de los revolucionarios: Pascual Orozco (el que aguó la fiesta de los sureños y, dicen, traicionó los ideales. Pero ésa es otra historia y ya no se las cuento porque están empezando a entrarme las carreras).
    Y sí, hicieron un plan y estaban enojados. Pero seguían fieles a la revolución, así que reiteraron su lealtad al Plan de San Luis (aquellas primeras palabras que sirvieron de disparo de salida al levantamiento).
    El punto 4 del Plan de Ayala termina diciendo que la Junta Revolucionaria de Morelos (o sea, el ejército de Zapata) "se hará defensora de los principios que defienden hasta vencer o morir". Vencer o morir. Luchar y hasta dar la vida por proteger a los indefensos. A los "pueblos oprimidos". ¿Se dan cuenta de la gran declaración de generosidad?
    Los siguientes puntos van en una misma dirección: tierra y libertad. Tierra para trabajarla y libertad para vivir en armonía. El Plan de Ayala, ante todo, buscó repartir los bienes que el ancho mundo ofrece a los hombres. Que los campos y los montes fueran para todos, que la riqueza no se quedara en unas pocas manos.
    Zapata no quería mucho, quería justicia, quería que los trabajadores de la tierra fueran dueños de su trabajo. Sólo eso. ¿Les parece mucho pedir?
    Seguramente no, pero hubo algunos que sí lo consideraron una exageración, un atropello, algo terrible y digno de ser condenado.
    Después de que el Plan de Ayala vio la luz, los enemigos de Zapata salieron hasta de debajo de las piedras y la injusticia ganó.
    A mi general lo emboscaron, lo mataron a traición en la hacienda de Chinameca. Lo asesinaron por la espalda, como hacen con los valientes, como sucede cuando el asesino no se atreve a mirar de frente los ojos que van a cerrarse para siempre.
    Termina el Plan de Ayala diciendo: "Libertad, justicia y ley". Y con eso, yo no tengo más qué decir, ya está dicho todo. Yo sólo pasé a máquina el deseo, las palabras las pusieron Zapata y su ejército, pero gracias a mi tactactac tengo ahora el honor de contarles la historia del "forajido" que murió luchando, y que además tuvo a bien heredarle al mundo un plan para que otros como él tuvieran una guía en ese peligroso camino de hacer de este mundo un lugar mejor.


MOVIMIENTOS SOCIO-POLÍTICOS EN LA ZONA NORTE


Las características Socioeconómicas que presentaba la zona norte a finales del Porfiriato eran muy distintas a la del resto del país, por razones de distanciamiento geográfico en relación al centro del país, durante la etapa colonial y gran parte del periodo independiente, esta región se había mantenido prácticamente autónoma en lo  político y en lo económico, el régimen Porfirista había puesto fin a aquella autonomía al incorporar la zona norte a los planes de expansión económica,  particularmente a los que estaban ligados con el capitalismo estadounidense.


Apaches
Desde las épocas coloniales las amenazas de los ataques de bandas de indios nómadas (Apaches entre otros) siempre fueron amenazas para los gobiernos, por lo que los campesinos que se arriesgaban a ir a esas zonas tuvieron privilegios que no tenían los del centro y menos los del sur, tales privilegios eran, una mayor cantidad de tierras, autonomía interna y estaban facultados para portar armas.


Al avanzar el Porfiriato, la amenaza de los Apaches dejó de existir y la zona fronteriza se tornó mas tranquila, en consecuencia el gobierno ya no necesitaba de la ayuda militar de los campesinos libres, en cambio, la transformación económica exigía la expropiación de la tierra que con tanto esfuerzo habían hecho producir, con la llegada de los ferrocarriles y las relaciones internacionales que éstos propiciaron en la zona fronteriza afectó a los campesinos que no solamente les hizo perder sus tierras sino también su autonomía. 


Mis Paisanos Yaquis
Peor fue el caso de los campesinos indígenas del norte (Yaquis, Tarahumaras), que frente a los despojos de tierras por parte de los porfiristas, quedaron indefensos.
A este descontento se sumaron los poderosos terratenientes, ya que fueron desplazados de jefaturas políticas y el entreguismo al extranjero por parte de régimen de Porfirio Díaz, por lo que alentaron la lucha de los campesinos y les brindaron apoyo.
Para los peones de la hacienda tradicional principalmente en Chihuahua y Sonora, cuando las políticas Porfiristas los afectaron, reaccionaron con gran violencia ante los hacendados, la razón es que mientras en el centro y sur,  el control sobre los peones era extremadamente rígido y dificultaba en gran medida una rebelión, en cambio la relativa libertad que disfrutaba el peón norteño permitió que brotara en el una intensión revolucionaria.
José Maria Maytorena
apoyo las rebeliones
Existían en el norte otra clase de peones, que eran contratados solamente por temporadas (como la cosecha del algodón por ejemplo) eran bien pagados y los salarios eran entregados en moneda y no en vales como en el centro, pero no siempre había trabajo y se movían de un lugar a otro, este desarraigo fue un factor importante para que éste grupo rural se uniera al movimiento revolucionario, con la esperanza de cambiar su situación, pero hubo algunos peones que se levantaron en armas junto con sus patrones no en contra de ellos, sino en contra del régimen de Díaz.
Los integrantes de la clase media empresarial, desarrollada durante el Porfiriato, veían seriamente amenazados sus capitales por el grupo de los científicos, temían que estos oligarcas continuaran manejando las finanzas del país, por lo que en la práctica de la democracia se vislumbraba que era la única forma pacifica para desplazar al gobierno, no solo a Díaz sino a la envejecida élite porfirista. 
La clase media profesional y obrera, se vio afectada durante la crisis, ya que disminuyeron los salarios y aumentaron los impuestos, amen de que eran desplazados por oligarcas y extranjeros, este descontento, intensificó los sentimientos nacionalistas y el rechazo a los extranjeros y sus inversiones y solo un cambio radical podría beneficiarlos.


PASO 4, "LA REVOLUCIÓN MADERISTA" O COMO DIJO DÍAZ "MADERO HA SOLTADO AL TIGRE, VEREMOS SI PUEDE DOMARLO" NO POS NO.



NOTA EDITORIAL
Chantal López y Omar Cortés en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/madero/1.html  Grax.

En abril de 1910, tiene lugar la convención de los partidos Nacional Antirreeleccionista y Nacional Democrático en donde se postulan como candidatos para la presidencia y vicepresidencia de la República a Francisco I. Madero y Francisco Vázquez Gómez respectivamente.
La campaña electoral la realizaron mediante giras a diversos puntos de la República, no tardando en sufrir la represión porfirista, al grado de que poco antes de que las elecciones se verificaran, Madero es detenido en Monterrey y trasladado a la prisión de San Luis Potosí.
La mancuerna Diaz-Corral es declarada vencedora, el Partido Nacional Antirreeleccionista impugna las elecciones pidiendo su anulación ante la Cámara de Diputados, siendo la impugnación desechada y ratificándose el triunfo de Díaz-Corral.

Hasta aqui la reseña de la primera etapa de la lucha maderista que concluyó, debido al enorme fraude electoral realizado por la administración porfirista, en un aparente, rotundo y estrepitoso fracaso. Conviene aclarar que la lucha política electoral de los antirreeleccionistas no era, en un principio, en si por la presidencia de la República, sino más bien por ganar o negociar la vicepresidencia. No buscaban desplazar del poder a Porfirio Díaz, a quien poco tiempo de vida le daban; dejarlo como elemento decorativo en la silla presidencial no les molestaba en lo absoluto. Lo que en sí desencadenó la feroz resistencia político-electoral fue la postulación de Ramón Corral para el cargo de vicepresidente.

El Partido Nacional Democrático buscaba, por su lado, presionar para la postulación de Bernardo Reyes como candidato a la vicepresidencia; teniendo así la fórmula Díaz-Reyes. Así pues, fue precisamente la postulación de Ramón Corral para la candidatura a la vicepresidencia, lo que precipitó la lucha e incluso permitió al Partido Antirreeleccionista captar a toda la oposición en torno suyo. Erróneo es afirmar que la aceptación por parte de Porfirio Díaz para contender en pro de una nueva reelección, se haya constituido en el detonador del movimiento maderista, no obstante la evidente contradicción de Porfirio Díaz entre lo declarado en la entrevista con Creelman y su actitud posterior.
De hecho, lo repetimos, no se buscaba desplazar al dictador, sino únicamente negociar la vicepresidencia. Esto es necesario tenerlo en cuenta, puesto que de hecho la única organización realmente antiporfirista lo era el Partido Liberal Mexicano presidido por Ricardo Flores Magón.

Prosiguiendo con el relato de los hechos, tenemos que gracias a la intervención del, en aquel entonces, Secretario de Hacienda, José Ives Limantour, Francisco I. Madero obtiene la libertad caucional y entre el 5 y 6 de octubre de 1910, se da a la fuga dirigiéndose a San Antonio, Texas, en donde se discutiría y elaboraría el Plan de San Luis.

Francisco Vázquez Gómez
En torno al Plan de San Luis, surgirán las primeras desaveniencias internas entre los antirreeleccionistas. Por una parte, la facción encabezada por Francisco Vázquez Gómez negará, objetando, el fomento de la lucha armada, y, por otra parte, los seguidores de Francisco I. Madero insistirán en la apremiante necesidad de recurrir a ella. Estas desaveniencias, si bien no tuvieron consecuencias inmediatas, crearon sin embargo el gérmen de antipatías y rencores que posteriormente se desarrollarían, hasta tal punto, que acabarían con el maderismo.

Finalmente, al predominar la postura de la necesidad de la lucha armada, el 20 de noviembre de 1910 -día señalado en el Plan de San Luis para iniciar la insurrección-, Francisco I. Madero, acompañado de ocho de sus correligionarios llegan, por el lado estadounidense a un punto fronterizo entre Coahuila y Texas, cercano a Ciudad Porfirio Díaz, a esperar la llegada de Catarino Benavides, quien suponían acudiría con un contingente de cerca de cuatrocientos hombres, para luego internarse a territorio mexicano al frente de ese grupo. Efectivamente llegó Catarino Benavides al lugar acordado, pero ... con una decena de individuos mal armados. Ante esta situación, la entrada a territorio mexicano quedó descartada.

Pascual Orozco
No obstante el fracaso señalado, el 20 de noviembre de 1910 ocurrieron como una decena de sublevaciones en los Estados de Chihuahua, Veracruz, Durango y San Luis Potosí. Chihuahua fue el Estado en donde tuvieron más fuerza, al grado de que el 4 de diciembre, con la toma de Ciudad Guerrero por las fuerzas comandadas por Pascual Orozco, se apuntan un formidable triunfo. Chihuahua se conforma entonces como el baluarte del movimiento armado antirreeleccionista. El triunfo logrado da ánimos y bríos a las fuerzas sublevadas en otros Estados, lográndose al paso de los meses varios levantamientos en la mayor parte del territorio nacional.

El 14 de febrero de 1911, Madero ingresa a territorio mexicano por un punto fronterizo cercano a Ciudad Juárez.
El 22 de abril de 1911, comete su primer error al pactar con Toribio Esquivel Obregón, que representaba a Porfirio Díaz, al aceptar deponer las armas sin exigir la destitución de Díaz sino tan sólo la de Corral. Este arreglo, por demás unipersonal, fue inaceptable para otros antirreeleccionistas como Juan Sánchez Azcona, Federico González Garza, Venustiano Carranza y Roque Estrada, quienes influyeron para que Madero se retractase, cosa que lograron, más sin embargo con esta acción se ahondaría la desconfianza en las filas maderistas.

Toma de Cd. Juárez
Para el mes de mayo, el triunfo antirreeleccionista es inobjetable. El 10 de mayo, día de la victoriosa toma de Ciudad Juárez, Madero nombra su Consejo de Estado de la siguiente manera: Relaciones Exteriores, Francisco Vázquez Gómez; Guerra, Venustiano Carranza; Hacienda, Gustavo Madero; Gobernación, Federico González Garza; Justicia, José María Pino Suárez y, Comunicaciones, Emilio Manuel Bonilla.
En esta selección comete su segundo error que gira en torno al nombramiento de Venustiano Carranza, pues Orozco y Villa, no le consideran mérito alguno para ocupar ese puesto, lo que ocasiona una nueva fricción.

El 13 de mayo vuelve a presentarse un conflicto mucho más serio entre los tres, cuyo motivo fue la gracia que concedió Madero al General federal Juan Navarro, defensor de Ciudad Juárez, al perdonarle la vida, pues Orozco y Villa exigían un juicio sumario y fusilamiento inmediato.
El tercer error de Madero lo comete cuando, antes de la firma de los tristemente célebres Tratados de Ciudad Juárez, pugna porque Limantour permanezca al frente de la Secretaría de Hacienda, cosa que evidentemente no es aceptada por el grueso de los antirreeleccionistas.

Francisco León
de la Barra
El cuarto error se concreta cuando en conversación telegráfica con Porfirio Díaz el 19 de mayo de 1911, con el objeto de convenir sobre su renuncia, le permite el nombramiento del Secretario de Relaciones Exteriores, siendo designado Francisco León de la Barra.

Pero el más trágico y funesto de todos sus errores se verificó el 21 de mayo con la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, en donde prácticamente se echa a la borda el Plan de San Luis, aceptándose de manera tácita la continuidad del porfirismo sin Porfirio Díaz. Esto en realidad no fue más que el subsecuente desenlace de los anteriores errores ya señalados.

Así las cosas, y de acuerdo con lo pactado en Ciudad Juárez, Francisco León de la Barra toma posesión de la presidencia interina el 26 de mayo de 1911, no sin antes convencer a Madero de que hiciese una declaración pública referente a su no intervención en el ínterin; a lo que éste accedió.

El 31 de mayo, Porfirio Díaz abandona Veracruz rumbo a su exilio en Europa.
Hasta la vista baby Díaz
El 1° de junio se fijan las condiciones y plazo para efectuar las elecciones nacionales, resolviendo que las elecciones primarias se efectuarían el 1° de octubre y las secundarias o de distrito, el 15 de octubre; siendo condición para ello la pacificación del país.

Entrada de Madero a la Cd. de México
El 7 de junio de 1911, Madero entra triunfalmente a la ciudad de México, y ... curiosamente en la madrugada de ese día un fuerte temblor azotó a la capital, provocando decenas de muertos, así como considerables daños a no pocas construcciones. A nivel anecdótico diremos que los supersticiosos vieron en ello una señal de malos augurios.
Conviene ahora detenernos un poco en el relato de los hechos para analizar las consecuencias de esta segunda etapa de la lucha maderista.

Cuando Francisco I. Madero decide trasladarse a San Antonio, Texas, estaba convencido de la necesidad de recurrir a la lucha armada para derrocar a Porfirio Díaz. Ahora bien, el espacio de tiempo entre su huída de San Luis Potosí -primeros días de octubre-, y la fecha señalada en el Plan de San Luis -20 de noviembre-, es increíblemente corto para llevar a cabo una insurrección en todo el territorio nacional. Lo más probable es que los antirreeleccionistas hayan realizado trabajos secretos previos, ya que sin ello parece imposible que en un mes y medio se pudiese desencadenar un levantamiento generalizado, sobre todo tomando en cuenta que sobre este punto -recurrir a la lucha armada-, existían serias diferencias entre los antirreeleccionistas.

En fin, el hecho histórico es que esa insurrección se llevó a cabo y si bien su inicio no fue muy venturoso, logró al paso del tiempo concretarse en un triunfo militar.
Pero cuando los antirreeleccionistas vencían en el terreno militar, en el político se tambaleaban debido en mucho a los errores de Francisco I. Madero.
La obsesión de Francisco I. Madero por dejar la administración porfirista intacta da mucho que pensar; llegar al extremo de nulificar por completo el Plan de San Luis mediante la firma de los Tratados de Ciudad Juárez, también es algo incomprensible. Ciertamente Porfirio Díaz había intentado arrebatar la principal bandera del antirreeleccionismo al promover reformas a la Constitución en el sentido de abolir la reelección, pero eso no fue sino una medida política tardía que en nada podía posponer el triunfo militar antirreeleccionista.

No se puede olvidar que en el Plan de San Luis se desconocía a Porfirio Díaz como presidente de México, al autonombrarse Madero presidente provisional. Ahora bien, resulta obvio que de haberse cumplido lo estipulado en el segundo párrafo del quinto punto del Plan, Francisco I. Madero no hubiera podido llegar a ser presidente de la República, puesto que siendo presidente provisional y teniendo como bandera el antirreeleccionismo, no podía participar en las elecciones presidenciales.

Es muy probable que Madero se haya percatado de esto y, para resolverlo, haya optado por tirar a la basura el Plan de San Luis, aceptando el Interino de De la Barra con miras a las futuras elecciones presidenciales.
Sea cual fuese la causa de la firma de los Tratados de Ciudad Juárez -mucho se habló de que se hicieron para ahorrar derramamientos de sangre-, el hecho histórico es que se firmaron y trajeron como consecuencia la total anulación del Plan de San Luis.

Volviendo al relato de los hechos, al mes siguiente de su entrada triunfal a México, el 9 de julio de 1911, Madero decide la formación del Partido Constitucional Progresista, abandonando la idea original del Partido Nacional Antirreeleccionista, hecho que agudiza aún más la división existente entre las filas maderistas.
A finales de julio el enfrentamiento entre Madero y los hermanos Vázquez Gómez -Emilio y Francisco-, llega a su punto más álgido cuando Emilio renuncia a laSecretaria de Gobernación y Madero deja creer que el substituto sería Luis Cabrera; sin embargo ante la estupefacción general fue nombrado el ingeniero Alberto García Granados, hecho que por sí sólo constituía una abierta provocación a los partidarios de los hermanos Vázquez Gómez.

El 27 de agosto se iniciaron los trabajos de la Convención Nacional del Partido Constitucional Progresista en el Teatro Hidalgo de la ciudad de México, bajo un ambiente político bastante tenso.
Francisco I. Madero y
José María Pino Suárez
El 30 de agosto, Francisco I. Madero es electo como candidato de ese partido a la presidencia de la República y, el 1° de septiembre sucedió lo que todos sospechaban: la postulación de José María Pino Suárez como candidato de ese partido para la vicepresidencia; con esto, la vieja fórmula electoral planteada por el, en ese momento ya prácticamente extinto, Partido Nacional Antirreeleccionista de Francisco I. Madero como candidato a la presidencia y Francisco Vázquez Gómez a la vicepresidencia, quedaba descartada. Con esta acción -la postulación de José María Pino Suárez y el subsecuente desplazamiento de Francisco Vázquez Gómez-, el maderismo quedó desecho, cavando con ello su propia tumba.

La atmósfera preelectoral se caracterizó por el temor y la inestabilidad política. Los partidos contendientes -Partido Popular Evolucionista, Partido Liberal Radical,Partido Católico Nacional, Partido Liberal Puro y Partido Constitucional Progresista-, realizaban diferentes trabajos para la postulación de sus candidatos. En resumen, para la presidencia de la República se postularon a Francisco I. Madero, Francisco León de la Barra y Emilio Vázquez Gómez; para la vicepresidencia, José María Pino Suárez, Francisco León de la Barra y Francisco Vázquez Gómez; produciéndose alianzas en torno a diferentes fórmulas electorales.

Madero y Gabinete Porfirista 
El 15 de octubre de 1911 se verificaron las elecciones en medio de un ambiente político cargado de tensiones y revueltas. Los resultados fueron los siguientes: para la presidencia, Francisco I. Madero obtuvo 19 997 votos, León de la Barra 87 y, Emilio Vázquez Gómez, 16. Para la vicepresidencia, José María Pino Suárez logró lO 245 votos contra 5 564 de De la Barra y 3 373 de Francisco Vázquez Gómez.

El 6 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero asumía el cargo de presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Su gobierno, por cierto débil, intentaría realizar la difícil o más bien imposible tarea de unir y conciliar a muchas facciones divergentes y, para colmo de males, armadas.
Mucho se ha dicho que el elemento intrigante y disolvente que sembró confusión, provocó fricciones y alentó desuniones fue Gustavo Madero, llegando incluso a afirmarse que él propuso e impuso la candidatura de José María Pino Suárez a la vicepresidencia. Esto que en gran parte es cierto, no pasa de ser una anécdota, puesto que quien fungía y era mayoritariamente reconocido en la jefatura revolucionaria era Francisco I. Madero, en quien a fin de cuentas recae la responsabilidad de lo acaecido.
Los Tratados de Ciudad Juárez se firmaron so pretexto de evitar mayor derramamiento de sangre e irónicamente los resultados fueron totalmente contrarios a lo buscado, ya que hundió al país entero en la guerra de facciones que produjo, durante largo tiempo, un auténtico baño de sangre en los campos y ciudades mexicanas.

La labor realizada por Francisco I. Madero en su lucha contra Porfirio Díaz es algo innegable, como también lo es su total carencia de visión política para comprender el movimiento revolucionario que, en cierta medida, él mismo coadyuvó a fomentar.

Se ha hablado sobremanera de Francisco I. Madero como del mártir de la democracia, sin embargo, ateniéndonos a su proceder, difícilmente puede aceptarse tal imagen suya, ya que existen suficientes datos demostrando que su actuar definitivamente no fue democrático. Así, si se le quisiera definir en pocas palabras, sugeriríamos que lo más apropiado serIa: Francisco I. Madero, mártir de sus propios errores.

La presente compilación abarca desde 1909 hasta la toma de posesión de Francisco I. Madero como presidente de la República, ya que consideramos que en ese momento el maderismo muere y que la potencialidad misma de su impulsor como dirigente del proceso sufre un serio ocaso, cuando es rebasado por los acontecimientos.

PLAN DE SAN LUIS POTOSÍ    zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
"Los pueblos, en su esfuerzo constante porque triunfen los ideales de la libertad y justicia, se ven precisados en determinados momentos históricos a realizar los mayores sacrificios.

Nuestra querida patria ha llegado a uno de esos momentos: una tiranía que los mexicanos no estábamos acostumbrados a sufrir, desde que conquistamos nuestra independencia, nos oprime de tal manera, que ha llegado a hacerse intolerable. En cambio de esta tiranía se nos ofrece la paz, pero es una paz vergonzosa para el pueblo mexicano porque no tiene por base el derecho, sino la fuerza; porque no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la patria, sino enriquecer un pequeño grupo que, abusando de su influencia, ha convertido los puestos públicos en fuente de beneficios exclusivamente personales, explotando sin escrúpulo las concesiones y contratos lucrativos.

Tanto el Poder Legislativo como el Judicial están completamente supeditados al Ejecutivo; la división de los poderes, la soberanía de los Estados, la libertad de los ayuntamientos y los derechos del ciudadano, sólo existen escritos en nuestra Carta Magna; pero de hecho, en México casi puede decirse que reina contantemente la ley marcial; la justicia, en vez de impartir su protección al débil, sólo sirve para legalizar los despojos que comete el fuerte; los jueces, en vez de ser los representantes de la justicia, son agentes del Ejecutivo, cuyos intereses sirven fielmente; las Cámaras de la Unión, no tienen otra voluntad que la del dictador; los gobernadores de los Estados son designados por él, y ellos, a su vez, designan e imponen de igual manera las autoridades municipales.En México, como República democrática, el poder político no puede tener otro origen ni otra base que la voluntad nacional, y ésta no puede ser supeditada a fórmulas llevadas a cabo de un modo fraudulento.

Por este motivo el pueblo mexicano ha protestado contra la ilegalidad de las últimas elecciones; y queriendo emplear sucesivamente todos los recursos que ofrecen las leyes de la República, en la debida forma, pidió la nulidad de las elecciones ante la Cámara de Diputados, a pesar de que no reconocía a dicho cuerpo un origen legítimo y de que sabía de antemano que no siendo sus miembros representantes del pueblo, sólo acatarían la voluntad del General Díaz, a quien exclusivamente deben su investidura.
Pero esta situación violenta e ilegal no puede subsistir más.
He designado el domingo 20 del entrante noviembre, para que de las seis de la tarde en adelante, en todas las poblaciones de la República se levanten en armas bajo el siguiente PLAN:
Si en el ánimo del General Díaz hubiesen pesado más los intereses de la patria que los sórdidos intereses de él y sus consejeros, hubiera evitado esta revolución, haciendo algunas concesiones al pueblo; pero ya que no lo hizo ... ¡tanto mejor!, el cambio será más rápido y más radical, pues el pueblo mexicano, en vez de lamentarse como un cobarde, aceptará como un valiente el reto, y ya que el General Díaz pretende apoyarse en la fuerza bruta para imponerle un yugo ignominioso, el pueblo recurrirá a esa misma fuerza para sacudir ese yugo, para arrojar a ese hombre funesto del poder y para reconquistar su libertad."
Sufragio efectivo, no reelección
San Luis Potosí, octubre 5 de 1910
Francisco I. Madero

LOS TRATADOS DE CD. JUAREZ  zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
Primero.- Que el señor General Porfirio Díaz ha manifestado su resolución de renunciar a la Presidencia de la República, antes de que termine el mes en curso;
Segundo.- Que se tienen noticias fidedignas de que el señor Ramón Corral renunciará igualmente a la Vicepresidencia de la República dentro del mismo plazo.
Tercero.- Que por ministerio de la Ley, el señor Lic. D. Francisco León de la Barra, actual Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno del señor General Díaz, se encargará interinamente del Poder Ejecutivo de la Nación y convocará a elecciones generales dentro de los términos de la Constitución:
Cuarto.- Que el nuevo Gobierno estudiará las condiciones de la opinión pública en la actualidad, para satisfacerlas en cada Estado dentro del orden constitucional Y ACORDARÁ LO CONDUCENTE A LAS INDEMNIZACIONES DE LOS PERJUICIOS CAUSADOS DIRECTAMENTEPOR LA REVOLUCIÓN, las dos partes representadas en esta conferencia, por las anteriores consideraciones han acordado formalizar el presente convenio:
Único.- Desde hoy cesarán en todo el territorio de la República las hostilidades que han existido entre las fuerzas del Gobierno del General Díaz y las de la revolución; debiendo éstas ser licenciadas a medida que en cada Estado se vayan dando los pasos necesarios para restablecer y garantizar la paz y el orden públicos.
Transitorio.- Se procederá desde luego a la reconstrucción o reparación de las vías telegráficas y ferrocarrileras que hoy se encuentran interrumpidas
El presente convenio se firma por duplicado.
Lic. Francisco S. Carbajal, Rubrica.
D. Francisco Vázquez Gómez, Rubrica.
Francisco I. Madero, Rubrica.
Lic. José María Pino Suárez, Rubrica.


PASO 5. "EL GOBIERNO DE MADERO" O NO ME AYUDES COMPADRE


POLÍTICA INTERNA


Madero había llegado a la presidencia en medio de un gran júbilo por parte del pueblo, que creía que estaba por llegar la solución a los problemas surgidos en el porfirismo, pero a la vez se encontraba envuelto en un desprestigio por parte de sus seguidores y los personajes del antiguo régimen pensaban en como darle cuello.
al iniciar Madero su gobierno intentó (otra vez!!) conciliar e incluyó en su gabinete ¡a la mayoría de los miembros del gabinete anterior (El de Díaz)! por lo que resulto infructuoso el poder ponerlos de acuerdo en algo y para acabarla de acabar en las Cámaras de Diputados y Senadores, continúo siendo el mismo hasta 1912, donde obtuvo mayoría en los Diputados, pero los maderistas estaban divididos entre los renovadores que decían que Madero estaba loco con la política conciliadora, los fieles a Madero y la oposición porfirista, en la Cámara de Senadores estaba peor el asunto, se había renovado parcialmente con unos pocos revolucionarios, se convirtió en un centro de conspiración que los maderistas no pudieron vencer debido al predominio de los porfiristas, entre los que se encontraba León de la Barra. Por lo tanto en el Congreso tampoco fue posible la conciliación. 
El Poder Judicial estaba integrado por una gran mayoría porfirista y casi no hubo modificaciones en la forma de realizar las funciones judiciales.


LA POLÍTICA AGRARIA
Hacendados
en 1910 el 97% de los terrenos disponibles estaba en manos de 830 hacendados, que representaban el 0.01% del total de habitantes. Madero y sus colaboradores desconfiaban del ejido tradicional, al que consideraban como una estructura atrasada, por lo tanto favorecieron la pequeña propiedad derivada de fraccionamientos, con la obligación de cultivar la tierra durante cinco años consecutivos. (Adiós Zapata)
Las acciones agrarias del gobierno de Madero se realizaron en medio de grandes dificultades y opiniones diversas que se manifestaban tanto en las propuestas de cambios radicales, como en las ideas de quienes buscaban restaurar la estructura agraria porfirista.


LA POLÍTICA OBRERA
La situación de los obreros se había agravado por que la agitación política provocaba un clima de inseguridad entre los trabajadores industriales, este clima provocó la creación de agrupaciones obreras que tenían un doble fin, por un lado propiciaban la convivencia social entre obreros del mismo oficio, y por otro, buscaban promover  el mejoramiento económico de los integrantes, mediante la creación de una caja de ahorros, una de estas agrupaciones fue la denominada "Casa del Obrero Mundial", las cuales se convirtieron en centros preocupados por elevar el nivel educativo de los trabajadores, era una central organizadora de sindicatos y uniones de obreros que sirvieron de resistencia contra las medidas patronales y opresivas.
Los obreros ante un gobierno revolucionario, creyeron llegado el momento de luchar por sus derechos, sobre todo por la incertidumbre política del gobierno de Madero.
Ante la gran cantidad de Huelgas promovidas por la Casa del Obrero Mundial, el gobierno decidió tomar medidas para solucionar los conflictos obrero-patronales, una de ellas fue la creación del Departamento del Trabajo y la creación de la Gran Liga Obrera Mexicana (Divide y vencerás).
En enero de 1912, el presidente convocó a una reunión con los empresarios de la Industria Textil, en la que se llegaron a algunos acuerdos tales como, jornada de 10 horas, salario mínimo, y un aumento general del 10%, con esto se logró en parte, que obreros y empresarios lo apoyaran.


CONFLICTOS POLÍTICOS (ZAPATISMO)
Mi General Zapata
Uno de los mas serios conflictos a los que se enfrentó la presidencia de Madero fue el Zapatismo, que se torno en contra de Madero debido a la desconfianza de la política del gobierno hacia los campesinos de Morelos, el descontento se agravó cuando la gobernatura de Morelos fue ocupada por Ambrosio Figueroa, militar enemigo del Zapatismo y decidido a exterminarlo, ademas que el gobierno seguía manteniendo soldados federales en territorio morelense. Ante tales manifestaciones de hostilidad por parte del líder revolucionario, los zapatistas se dieron cuenta de que su problema no solo no se había resuelto, sino que se había agravado con el nuevo gobierno, decidieron, por lo tanto, hacer su propia revolución, esta vez en contra de Madero.


No podía haber entendimiento entre Zapata y Madero, por un lado Zapata pedía:
1. el retiro del gobernador Figueroa
2. indulto y salvoconducto para sus hombres
3. retiro de las tropas federales
4. una ley agraria que mejorara la condición de vida de los campesinos.
Madero ofertaba
1. la inmediata rendición de las tropas zapatistas.


mientras estas negociaciones se realizaban, las tropas federales avanzaron hacia Cuautla y desde ahí pusieron un cerco a Villa de Ayala, abriendo fuego con la intensión de acabar con los rebeldes zapatistas, éstos lograron romper el cerco y huyeron con su líder a las montañas de Puebla.
el 28 de noviembre de 1911 se dio a conocer el plan revolucionario de los zapatistas.


EL PLAN DE AYALA
Fue redactado por Otilio Montaño y firmado por una lista de militares del Ejército Libertador del Sur, encabezados por Emiliano Zapata.
Don Otilio Montaño
El Plan de Ayala se componía de 15 artículos, de los cuales los mas importantes son los artículos 6° al 13°.

El Plan de Ayala se convirtió en el pendón que los conduciría a la victoria, aún en los momentos más difíciles, como cuando el jefe Zapata cayó asesinado en la Hacienda de Chinameca en abril de 1919. Paradójicamente unos meses después llegó el triunfo, de la mano del general Álvaro Obregón y los sonorenses; solo entonces, los zapatistas pudieron iniciar la restitución y dotación de ejidos para los campesinos de Morelos y cumplir con el ideal de lograr la prosperidad y el bienestar de la Patria.
Como afirma el historiador Salvador Rueda, con el Plan de Ayala termina el siglo XIX e inicia el siglo XX porque con él nació el vocabulario político moderno y convirtió al campesinado en interlocutor con el Estado mexicano. Los zapatistas, y con ellos los campesinos de México, se convirtieron en protagonistas de la historia de México.

Al enterarse del Plan de Ayala, suscrito por los "rústicos socialistas agrarios" (como llamaban a los zapatistas) Madero recrudeció la persecución en contra de los zapatistas, pero la medida tuvo el efecto contrario al darle sentido y fuerza al movimiento, mientras que, al no poder someter a los rebeldes, Madero se atraía la enemistad de los hacendados. (jodido pues)


PLAN DE AYALA

Plan libertador de los hijos del Estado de Morelos, afiliados al Ejército insurgente que defienden el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí con las Reformas que ha creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana.
Los que suscribimos, constituidos en Junta Revolucionaria para sostener y llevar a cabo las promesas que hizo la revolución de 20 de noviembre de 1910, próximo pasado, declaramos solemnemente ante la faz del mundo civilizado que nos juzga y ante la Nación á que pertenecemos y amamos, los principios que hemos formulado para acabar con la tiranía que nos oprime; y redimir á la patria de las dictaduras que se nos imponen las cuales quedan determinadas en el siguiente Plan.
1o. Teniendo en consideración que el pueblo mexicano acaudillado por Dn. Francisco I. Madero fué á derramar su sangre para reconquistar sus libertades y reivindicar sus derechos conculcados, y no para que un hombre se adueñara del poder violando los sagrados principios que juró defender bajo el tema de "Sufragio Efectivo no-Reelección" ultrajando la fé, la causa, la justicia y las libertades del pueblo; teniendo en consideración: que ese hombre a que nos referimos es Dn. Francisco I. Madero, el mismo que inició la precipitada revolución el cual impuso por norma su voluntad é influencia al Gobierno Provicional de Ex-presidente de la República Lic. Dn. Francisco L. de la Barra por haberle aclamado el pueblo su Libertador, causando con éste hecho reiterados derramamientos de sangre, y multiplicara desgracias á la Patria de una manera solapada y ridícula, no teniendo otras miras que satisfacer sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo desacato al cumplimiento de las leyes preexistentes emanadas del inmortal Código de 57 escrito con la sangre de los revolucionarios de Ayutla; teniendo en consideración: que el llamado Gefe de la revolución libertadora de México Dn. Francisco I. Madero, no llevó á feliz término la revolución que gloriosamente inició con el apoyo de Dios y del pueblo; puesto que dejó en pié la mayoría de poderes gubernativos y elementos corrompidos de opresión del gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, que no son, ni pueden ser en manera alguna la legítima representación de la soberanía nacional, y que por ser acérrimos adversarios nuestros y de los principios que hasta hoy defendemos, están provocando el malestar del país y abriendo nuevas heridas al seno de la Patria para darle á beber su propia sangre; teniendo en consideración que el supradicho Sr. Francisco I. Madero actual Presidente de la República trata de eludirse del cumplimiento de las promesas que hizo á la Nación en el Plan de San Luis Potosí, ciñendo las precipitadas promesas a los convenios de Ciudad Juárez, ya nulificando, persiguiendo ó matando a los elementos revolucionarios que le ayudaron a que ocupara el alto puesto de Presidente de la República por medio de sus falsas promesas y numerosas intrigas á la Nación; teniendo en consideración que el tantas veces repetido Sr. Francisco I. Madero ha tratado de ocultar con la fuerza bruta de las bayonetas y de ahogar en sangre á los pueblos que le piden, solicitan ó exigen el cumplimiento de sus promesas en la revolución llamándolos bandidos y rebeldes, condenando á una guerra de exterminio sin conceder ni otorgar ninguna de las garantías que prescriben la razón, la justicia y la ley teniendo en consideración que el Presidente de la República señor Dn. Francisco I. Madero, ha hecho del Sufragio Efectivo una sangrienta burla al pueblo ya imponiendo contra la voluntad del mismo pueblo en la Vice Presidencia de la República al Lic. José María Pino Suárez, ó ya á los gobernadores de los Estados designados por él, como el llamado general Ambrosio Figueroa verdugo y tirano del pueblo de Morelos, y así entrando en contubernio escandaloso con el partido científico, hacendados feudales y caciques opresores enemigos de la revolución proclamada por él a fin de forjar nuevas cadenas y de seguir el molde de una nueva dictadura, más oprobiosa y más terrible que la de Porfirio Díaz, pués ha sido claro y patente que ha ultrajado la soberanía de los Estados, conculcando las leyes sin ningún respeto a vidas e intereses, como ha sucedido en el Est. de Morelos, y, otros conduciéndonos a la más horrorosa anarquía que registra la historia contemporánea; por estas consideraciones declaramos al susodicho Francisco I. Madero, inepto para realizar las promesas de la revolución de que fué autor, por haber traicionado los principios con los cuales burló la fé del pueblo, y pudo haber escalado el poder incapaz para gobernante por no tener ningún respeto á la ley y á la justicia de los pueblos, y traidor a la Patria por estar á sangre y fuego humillando á los mexicanos que desean sus libertades, por complacer á los científicos, hacendados y caciques que nos esclavizan, y desde hoy comenzamos á continuar la revolución principiada por él, hasta conseguir el derrocamiento de los poderes dictatoriales que existen.
2o. Se desconoce como Jefe de la Revolución al C. Francisco I. Madero y como Presidente de la República por las razones que antes se expresan, procurando el derrumbamiento de este funcionario.
3o. Se reconoce como Jefe de la Revolución libertadora al ilustre General Pascual Orozco, segundo del caudillo Dn. Francisco I. Madero, y en caso de que no acepte este delicado puesto, se reconocerá como Gefe de la Revolución al C. General Emiliano Zapata.
4o. La Junta Revolucionaria del Est. de Morelos manifiesta a la Nación bajo formal protesta que hace suyo el Plan de San Luis Potosí con las adiciones que a continuación se expresan en beneficio de los pueblos oprimidos, y se hará defensora de los principios que defiende hasta vencer ó morir.
5o. La Junta Revolucionaria del Est. de Morelos no admitirá transacciones ni componendas políticas hasta no conseguir el derrumbamiento de los elementos dictatoriales de Porfirio Díaz y Dn. Francisco I. Madero; pues la Nación está cansada de hombres falaces y traidores que hacen promesa de libertadores, pero que llegando al poder, se olvidan de ellas y se constituyen en tiranos.
6o. Como parte adicional del Plan que invocamos hacemos constar, que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados científicos ó cacíques á la sombra de la tiranía y de la justicia penal entrarán en poseción de estos bienes inmuebles desde luego los pueblos ó ciudadanos que tengan sus títulos correspondientes á esas propiedades, de las cuales han sido despojados, por la mala fé de nuestros opresores, manteniendo á todo trance con las armas en la mano la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derecho á ellos, lo deducirán ante tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución.
7o. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no son más dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar su condición social ni poder dedicarse á la industria ó á la agricultura por estar monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas por esta causa se expropiarán previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios á los poderosos propietarios de ellos, á fin de que los pueblos y ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos ó campos de sembradura ó de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.
8o. Los hacendados, científicos, ó caciques que se opongan directa ó indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que a ellos les correspondan, se destinarán para indemnizaciones de guerra pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha del presente Plan.
9o. Para ajustar los procedimientos respecto á los bienes antes mencionados, se aplicarán leyes de desamortización y nacionalización según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez, á los bienes eclesiásticos que escarmentaron á los déspotas y conservadores, que en todo tiempo han pretendido imponernos el yugo ignominioso de la opresión y del retroceso.
10o. Los Jefes Militares insurgentes de la República; que se levantaron con las armas en la mano a la voz de Dn. Francisco I. Madero, para defender el Plan de Sn. Luis Potosí y que ahora se opongan con fuerza armada al presente Plan, se juzgarán traidores á la causa que defendieron y á la Patria, puesto que en la actualidad muchos de ellos por complacer á los tiranos por un puñado de monedas, ó por cohecho ó soborno están derramando la sangre de sus hermanos que reclaman el cumplimiento de las promesas que hizo a la Nación Dn. Francisco I. Madero.
11o. Los gastos de guerra serán tomados conforme á lo que prescribe el Artículo XI del Plan de San Luis Potosí, y todos los procedimientos empleados en la Revolución que emprendemos, serán conforme a las instrucciones mismas que determine el mencionado Plan.
12o. Una vez triunfante la Revolución que hemos llevado á la vía de la realidad, una Junta de los principales Jefes revolucionarios de los diferentes Estados, nombrarán o designarán un Presidente interino de la República, quien convocará á elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión, y esta á la vez convocará a elecciones para la organización de los demás poderes federales.
13o. Los principales Jefes revolucionarios de cada Estado en Junta designarán el Gobernador provisional del Estado á que correspondan, y este elevado funcionario convocará á elecciones para la debida organización de los Poderes públicos, con el objeto de evitar consignas forzadas que labran la desdicha de los pueblos, como la tan conocida consigna de Ambrosio Figueroa en el Est. de Morelos, y otras que nos conducen al precipicio de conflictos sangrientos sostenidos por el capricho del dictador Madero y el círculo de científicos y hacendados que lo han sugestionado.
14o. Si el Presidente Madero y demás elementos dictatoriales del actual y antiguo régimen, desean evitar inmensas desgracias que afligen á la Patria, que hagan inmediata renuncia de los puestos que ocupan, y con eso, en algo restañarán las graves heridas que han abierto al seno de la Patria; pues que de no hacerlo así, sobre sus cabezas caerá la sangre derramada de nuestros hermanos, y
15o. Mexicanos; considerad que la astucia y la mala fé de un hombre está derramando sangre de una manera escandalosa por ser incapaz para gobernar, considerad: que su sistema de gobierno está agarrotando á la Patria hollando con la fuerza bruta de las ballonetas, nuestras instituciones; y así como nuestras armas las levantamos para elevarlo al Poder ahora las volveremos contra él por faltar a sus compromisos con el pueblo mexicano y haber traicionado la revolución iniciada por él: no somos personalistas, somos partidarios de los principios y no de los hombres.
Pueblo mexicano: apoyad con las armas en la mano este Plan, y hareis la prosperidad y bienestar de la Patria.
Justicia y Ley Ayala, Nov. 28-1911
"General Emiliano Zapata.- General Otilio E. Montaño.- General José Trinidad Ruiz.- General Eufemio Zapata.- General Jesús Morales.- General Próculo Capistrán.- General Francisco Mendoza.
"Coroneles: Amador Salazar.- Agustín Cázares.- Rael Sánchez.- Cristóbal Domínguez.- Fermín Omaña.- Pedro Salazar.- Emignio L. Marmolejo.- Pioquinto Galis.- Manuel Vergara.- Santiago Aguilar.- Cleotilde Sosa.- Julio Tapia.- Felipe Vaquero.- Jesús Sánchez.- José Ortega.- Julio Aldame.- Alfonso Morales.- Quintín González.
"Capitanes: Manuel Hernández.- Feliciano Domínguez.- José Pineda Ambrosio López.- Apolinar Adorno.- Porfirio Cázares.- Antonio Gutiérrez.- Odilón Pérez.- Agustín Ortiz.- Pedro Balbuena Huertero.- Catarino Vergara.- Margarito Camacho.- Serafín Rivera.- Teófilo Galindo.- Felipe Torres.- Simón Guevara.- Avelino Cortés.- José María Carrillo.- Jesús Escamillas.- Florentino Osorio.- Camerino Menchaca.- Juan Esteves.- Francisco Mercado.- Sotero Guzmán.- Melesio Rodríguez.- Gegorio García.- José Villanueva.- L. Franco. J. Estudillo.- F. Caspeta.- P. Campos.- tenientes: Alberto Blumenkron.


Checar y hacer resumen de:
http://zapateando2.wordpress.com/2007/10/25/la-memoria-de-la-cultura-y-los-desafios-de-la-rebeldia/


CONFLICTOS POLÍTICOS (OROZQUISMO)

Madero-Orozco
La política de Madero había generado la inconformidad entre muchos de los que se habían unido a él en la lucha contra el porfirismo, después de que Madero asumió la presidencia, se produjeron varias sublevaciones dirigidas por revolucionarios que, como Zapata, sentían traicionados los ideales de la lucha por derrocar al antiguo régimen, de aquellas sublevaciones, la de Pascual Orozco fue una de las mas peligrosas para el maderismo.
Pascual Orozco se unió a las causas revolucionarias, primero con Ricardo Flores Magón y después con la causa antirreleccionista, fue nombrado jefe de la Revolución en el distrito de Guerrero y destacando por sus dotes como líder fue nombrado coronel y después general en ocasión al sitio de Cd, Juárez, Orozco ordena el ataque a la ciudad fronteriza, contraviniendo a Madero, desde aquel momento se rompieron las relaciones entre ambos revolucionarios y cuando Madero no lo incluye en el gabinete de crear gobierno provisional de Cd. Juárez, el resentimiento fue mayor.
Orozco solito
En marzo de 1912, Orozco se levanta en armas, desconociendo al gobierno de Madero mediante un plan de ataque conocido como el "Pacto de la Empacadora", en ese documento aparte de la serie de acusaciones e insultos a Madero, Orozco dice luchar pot el triunfo de los ideales del Plan de San Luis, y reconoce el Plan de Ayala, agrega algunos puntos de interés político y social en los que propone la supresión de la vicepresidencia de la República y, con una manifiesta influencia del Programa del Partido Liberal Mexicano de 1906, postula un programa agrario y laboral parecido a lo que el magonismo ofrecía y en cambio promete indemnizar y respetar las tierras de los latifundistas, pegándolas las que sean expropiadas por no cultivarse.
este movimiento tuvo gran apoyo en las clases sociales altas y bajas y en los obreros que no habían visto cambio alguno con el nuevo gobierno, Madero envía a Victoriano Huerta, quien derrota a Orozco.



PACTO DE LA EMPACADORA    zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
9 DE MARZO DE 1912

MEXICANOS: el triunfo definitivo de la Revolución iniciada con la toma de Ciudad Juárez se apresura rápidamente y es preciso, por lo tanto hacer conocer a la Nación, de una manera definida y pormenorizada, cuáles son las verdaderas tendencias de ella, ampliando la proclama expedida con fecha 8 del presente mes y dando a conocer el programa detallado que sintetiza los anhelos del pueblo y honradez de principios que persigue el actual movimiento de rebelión. La revolución, en su principio localizada, se ha convertido de hecho en un levantamiento general de descontento contra el Presidente Madero y su Gabinete. Cuenta con el elemento invesible de la opinión popular; con un ejército organizado y disciplinado de más de diez mil hombres en el Norte de la República y treinta o cuarenta mil en el resto del país. Dispone de un Estado entero unánimemente unido a la Revolución, de una Legislatura Constitucional que ha desconocido al Gobierno del Centro; y de un Gobierno también Constitucional de parte de la Revolución; ha expedido decretos que garantizan el imperio de la Ley; ha podido contratar fácil, y espontáneamente colocar un empréstito de un millón doscientos mil pesos; en toda la región ocupada por las fuerzas revolucionarias funcionan regularmente todos los servicios públicos, con autoridades constituídas, funcionarios municipales, policía, orden y moralidad; recaudación metódica de impuestos; seguridad para la vida y los intereses de nacionales y extranjeros; castiga con mano severa los desmanes y los abusos de los que, acogiéndose a la bandera libertadora, han pretendido ir tras del pillaje y del robo, a fin de demostrar que no es un movimiento vandalico ni de anarquía, sino una rebelión santa contra el despotismo. Esta revolución ha vencido en todas las acciones donde ha sido preciso combatir, ha tratado con decoro y dignidad a los heroicos y denodados prisioneros federales, dignificándolos como merecen, y no ejercerá represalias ni castigos sino contra los infidentes, los ambiciosos y los verdugos del pueblo.
Con todos estos elementos que la glorifican y enaltecen, va la Revolución hacia adelante, con la seguridad del triunfo y la certeza de que cumplirá con su deber y con sus promesas, y llama al pueblo para que sin temores y desconfianzas la secunde con su aplauso, con su sanción y con su esfuerzo.
Cuando el impulso malsano de las pasiones de los hombres conduce a los pueblos al error, a la vergüenza y a la esclavitud, es un deber sagrado el sustraerlos del error, alejarlos de la vergüenza y librarlos de la esclavitud.
Los sacrosantos anhelos de Libertad y de Justicia del pueblo mexicano, explotado vilmente por el más ambicioso, inepto y miserable de los hombres, llevo a ese pueblo hasta el sacrificio, juzgando erróneamente que el mentido apóstol le llevaba al Tabor de las reivindicaciones, y fue como pléyade de mártires y héroes que le crucificasen en el calvario de la más negra de las traiciones.
Francisco I. Madero, el fariseo de la Democracia, el Iscariote de la Patria, por ambición y por herencia dee raza -pues es retoño de casta maldita de hermanos en lucha con hermanos-, ha arrastrado por el fango, la vergüenza y la honra de la patria, ha manchado la historia de nuestra raza procreadora de héroes y ha vendido la dignidad y la Independencia nacionales.
Francisco I. Madero ha comprado con oro de las arcas de nuestros únicos enemigos las balas fratricidas.
Francisco I. Madero ha segado veinte mil vidas con la dinamita de sus filibusteros.
Francisco I. Madero ha profanado nuestra bandera con la mano sacrílega del yankee.
Francisco I. Madero ha arrancado de nuestro escuda el águila gloriosa devorando la serpiente, para sustituirla con el buitre que devora la América española.
Francisco I. Madero ha usurpado el poder con el apoyo de nuestros expoliadores, llegando a él, no por el camino llano de la Democracia, sino por las tortuosidades del engaño y la traición; ascendiendo por una pirámide de cadáveres y escombros, y burlando la buena fe del pueblo que por error convirtió en ídolo al verdugo.
Cuando la cuerda del tirano o el látigo del dominador son bastantes para que los hombres o los pueblos encorven las espaldas y se pongan de rodillas ante la tiranía o la abominación, es porque han dejado de ser hombres; porque han dejodo de ser pueblos.
Cuando la huella de la cuerda o el verdugón del latigazo encienden la ira de los hombres o de los pueblos, y les levanta erguidos desafiando al destino, y con la mirada serena, retando al porvenir, es porque esos hombres van a la dignificación, y esos pueblos a la gloria y a la grandeza.
Y a la GRANDEZA y a la GLORIA irá nuestro pueblo que ha sido procreador de héroes y demoledor de tiranías.
¡Viriles y abnegados hijos de Juárez y Morelos! ¡Por nuestras venas corre mezclada la sangre de la raza azteca, estoica y firme con la de la raza hispana noble y valerosa! ¡Demostremos al mundo una vez más que aún sabemos ir como Cuauhtémoc al martirio o arroiar nuestro puñal al enemigo como Guzmán el Bueno, para que asesine a nuestros hijos! ¡Los pueblos que viven de rodillas son vileza; los que de pie sucumben son ejemplo!
Y a eso os llamamos; a que de pie muramos por la raza y por la Patria, con el Derecho por escudo, la dignidad por guía, nuestro valor por norma, y nuestra fe en el triunfo como único galardón de nuestro esfuerzo.
Os convocamos, compatriotas, para una Gran Revolución de principios y a la vez de emancipación. No os va a cobijar el estandarte de una bandera personalista, sino la noble enseñanza que ampara los derechos del pueblo.
La revolución maderista fue nociva a la Patria porque desde que se inició fue incubada en gérmenes de traición; porque llevaba como principales elementos de combate el dinero yanqui y la falange de filibusteros mercenarios, que sin ley, sin hoonor y sin conciencia, fueron a asesinar a nuestros hermanos. Porque sus miembros directores eran solamente ambiciosos vulgares y sin escrúpulos; por la historia de las traiciones y vilezas de los antecesores de Madero, y porque aquella cuadrilla de bandoleros engañaban al pueblo e iban al nepotismo, al robo y a la venta de la patria.
Está ya bien demostrado, para oprobio eterno de ese hombre sin honor y sin fe, que ha vendido a la patria, constituyendo, con la camarilla de Ministros envilecidos que lo rodean, un Gobierno que no es más que una dependencia del Gobierno de Wáshington.
En tal virtud, como heraldos de la dignidad nacional, con las armas en la mano, y en representación de l Junta Revolucionaria, declaramos ante la Nación:
1.- El iniciador de la revolución, Francisco I. Madero, falseó y violó el Plan de San Luis.
2.- Francisco I. Madero hizo la revolución con dinero de los millonarios americanos y con el apoyo indirecto o encubierto del gobierno de los Estados Unidos. Esto está demostrado aún por las propias declaraciones de Madero.
3.- Francisco I. Madero llevó en sus filas filibusteros americanos y de otras nacionalidades para asesinar mexicanos.
4.- Francisco I. Madero robó a la Nación asociado con todos los de su sangre, con el pretexto de fuerza armada en las elecciones que lo elevaron a él y a José María Pino Suárez a la Presidencia y Vicepresidencia de la República.
5.- Francisco I. Madero impuso por la fuerza de las armas Gobernadores interinos e hizo elegir por medio del fraude de los propietarios, violando la soberanía de los Estados.
6.- Francisco I. Madero contrató y recibió a los dos días de subir al poder usurpado CATORCE MILLONES de dólares, de Wall Street, con pretexto de ampliar los servicios de las líneas nacionales, ampliación que no era perentoria, pero con el verdadero objeto de pagar con ellos su deuda contraída para la Revolución, a la casa Waters, Pierce Oil Co., de los Estados Unidos por conducto de sus dos apoderados en México, a quienes Madero hizo nombrar de antemano, consejeros de las Líneas Nacionales.
7.- Francisco I. Madero, de manera perjudicial y humillante para la Nación, ha puesto en manos del Gobierno Americano los destinos de la Patria, por medio de complacencias indignas y de promesas que afectan a su nacionalidad e integridad.
8.- Por los delitos y crímenes anteriores se declara a Francisco I. Madero y a sus cómplices traidores a la Patria y se les deja fuera de la ley.
9.- Habiendo mediado fraude y fuerza armada en las elecciones de octubre de 1911, se declaran nulas las de Presidente y Vicepresidente y se desconoce por tanto el carácter de Francisco I. Madero como Presidente y dé José María Pino Suárez como Vicepresidente y como Presidente nato del Senado.
10.- Por principios de equidad y para no lesionar intereses, se reconocen los empréstitos hechos en el extranjero hasta la fecha; pero se declara de una manera solemne que, aun cuando fuere causa de grandes conflictos, no se reconocerá ningún empréstito, concesión o contrato hecho con extranjeros residentes dentro o fuera del país, después de la fecha de esta proclama.
11.- La revolución desconoce y hará nulas todas las concesiones o contratos hechos por el Gobierno usurpador a los miembros de la familia Madero o a parientes consanguíneos y políticos y a los llamados Ministros de su Gabinete. Y para reivindicación de los capitales obtenidos por medio de tales concesiones, éstos se confiscarán y adjudicarán, la mitad al denunciante y la otra mitad a los huérfanos y viudas de las víctimas de la revolución.
12. Para evitar trastornos en la administración civil de los pueblos y ciudades, la revolución reconoce a todas las autoridades actualmente existentes, siempre que se adhieran a ella y reconozcan sus principios. De lo contrario se les considerará rebeldes contra la salud de la Patria y cómplices del Gobierno usurpador e infidente, y como tales serán castigados con todo el rigor de la ley.
13. Se reconocen como legítimas las Cámaras de la Unión y las Legislaturas locales, así como los Poderes Judiciales en toda la República, siempre que reconozcan la revolución, desconozcan el Gobierno de Madero y garanticen su concurso como legisladores para la realización de los principios proclamados en este manifiesto.
14.- Siendo ésta una revolución de principios, salvadora de la Democracia y de la soberanía nacional no hay en ella ningún personalismo, y por consiguiente no hay Presidente Provisional ni candidato para la Presidencia. La revolución reconoce como únicos poderes legalmente constituídos, el Legislativo y el Judicial, considerando acéfalo por ilegitimidad al Ejecutivo de la Federación, con sujeción al artículo anterior.
15.- La revolución declara derogada la reforma constitucional que instituye la Vicepresidencia de la República, y vigente el precepto constitucional que investía al Presidente del Senado como sustituto del Ejecutivo; pero como quiera que en el presente momento histórico no hay Presidencia legítima en el Senado, puesto que funge como tal el llamado Vicepresidente Pino Suárez, transitoriamente queda en suspenso esa disposición constitucional hasta que funcione regularmente el régimen legal después del triunfo de la revolución.
16.- En virtud de lo anterior, y de acuerdo con los principios de la más pura Democracia, al triunfar la revolución, ésta declarará Presidente Interino de los Estados Unidos Mexicanos al ciudadano designado por elección en la siguiente forma: todos los generales jefes y oficiales del Ejército Nacional Revolucionario y miembros civiles de ella, que ocupen la capital de la República, eligirán una junta compuesta de quince individuos, y esta junta, en votación secreta, designará la persona que ocupará la primera magistratura como Presidente Interino, o determinará si deberá constituirse una Junta de Gobierno compuesta de tres miembros, siguiendo el sistema suizo, para que funcione interinamente como Poder Ejecutivo, entretanto se verifican las elecciones. Ni el designado como Presidente Interino, en el primer caso, ni ninguno de los miembros de la Junta de Gobierno en el segundo, podrán ser electos como Presidente Constitucional en las siguientes elecciones.
17.- Este interinato durará un año a contar desde la fecha de la toma de posesión, a fin de que haya tiempo suficiente para que la Nación triunfe y, segura del buen éxito de sus esfuerzos, esté completamente pacífica y en aptitud de ejercitar libremente el deber del sufragio.
18.- La revolución considera como ilegales las elecciones de Diputados y Senadores que se hagan durante la Administración del Gobierno usurpador, pues considera tales elecciones como fruto espureo de un gobierno de traidores y, por tanto, declara que sólo reconocerá en el momento del triunfo como legítimos representantes del pueblo a los actuales miembros de ambas Cámaras, cuyo período de mandato se declara prorrogado hasta la fecha de la terminación del Gobierno Interino debiendo hacerse las nuevas elecciones simultáneamente con las del Ejecutivo, a fin de que el funcionamiento del nuevo régimen sea uniforme y emanado absolutamente de la voluntad nacional expresada libremente en los comicios. Esto en el caso de que las Cámaras se hayan adherido a la revolución, según lo expresado en el artículo 14.
De lo contrario, la revolución disolverá las Cámaras, y el Poder Ejecutivo asumirá las facultades del Legislativo durante el interinato.
19.- Los elementos armados de la revolución, al triunfar ésta continuarán en pie de guerra al mando de sus mismos jefes y dentro del perímetro donde hayan operado a fin de que sirvan de garantía a las aspiraciones de la revolución, y a la soberanía y derechos de cada uno de los Estados a que pertenezcan, pues dado que su misión no es apoyar la ambicion de un hombre que le convierte en árbitro de los destinos de la Patria sino defender y contribuir a la efectividad del sufragio y al mantenimiento de la soberanía de cada una de las entidades de la Federación de acuerdo con los intereses generales de la Unidad Nacional, pero no subordinando unos a otros, sino consolidándolos armónicamente, se hace preciso que esas fuerzas sirvan de sostén y vigilancia del cumplimiento de los anhelos legítimos del Pueblo hasta tanto que el Gobierno Interino, con su apoyo, lleve a término el cumplimiento de las promesas de la revolución.
20.- Siendo anticonstitucional la militarización del país, y contraria a los principios democráticos, se deroga la ley despótica del servicio militar obligatorio expedida por el Gobierno maderista, que arranca hijos a las viudas, y padres a los inocentes para servir de apoyo a las ambiciones de cualquier déspota. Los ciudadanos están obligados a servir a su Patria en guerra extranjera, pero bajo lo preceptuado en la Constitución. En tal virtud el glorioso Ejército Federal continuará en pie como mantenedor de la soberanía y dignidad nacionales como defensor de las instituciones pero se reclutará con voluntarios bien retribuídos y alimentados, y su efectivo en pie de paz no excederá de veinticinco mil hombres de las tres armas.
21.- Todos los Estados de la Federación cumplirán con el deber que les impone la Constitución de organizar y sostener la guardia nacional, y ésta se formará en cada Estado con las fuerzas revolucionarias pertenecientes a cada uno de ellos, debidamente seleccionadas; manteniendo cada Estado en servicio activo tan sólo el número indispensable para constituir el respectivo pie veterano de ellas, sin ser gravoso para el erario local.
22.- La instrucción de las Guardias Nacionales para tener uniformidad eficiente será impartida por la Federación; y tanto el reclutamiento como la organización de ellas se determinarán en la ley orgánica respectiva.
23.- El excedente que quede de las fuerzas revolucionarias, después de la organización del pie veterano de la Guardia Nacional en cada Estado, se licenciará paulatinamente después de que tome posesión el Presidente Constitucional elegido libremente por el pueblo.
24.- Se dará por terminado el período predencial comenzado por el señor general don Porfirio Díaz al finalizar el año del interinato del Ejecutivo designado por la Revolución.
De consiguiente, con la toma de posesión del Presidente electo por el pueblo, comenzará ub nuevo período que durará los seis años que determina la ley.
25.- Los demás funcionarios federales de elección popular se renovarán, igualmente, en los períodos marcados por la ley.
26.- Por ninguna causa ni motivo, por imperiosos que sean, se concederán al Ejecutivo facultades extraordinarias para legislar en ningún ramo de la Administración Pública, excepción hecha del ramo de Guerra, para la movilización y dirección del Ejército y Guardia Nacional en caso de guerra extranjera.
27.- La revolución hará efectiva la independencia y autonomía de los Ayuntamientos para legislar y administrar sus arbitrios y fondos.
28.- Se suprimirán en toda la República los cargos de Jefes Políticos, cuyas funciones serán desempeñadas por los Presidentes Municipales.
29.- A fin de perfeccionar el sistema federal la República, los territorios de Tepic y la Baja California serán incorporados como Estados de la Federación, previa consulta con sus habitantes en lo que respecta a los recursos económicos de los mismos, a fin de que sus presupuestos de egresos no graven de manera nociva los intereses de los contribuyentes.
30.- El territorio de Quintana Roo será reintegrado al Estado de Yucatán, del que fue separado por razones que ya no existen en la actualidad.
31.- A fin de impedir que el control del Gobierno en los Ferrocarriles Nacionales se menoscabe, el Gobierno no podrá deshacerse, por causa alguna, de las acciones que posee; sino por el contrario, y para acelerar de manera efectiva la completa nacionalización de las líneas, se crear+a anualmente en el presupuesto de egresos una partida destinada a la compra de mayor número de acciones de dicha empresa.
32.- Igualmente, para hacer efectiva la nacionalización del personal de las mismas líneas, el Gobierno cuidará de fomentar el adelanto práctico y técnico del personal mexicano y exigirá de la empresa la más rápida substitución posible de empleados extranjeros por mexicanos, así como que en igualdad de aptitudes, se paguen a los mexicanos iguales sueldos que a los extranjeros.
33.- Para mejorar y enaltecer la situación de la clase obrera, se implantarán desde luego las siguientes medidas:
I. Supresión de las tiendas de raya bajo el sistema de vales, libretas o cartas-cuentas.
II. Los jornales de los obreros serán pagados totalmente en dinero efectivo.
III. Se reducirán las horas de trabajo, siendo éstas diez horas como máximum para los que trabajen a jornal y 12 para los que lo hagan a destajo.
IV. No se permitirá que trabajen en las fábricas niños menores de diez años, y los de esta edad hasta la de diez y seis sólo trabajarán seis horas al día.
V. Se procurará el aumento de jornales armonizando los intereses del capital y del trabajo, de manera que no se determine un conflicto econmico que entorpezca el progreso industrial del pais.
VI. Se exigirá a los propietarios de fábricas que alojen a los obreros en condiciones higiénicas, que garanticen su salud y enaltezcan su condición.
34.- Siendo el problema agrario en la República el que exige más atinada y violenta solución, la revolución garantiza que desde luego se procederá a resolverlo, bajo las bases generales siguientes:
I. Reconocimiento de la propiedad a los poseedores pacíficos por más de veinte años.
II. Revalidación y perfeccionamiento de todos los títulos legales.
III. Reivindicación de los terrenos arrebatados por despojo.
IV. Repartición de todas las tierras baldías y nacionalizadas en toda la República.
V. Expropiación por causa de utilidad pública, previo avalúo, a los grandes terratenientes que no cultiven habitualmente toda su propiedad; y las tierras así expropiadas se repartirán para fomentar la agricultura intensiva.
VI. A fin de no gravar el erario, ni echar mano de las reservas del Tesoro, ni mucho menos aumentar con empréstitos en el extranjero la deuda exterior de la Nación, el Gobierno hará una emisión especial de bonos agrícolas para pagar con ellos los terrenos expropiados, y pagará a los tenedores el interés del 4 por ciento anual hasta su amortización. Esta se hará cada 10 años con el producto del pago de las mismas tierras repartidas con el que se formará un fondo especial destinado a dicha amortización.
VII. Se dictará una Ley Orgánica Reglamentaria sobre la materia.
35.- Se reorganizará de manera eficiente el Catastro en el Distrito Federal, Territorios y Estados de la Federación, para que pueda hacerse una equitativa nivelación de los impuestos, y éstos se graduarán con la intervención de juntas consultoras para cada ramo o fuente de impuestos, suprimiéndose de una manera absoluta el sistema de igualas a los contribuyentes, por ser ese sistema perjudicial e indecoroso y constituir un monopolio o privilegio prohibidos por la Constitución.
36.- La libertad de escribir y de emitir el pensamiento en cualquier forma será efectiva, sin más restricciones que las impuestas en la Constitución en su texto original y antes de ser reformado el artículo 7°.
El presente Plan Revolucionario llena debidamente las necesidades y aspiraciones nacionales. Confiamos en que el pueblo acudirá a nuestro llamamiento.
Los pártidos que van a la lucha pacífica electoral con un candidato destinado previamente ejercitan un derecho democrático.
Los partidos revolucionarios que con anticipación al triunfo enarbolan la bandera personalista no hacen más que ir a la ruina de la Patria y a la esclavitud del pueblo, puesto que de antemano ponen en manos de un solo hombre toda la enorme fuerza conquistada con el triunfo de las armas, convirtiendo la revolución en bandería y armando el brazo de quien después se convierte en su verdugo.
Por eso es que en este Programa no se proclama ningún Presidente Provisional sino que se expresa la manera de elegir un ciudadano o una Junta de Gobierno que ejerza el Poder Ejecutivo de la República interinamente para garantizar el cumplimiento y realización de los anhelos nacioales.
Conciudadanos: Llamamos a nuestras filas a todos los patriotas; a todos los que con toda la honradez de una fe santa y el arrojo del que va a dar su vida por la felicidad de la Patria, y a todos los que hasta ahora se han abstenido de tomar parte en la lucha. Para la salvación de la Patria y de la dignidad nacional no hay distinción de partidos en los momentos de peligro común, pues ésos, en los países democráticos, sólo deben luchar frente a las urnas electorales, y no en los campos de batalla.
Soldados de la República: Vuestra misión sagrada es velar por las instituciones de la Nación, y no servir de apoyo y de sostén a un hombre que criminalmente la engaña, la roba, la hunde en la anarquía y la entrega al extranjero, empobrecida y maniatada.
No os hacemos un llamamiento para que faltéis a vuestros deberes de lealtad, pues no os exhortamos a violar las leyes ni a derrocar las instituciones, sino a desconocer el Gobierno de un hombre nefasto que lleva al país a la ruina y a la esclavitud.
¡Vuestra heroicidad y disciplina en la última contienda os ha conquistado la admiración del mundo!
¡Si el espíritu caballeresco inculcado en vuestras almas despierta escrúpulos en vuestras conciencias, sólo os pedimos que al disparar sobre vuestros hermanos tengáis presente que ésta es una verdadera lucha de emancipación; que recordéis que al coronel Morelos y demás víctimas sacrificadas en la lucha fratricida, y que os juzgan, desde el cielo de su gloria, los sublimes Niños Mártires inmolados en holocausto de nuestro honor y nuestra libertad!
Cuartel General en Chihuahua, marzo 25 de 1912.
Reforma, Libertad y Justicia
General Pascual Orozco, h.
General Inés Salazar.
General Emilio P. Campa.
General J. J. Campos.
General Benjamín Argumedo.
Coronel Demetrio Ponce.
Coronel Gonzalo C. Enrile.
Coronel Félix Díaz.
José Córdoba, Secretario

PASO 6 "LA CONTRARREVOLUCIÓN" O EN EL PECADO LLEVÓ LA PENITENCIA






























































































EL PORFIRIATO
Don Porfis ya viejito gruñón y todas las
medallas de a devis 
Biografía

(José de la Cruz Porfirio Díaz; Oaxaca, 1830 - París, 1915) Militar y estadista mexicano que fue presidente de México. En 1845 comenzó sus estudios en el Seminario y posteriormente trabajó como profesor en el Instituto, como armero y como carpintero. Fue discípulo del liberal Benito Juárez, futuro presidente, quien impartía Derecho Civil en el Instituto de Ciencias.
Cuando esta institución se clausuró por orden del presidente Santa Anna en 1854, Díaz inició su carrera política. En 1858 luchó contra los conservadores en la Guerra de la Reforma y tras ascender a general en 1861, luchó contra la intervención francesa. Fue jefe de brigada en Acultzingo en abril de 1862, participó en la batalla de Cinco de Mayo al lado de Ignacio Zaragoza, y en 1863 tomó parte en la defensa de Puebla.
En esta misma localidad protagonizó poco después una brillante acción militar, cuando realizó un asalto sangriento y rápido contra sus enemigos de esta ciudad, que se refugiaron en los cerros de Loreto y Guadalupe. Sin perder tiempo, avanzó hacia la Capital de la República y la tomó el 2 de abril de 1867, hecho que fue de gran trascendencia militar pues adelantó la caída del Imperio de Maximiliano y el triunfo de Juárez.

Porfis Joven, Héroe de la Batalla
del 2 de Abril en Puebla
Designado candidato a la presidencia por el Partido Progresista, fue derrotado por Juárez y a la muerte de éste, en 1872, se sublevó contra el sucesor Lerdo de Tejada. En noviembre del año anterior había lanzado el llamado "Plan de la Noria", en el que se pronunciaba contra el reeleccionismo y el poder personal y, a favor de la Constitución de 1857 y de la libertad electoral. Por fin, en 1876 consiguió expulsar a Lerdo, y accedió a la Presidencia. En 1880 la Cámara lo declaró Presidente Constitucional.

Posteriormente, se hizo reelegir; tomó posesión del cargo de nuevo el 1 de diciembre de 1884, y tres años más tarde publicó una enmienda, que fue aprobada por el Congreso, al artículo 78 de la Constitución, la cual le acreditaba para una nueva reelección; en 1890 publicó una nueva reforma al anterior artículo para hacer posible la reelección indefinida, todo lo cual le permitió permanecer en el poder hasta 1910. Antes de “perfeccionar” este sistema ordenó la eliminación de todos los adversarios políticos posibles, y la prensa fue sometida o perseguida cuando intentaba mantenerse independiente. El pueblo mexicano estaba hastiado del desorden y la guerra, y Díaz se propuso imponer la paz a cualquier coste, pero México no contaba con fondos ni tenía capacidad crediticia porque no había pagado sus deudas con puntualidad, así que había que atraer capital extranjero; el problema era que nadie invertiría en México si no había estabilidad y paz.

Con una política de mano dura, Porfirio Díaz trató de eliminar las diferencias de opiniones sobre asuntos de política, y se dedicó a mejorar el funcionamiento del gobierno. "Poca política y mucha administración" era el lema de ese tiempo. La paz no fue total, pero Díaz consiguió mantener el orden mediante el uso de la fuerza pública. Policías y soldados persiguieron lo mismo a los bandoleros que a los opositores. Con una política de orden, aumentó la demanda de trabajo y se hizo posible el desarrollo económico, pues el país contaba con recursos y los empresarios podían obtener buenas ganancias.

Sin embargo, con el paso del tiempo se hizo evidente que la prosperidad era sólo para unos pocos, creció el descontento por la miseria en que vivía la mayoría de la gente y grandes sectores sociales tomaron conciencia de que Díaz llevaba demasiado tiempo en el poder. Cada vez fue más difícil mantener el orden. En los últimos años del Porfiriato se vivía en un clima de represión, en el cual la fuerza de las armas se utilizó con violencia creciente. De ello dan muestra la torpeza con que se negociaron y la dureza con que se reprimieron las huelgas de Cananea (1906), en Sonora, y de Río Blanco (1907) en Veracruz, así como la manera en que se persiguió a los periodistas que criticaban al régimen y a cualquiera que manifestara una opinión que no fuera la oficial.

Durante el largo tiempo en que gobernó Díaz se realizaron obras importantes en varios puertos, y se tendieron 20.000 kilómetros de vías férreas. Las líneas de ferrocarril se trazaron hacia los puertos más importantes y hacia la frontera con los Estados Unidos de América para facilitar el intercambio comercial. También sirvieron para facilitar la circulación de productos entre distintas regiones de México, y como medio de control político y militar. El correo y los telégrafos se extendieron por buena parte del territorio nacional. Se fundaron algunos bancos, se organizaron las finanzas del gobierno, se regularizó el cobro de impuestos y, poco a poco, se fueron pagando las deudas. La agricultura progresó espectacularmente en Yucatán, en Morelos y en La Laguna, con vastas producciones de henequén, caña de azúcar y algodón.

México tuvo un crecimiento económico nunca visto, pero, como poca gente tenía dinero para invertir o podía conseguirlo prestado, el desarrollo sólo favoreció a unos cuantos mexicanos y a los extranjeros. La desigualdad entre los muy ricos, que eran muy pocos, y los muy pobres, que eran muchísimos, abrió una profunda brecha en la sociedad mexicana. Se formaron enormes latifundios, los indígenas perdieron muchas tierras, y la mayor parte de los habitantes del campo tuvieron que ocuparse como peones en las haciendas.

Con todo, se hicieron grandes esfuerzos por extender la educación pública, lo que permitió que se educaran más niños; cada vez más mexicanos pudieron seguir estudios superiores y se empezó a formar en todo el país una clase media de profesionales y empleados públicos. Se enriqueció la vida cultural con nuevos periódicos, revistas y libros escritos e impresos en México, se multiplicaron los caminos, puentes, edificios y escuelas, los teatros presentaban compañías y actores europeos, y se extendió el cinematógrafo. La vida intelectual tuvo hitos importantes. Un grupo de historiadores publicó “México a través de los siglos” y otro “México y su evolución social”. Justo Sierra inauguró la Universidad Nacional. José María Velasco plasmó en cuadros maravillosos el esplendor del paisaje mexicano; Saturnino Herrán pintó una impresionante serie de cuadros con gente del pueblo y con alegorías a la mexicanidad y José Guadalupe logró vigorosos grabados con escenas de la vida diaria.



En 1908, Porfirio Díaz concedió una entrevista al periodista norteamericano James Creelman, en la cual afirmó que México ya estaba preparado para tener elecciones libres. La noticia llenó de optimismo a una nueva generación que quería participar en la vida política del país. Surgieron así varios partidos políticos, y se escribieron libros y artículos que discutían la situación del país y la solución de sus problemas. Uno de esos hombres fue Francisco I. Madero. Había estudiado y viajado fuera de México, pues venía de una familia de hacendados y empresarios, y no tenía dificultades económicas. Fundó el partido Antirreeleccionista, del que se postuló candidato. Después se dedicó a viajar por todo el país, para explicar sus ideas políticas. Desde el tiempo en que Juárez había recorrido el país esto no sucedía. Madero se hizo muy popular y despertó grandes esperanzas de cambio.





Pero el éxito de su campaña lo convirtió en un peligro para el gobierno de Díaz, y poco antes de las elecciones de 1910 fue detenido en Monterrey y encarcelado en San Luis Potosí. Allí recibió la noticia de que Díaz había vuelto a reelegirse. Mediante el pago de una fianza salió de la cárcel, aunque debía permanecer en la ciudad. Sin embargo, a principios de octubre Madero escapó a los Estados Unidos de América, donde publicó el Plan de San Luis Potosí.

En ese documento, Madero denunció la ilegalidad de las elecciones y desconoció a Porfirio Díaz como presidente. Se declaró él mismo presidente provisional, hasta que se realizaran nuevas elecciones; prometió que se devolverían las tierras a quienes hubieran sido despojados de ellas; pidió que se defendiera el sufragio efectivo y la no reelección de los presidentes. También hizo un llamamiento al pueblo para que se levantara en armas el 20 de noviembre de 1910, y arrojara del poder al dictador.

El ejército de Porfirio Díaz, que había mantenido la paz durante treinta años, parecía muy fuerte, pero en realidad era débil frente al descontento general. En sólo seis meses las fuerzas maderistas triunfaron sobre las del viejo dictador. La acción definitiva fue la toma de ciudad Juárez, por Orozco y Villa. En esa misma ciudad, en mayo de 1911, se firmó la paz entre el gobierno de Díaz y los maderistas. Porfirio Díaz renunció a la presidencia y salió del país rumbo a Francia, donde murió en 1915. (esto fue escrito seguramente en las oficinas del PAN)




CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL PORFIRIATO
Se significa por una gran transformación en la economía y en la sociedad mexicana, presenta características que se puede dividir en dos fases:
La primera de 1877 a 1896
La segunda de 1896 a 1910
La primera corresponde al inicio y consolidación del régimen porfirista, entra al quite su compadre el manco Manuel González y Porfirio se reelige en cuatro ocasiones, pero existe una tolerancia popular en las reelecciones de Díaz.
La Segunda, corresponde a la epoca en que el llamado grupo de los "cientificos" domino la escena política bajo el amparo del Dictador(chin).
fase que culminaría con la crisis que aqueja al régimen en los últimos años de la primera década del siglo XX (veinte para lo que no saben).


LA POLITICA EN LA PRIMERA FASE DEL PORFIRIATO


Politica Interna, el General Porfirio Díaz se hizo cargo del Poder Ejecutivo en mayo de 1877, En esta primera gestión administrativa, Díaz procuró apegarse a las normas legales y al principio de no reelección que lo había llevado al poder y que fue incluido en la Constitución en el Articulo 78 “el Presidente entrara a ejercer su cargo el 1° de diciembre y durará cuatro años, no pudiendo ser reelecto nuevamente hasta que haya pasado igual periodo, después de haber cesado en sus funciones.”
Cuando Díaz llega a la presidencia, la situación del país no podía decirse que era estable, todavía había rencillas políticas que habían perturbado la paz en la etapa de la República Restaurada,  además de las contraídas en la lucha de la Revolución de Tuxtepec que eran las fuerzas Lerdistas e Iglesistas, además (ufff) de los liberales veteranos y la nueva ola de liberales que deseaban desplazar a los veteranos.
La unión de este relajo, era la primera tarea de don Porfis,  ya que sin la unión no se podría llevar a cabo la reforma económica que los gobiernos de Juárez, y de Lerdo de Tejada no habían logrado.

Medidas de Pacificación
¿Cuáles eran los factores de la inestabilidad política?
  • Las rebeliones de los Lerdistas, que querían que Lerdo de Tejada regresara
  • Las gavillas de bandoleros que traían jodidos a los que transitaban en los caminos de México.
  • Pronunciamientos contra gobiernos locales
  • Rebeliones campesinas
  • Ataques de indios apaches provenientes de Estados Unidos, que causaban graves daños a las poblaciones norteñas.
  • Levantamientos indígenas, sobretodo de Yaquis y Mayos

La oferta de “pan” o “palo” de don Porfis.
rurales realizando
un pacifico interrogatorio
 Díaz tomo medidas represivas y tomo la decisión de no descansar a los soldados que participaron en la Revolución de Tuxtepec (o sea sus cuadernos) y junto con los guerrilleros que habían luchado a favor del liberalismo formaron la llamada y temida “Policía Rural” o también como se les conoció posteriormente como los “Rurales” (méndigos los malditos) y asolearon a los bandidos y posteriormente Díaz los mando contra las poblaciones indígenas (Manchado).

A sus compañeros de Díaz (Cuadernos de doble raya), recibieron de él la oferta de “pan” o “palo”.
El pan consistía en el otorgamiento de prebendas y concesiones de índole económica.
El palo, consistía en medidas represivas para quienes se atrevieran a disentir o simplemente amenazaran con hacerlo.
cuadernos de Porfis
Los que aceptaron recibieron de Díaz su Amistad, implicaba obtener a cambio una lealtad incondicional. La estrategia de la amificación,  fue el medio más eficaz para la concentración del poder político y el logro del orden interno, ya que los grandes caciques (que en muchos casos eran también gobernadores de los estados), las ambiciones personales de estos personajes, fueron utilizados en beneficio del gobierno central, pues mientras en apariencia aceptaba la autonomía de los estados, obtenía la fidelidad de los gobernadores-caciques, al permitirles que satisficieran sus ambiciones personales de riqueza y poder político (un angelito ese Díaz)

La pacificación se fue logrando, aunque las medidas en muchos casos fueron extremas, pues las tropas abusaron de su fuerza contra gente inocente. (Esto se iría haciendo costumbre con Porfis).
La Paz Porfiriana iba haciéndose sentir.


Como buen General, era buen estratega, trató de congraciarse con los diferentes grupos sociales que consideraba tenían el poder, decidió no aplicar con rigor las leyes anticlericales del a Constitución para no disgustar a la jerarquía eclesiástica.
A los antiguos opositores, los liberales del Congreso, los atrajo otorgándoles puestos para el gobierno e invitándolos a formar parte de su gabinete, al que se resistía lo desterraba o lo mandaba ejecutar. respetó el principio de no reelección , por lo que al término de su mandato dejó el cargo en manos de Manuel González (que casualmente era su Compadre), quien asumió la presidencia en 1880.


A quién le importa
esto


MIENTRAS EN EUROPA. . . . . . . en 1880 un ingeniero alemán llamado Gottlieb Daimler, modernizó la maquina de combustión interna y poco mas adelante con ese avance, se fabricaron los primeros automóviles.









EL GOBIERNO DEL GENERAL MANUEL GONZÁLEZ 1880-1884 (MEJOR CONOCIDO COMO EL MANCO COMPADRE DE DÍAZ)


El cuaderno de doble raya de Díaz
Don Manuel González
En este periodo el escenario político, fue disputado por dos grupos
En esta esquinaaaaaa Los CONSERVADORES (otra vez!!!) y en la otra esquinaaaaa Los CIENTÍFICOS!!!, pelearan a dos de tres caídas y con un cuatrienio de límite de tiempo.



Durante su gobierno, Manuel González impulsó la creación del Ferrocarril Central Mexicano, terminó su línea troncal de la Ciudad de México al Paso del Norte, dio concesiones para la creación de la primera red de telégrafos en el país y la fundación del Banco Nacional de México (Banamex) y se puso en servicio el de México a Morelia y el de México a Celaya. La comunicación submarina entre Veracruz - Tampico - Brownsville permitió la comunicación de México con todo el mundo. También por decreto del 20 de diciembre de 1882, se estableció que a partir del mes de enero de 1884 se usaría exclusivamente el sistema métrico decimal en toda la República. (Parece informe de gobierno upss)






Aquí quedó Don Manuel
Sin embargo, las reformas hacendarias y el bajo presupuesto con el que contaban las arcas del país lo obligaron a pedir préstamos. Estos préstamos sólo podían venir de Londres, por lo que Ignacio Mariscal, Ministro de Relaciones Exteriores es enviado a negociar el restablecimiento de relaciones entre ambos países. Los resultados de esta negociación y las demás medidas adoptadas para solucionar la crisis hicieron que la población nunca le perdonara esas faltas mientras fue Presidente, debido a los frecuentes escándalos de corrupción y malos manejos en el gobierno de González. En noviembre de 1881, la emisión de la moneda de níquel, que sustituía al circulante de plata, provocó una crisis económica. Estuvo a punto de estallar un levantamiento en contra de las autoridades republicanas, pero la intervención de Díaz salvó al gobierno de González de sufrir una guerra civil.




A partir del 1 de diciembre de 1884 Díaz gobernó ininterrumpidamente. La filosofía en que se basó el Porfiriato fue el positivismo, que predicaba el orden y la paz, pilares del gobierno porfirista, a pesar de contar con detractores, principalmente en la izquierda política. Gracias al uso del capitalismo, los ministros de Hacienda del gobierno porfirista, Manuel Dublán y José Yves Limantour pudieron lograr una avance en la economía del país.

Matias Romero
Otra característica del Porfiriato fue que los diversos grupos políticos del país convergieron en el Gabinete de Porfirio Díaz. Durante su primer mandato, el gabinete estuvo conformado en su totalidad por los antiguos combatientes de la Revolución de Tuxtepec. Sin embargo, en su segundo período presidencial, llegaron juaristas como Matías Romero e Ignacio Mariscal; lerdistas como Romero Rubio y Joaquín Baranda, y un imperialista, Manuel Dublán. Con los gobernadores, Díaz procuró mantener estrecha relación, en especial en lo relacionado con las elecciones de las legislaturas y tribunales de justicia locales, la construcción de ferrocarriles, el combate a los yaquis, quienes llevaban más de cincuenta años atacando Sonora, y también en otros asuntos menores.

México a Través de los Siglos
Obra de Dn. Vicente Rivapalacio
La paz que se impuso durante el gobierno de Porfirio Díaz permitió el desarrollo de la cultura y la ciencia en México, dado que desde fines del siglo XVIII la continua inestabilidad política, social y económica impidió que se impusiera un clima propicio a la ciencia y a la cultura. Sin embargo, durante el Porfiriato floreció la literatura, la pintura, la música y la escultura. Las actividades científicas fueron promovidas desde el gobierno, pues se consideraba que un avance científico del país podía conllevar cambios positivos en la estructura económica. Fue entonces cuando se fundaron institutos, bibliotecas, sociedad científicas y asociaciones culturales. De igual manera, el arte popular buscó en la cultura de México un elemento para plasmar sus composiciones y expresarse, y así se lograron muestras del arte mexicano que fueron exhibidas en el mundo entero. El positivismo logró hacer que en México hubiera un renacimiento del estudio de la historia nacional, como un elemento que afianzó a Díaz en el poder y contribuyó a la unidad nacional. En el estudio de esta rama sobresalieron Guillermo Prieto y Vicente Riva Palacio.

Doña Carmen Romero
y la labor de pulir al
General
El historiador mexicano José López Portillo y Rojas, en su obra Elevación y caída de Porfirio Díaz, menciona que el avance nacional durante el Porfiriato también cambió la fisonomía del presidente. En abril de 1881, tres años antes de comenzar su segundo período presidencial, el general oaxaqueño contrajo matrimonio con Carmen Romero Rubio, proveniente de las familias con mayor abolengo en la alta sociedad mexicana. Hasta ese año, —según los relatos de la época—, Díaz contaba con todos los rasgos de un militar formado en los campos de batalla: tosco en su modo de tratar con la gente, brusco, con un vocabulario adecuado para hacerse valer por encima de sus soldados, acostumbrado a escupir y sin mucho respeto por las formas sociales. Sin embargo, como el mismo Díaz relató años más tarde en sus Memorias, su esposa Carmen se dedicó a formarlo dentro de la sociedad mexicana. Le enseñó el idioma inglés, y nociones de idioma francés, los modales de la alta sociedad, la forma de moverse y expresarse, el vocabulario adecuado para cada situación. Su fisonomía, como afirmó López Portillo y Rojas, en efecto, había cambiado.

Porfirio ya blanqueado 
Del color moreno de su piel, pasó a tomar un tono más tostado. Como afirman varios testimonios de historiadores de la época, al regresar a la presidencia en 1884, Díaz ya no era Porfirio sino más bien "don Porfirio". Esta opinión la expresó el obispo oaxaqueño Eulogio Gillow a un diario de filiación católica en 1887"Carmelita Romero Rubio fue el alma sorprendente de la evolución del general Díaz hacia una existencia refinada y una política de conciliación de tan hondas consecuencias en la vida nacional. (habrá que hacerle una Estatua)





ECONOMÍA

El ferrocarril representó uno de los avances de la economía del Porfiriato y fue expuesto ante el mundo como símbolo de progreso. La cultura mexicana en la época de Díaz tuvo rasgos de la economía, como este cuadro de José María Velasco, en que se refleja el ferrocarril del Valle de México.
La construcción de ferrocarriles fue uno de los puntos más importantes de la economía mexicana en el Porfiriato. El principal ferrocarril fue el que corría de la Cd. de México hasta Veracruz, cuya construcción inició en 1852 y Lerdo de Tejada lo inauguró el 3 de febrero de1873. Una vez que Díaz se consolidó en el poder comenzó la construcción de ferrocarriles en gran escala. Las principales rutas ferroviarias se dirigían hacia la frontera de Estados Unidos, por lo que desde 1880 hasta 1885 las concesiones cayeron en manos de inversionistas norteamericanos.
Sin embargo, entre 1886 y 1895 los empresarios provenientes del Reino Unido acapararon la totalidad de las concesiones ferroviarias, pero a partir de 1896 y hasta 1905 los estadounidenses comenzaron una contraofensiva para recuperar el control de los ferrocarriles mexicanos.(los gringos siempre a favor de Nosotros!!!)

Finalmente, en 1909 los ferrocarriles fueron nacionalizados y permanecieron en ese ese estado hasta 1991, cuando Carlos Salinas de Gortari los privatizó. Asimismo, el 1 de junio de 1880 y el 16 de diciembre de 1881 el Congreso de la Unión legisló en materia de ferrocarriles, sometiendo a jurisdicción del gobierno federal las concesiones a inversionistas, así como contratos, modificaciones, tendidos de vía y demás, garantizando así la injerencia del gobierno en la economía.
Asimismo se estimuló el desarrollo de las compañías ferroviarias otorgando terrenos colindantes y estableciendo subsidios por cada kilómetro construido. Uno de los proyectos de las compañías norteamericanas era construir una línea entre México y Estados Unidos. Hacia 1911 el país contaba con más de 20.000 kilómetros de vías ferroviarias, cuando en 1876 apenas existían 800.

Cuando en 1908 el periodista James Creelman le entrevistó, Díaz afirmó: "Los ferrocarriles han desempeñado importante papel en la conservación de la paz (¿?) en México. Cuando por primera vez me posesioné de la presidencia en 1876,, sólo existían dos pequeñas líneas que comunicaban la capital con Veracruz y Querétaro. Hoy tenemos más de 19.000 millas de vías férreas". (lo que no dijo fue en condiciones se hicieron!)

Agricultor con un salario justo
durante el porfiriato, no se puede
explicar por qué se quejaban!
Otro factor que permitió el desarrollo del México porfiriano fue la inversión extranjera, ya que los empresarios de otros países deseaban aprovechar los recursos naturales de México, que no pudieron ser explotados por los mexicanos durante el siglo XIX debido a las guerras civiles e intervenciones extranjeras. Esto ocurrió durante el marco mundial de la competencia económica, en que las potencias económicas luchaban por conseguir la primacía mundial.(LLegaron a depredar la riqueza natural de México)
Durante este período en México creció la industria, en su rama extractiva, la agricultura de productos tropicales encaminada a la exportación, además de todas las ramas de la economía, que siempre estuvieron orientadas al desarrollo de México en el exterior. Díaz y sus asesores concedieron todas las facilidades necesarias a los inversionistas extranjeros, a fin de que desarrollaran su actividad y, con el apoyo del gobierno, pronto dominaron la economía del país. Situación que, por supuesto, no fue bien vista por todos aquellos que defendían la idea de que el desarrollo económico del país debía depender de mano y obra y financiamiento mexicanos y no extranjeros.

José Yves Limantour, político mexicano. Economista de profesión, trabajó desde 1878 en el Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Durante el gobierno de González fungió como analista económico de la presidencia y al regresar Díaz a la presidencia fue nombrado Oficial Mayor de Hacienda, bajo las órdenes de Manuel Dublán. A la muerte de éste en 1892, salió de la Cámara de Diputados, donde presidía la Comisión de Hacienda y, por recomendación del suegro de Díaz, Romero Rubio —su padrino de boda—, fue nombrado Ministro de Hacienda, cargo desde el que dirigió libremente la economía nacional hasta 1911, cuando la Revolución Mexicana lo desterró. Finalmente, murió en 1935 en Biarritz, Francia.

Con la llegada de los capitales a México, se vio la necesidad de crear una infraestructura de transportes que permitiera el desarrollo de la industria, y así se pudo generar comunicación entre las diversas regiones del país, ya que muchas de ellas habían estado alejadas del resto del país por muchos años, como en el caso de los estados norteños, SinaloaChihuahua y Coahuila.
El avance tecnologico de las comunicaciones
llegó para todos!!!!!!!!!!!!
Así se construyeron redes de telégrafo y teléfono, y se mejoraron las comunicaciones entre los puertos. Entre 1877 y 1911 se construyeron de 7.136 a 23.654 kilómetros en cuestión de vías telegráficas y así la clave morse fue un factor más en el desarrollo de las comunicaciones en México.
El sistema de correos, que durante todo el siglo XIX fue atacado por los bandoleros, logró un relativo crecimiento con la paz porfiriana, puesto que se establecieron más de 1200 oficinas de correo. En 1876 Alexander Graham Bell inventó el teléfono, que llegó a México el 13 de marzo de 1878, cuando el pueblo de Tlalpan, en el Distrito Federal recibió la primera llamada telefónica. Trece años más tarde, en1891 la primera compañía de teléfonos mexicanos, contaba con más de 1000 suscriptores y ese mismo año se publicó la primera guía de teléfonos en la historia del país.
Ese mismo año el ingeniero alemán Alfred Westrup instaló líneas telefónicas para la policía de la capital, y para 1893 ya existían las primeras líneas particulares. En 1897, el servicio telefónico se extendió a todas las ciudades del país, como MonterreyPuebla y Guadalajara, entre otras.

Cd. de México a finales de la eta porfirista
Un proyecto surgido de corporaciones alemanas llegó a su conclusión trayendo a México la electricidad, que se generaba por medio de turbinas que, impulsadas por la fuerza de gravedad almacenada en los depósitos de agua subterránea, producían la electricidad. Asimismo, la ingeniería permitió aprovechar la orografía de México para estimular la creación de plantas hidroeléctricas, con lo que se pudo incrementar la producción económica de México. En Veracruz se descubrieron reservas de petróleo en 1879, y hacia principios de 1887 el empresario estadounidense nacionalizado mexicano, Adolph Autrey, creó las primeras refinerías del país.

La introducción de la industria mejoró la
vida de todos los mexicanos, como por
ejemplo el de estas vendedoras de zapatos
La industria fue una de las ramas que más atención y presupuesto recibió durante el Porfiriato. En la minería, México ocupó en la época del Porfiriato el primer lugar en producción de plata y se ha mantenido en este puesto desde entonces.
La producción de metales y combustibles se incrementó con el único fin de exportarla hacia otros países. La inversión extranjera se incrementó a partir de 1895, y con ello se abrió pie al inicio de la industria de la transformación, que empezó la fabricación de textiles, papelería, calzadoalimentos, vinoscerveza, cigarros, químicoslozavidrio y cemento. Asimismo, a principios del siglo XX, se creó en México la primera planta de industria siderúrgica, que en su tiempo fue la primera de América Latina.

El comercio se fortaleció debido a la expansión del sistema ferroviario y a que el gobierno decidió suprimir las alcabalas, impuesto que exigían los estados de la República y que hacían más lento el trámite comercial. El gobierno planteó la necesidad de crear productos dirigidos a la exportación, por lo que el país comenzó a depender económicamente de los capitales extranjeros.
El Comercio en el Porfiriato ayudó a disminuir la
injusticia social!. Sigue pendiente el monumento
a Porfirio Díaz!!!!!
El comercio externo estuvo orientado a satisfacer las necesidades agropecuarias e industriales, por lo que se generaron productos como oro, plata, henequén, cauchoixtle, garbanzo, chile, pieles, maderas —tanto finas como para construir—, animales de tiro, café, frijol, vainilla y azúcar. Aunque la producción no fue tan grande como en otros países, si registró un relativo aumento con respecto a la economía mexicana durante los primeros cincuenta años de vida independiente.

En el terreno de las importaciones, se compraron del exterior materiales como hierro, cemento y cal, así como materiales para la construcción y establecimiento de empresas, tecnología para ferrocarriles, telégrafos y teléfonos, materiales para construir máquinas de tracción animal, textiles y otros artículos de lujo, como espejosporcelanasrelojes y muebles.
Hacia finales del Porfiriato, las exportaciones disminuyeron con respecto a las importaciones, por lo que la balanza comercial se mostró desfavorable a la economía de México.

CULTURA Y SOCIEDAD

Ignacio Manuel Altamirano fue un escritor y literato guerrerense que nació en 1834, con ascendencia zapoteca. Estudió en Cuernavaca, y más tarde se convirtió en profesor de latín. Durante la Guerra de Reforma combatió del lado liberal. Su obra más conocida fue Clemencia. Tras varios años de trabajo literario fue nombrado embajador en Italia. Murió en San Remo el 13 de febrero de 1893.

La literatura fue el campo cultural que más avances tuvo en el Porfiriato. En 1849Francisco Zarco fundó el Liceo Miguel Hidalgo, que formó a poetas y escritores durante el resto del siglo XIX en México. Los egresados de esta institución se vieron influenciados por el Romanticismo.
Al restaurarse la república, en 1867 el escritor Ignacio Manuel Altamirano fundó las llamadas "Veladas Literarias", grupos de escritores mexicanos con la misma visión literaria. Entre este grupo se contaban Guillermo PrietoManuel PaynoIgnacio Ramírez, Vicente Riva Palacio, Luis G. Urbina, Juan de Dios Peza y Justo Sierra.
Francisco Zarco
Juan de Dios Peza
Luis G. Urbina
Justo Sierra















  
 MEXICANOS DE LUJO
Manuel Payno

Hacia fines de 1869 los miembros de las Veladas Literarias fundaron la revista "El Renacimiento", que publicó textos literarios de diferentes grupos del país, con ideología política distinta.
Trató temas relacionados con doctrinas y aportes culturales, las diferentes tendencias de la cultura nacional en cuanto a aspectos literarios, artísticos, históricos y arqueológicos.
El escritor guerrerense Ignacio Manuel Altamirano creó grupos de estudio relacionados a la investigación de la Historia de México, las Lenguas de México, pero asimismo fue impulsor del estudio de la cultura universal.
Fue también diplomático, y en estos cargos desempeñó la labor de promover culturalmente al país en las potencias extranjeras. Fue cónsul de México en Barcelona y Marsella y a fines de 1892 se le comisionó como embajador en Italia. Murió el 13 de febrero de 1893 en San Remo, Italia. La influencia de Altamirano se evidenció en el nacionalismo, cuya principal expresión fueron las novelas de corte campirano. Escritores de esta escuela fueron Manuel M. Flores, José Cuéllar y José López Portillo y Rojas.

Amado Nervo
Poco después surgió en México el modernismo, que abandonó el orgullo nacionalista para recibir la influencia francesa.
Esta teoría fue fundada por el poeta nicaragüense Rubén Darío y proponía una reacción contra lo establecido por las costumbres literarias, y declaraba la libertad del artista sobre la base de ciertas reglas, inclinándose así hacia el sentimentalismo. La corriente modernista cambió ciertas reglas en el verso y la narrativa, haciendo uso de metáforas. Los escritores modernistas de México fueron Luis G, Urbina y Amado Nervo.

Como consecuencia de la filosofía positivista en México, se dio gran importancia al estudio de la historia. El gobierno de Díaz necesitaba lograr la unión nacional, debido a que aún existían grupos conservadores en la sociedad mexicana.
Por ello, el Ministerio de Instrucción Pública, dirigido por Justo Sierra usó la historia patria como un medio para lograr la unidad nacional. Se dio importancia especial a la Segunda Intervención Francesa en México, a la vez que se abandonó el antihispanismo presente en México desde la Independencia.

En 1887, Díaz inauguró la exhibición de monolitos prehispánicos en el Museo Nacional, donde también fue mostrada al público una réplica de la Piedra del Sol o Calendario Azteca. En 1908 el museo fue dividido en dos secciones: Museo de Historia Natural y Museo de Arqueología. Hacia principios de 1901, Justo Sierra creó los departamentos de etnografía y arqueología. Tres años después, en 1904 durante la Exposición Universal de San Luis —1904— se presentó la Escuela Mexicana de Arqueología, Historia y Etnografía, que presentó ante el mundo las principales muestras de la cultura prehispánica.

El valle de México, pintado en 1885 por Velasco. El paisajismo mexicano tuvo gran auge durante la época en que Porfirio Díaz gobernó al país. En general, la cultura mexicana se vio afectada por los cambios económicos y políticos, y se desarrolló un arte en dos etapas. La primera, que comprende de 1876 a 1888 representó el auge del nacionalismo. La segunda y última fase del arte porfiriano empezó en 1888 y finalizó con el gobierno de Díaz, en 1911 y se caracterizó por una preferencia cultural hacia Francia y su cultura.

José María Velasco fue un paisajista mexicano que nació en 1840, y se graduó como pintor en 1861, de la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Estudió asimismo zoologíabotánicafísica y anatomía. Sus obras principales consistieron en retratar el Valle de México y también pintó a personajes de la sociedad mexicana, haciendasvolcanes, y sembradíos. Una serie de sus trabajos fue dedicada a plasmar los paisajes provinciales de Oaxaca, como la catedral y los templos prehispánicos, como Monte Albán y Mitla. Otras pinturas de Velasco fueron dedicadas a Teotihuacán y a la Villa de Guadalupe.





Gabino Barreda
El avance de la instrucción pública fue favorecido por el positivismo, y por su representante mexicano Gabino Barreda. Durante el Porfiriato se sentaron las bases de la educación pública, que siempre fue respaldada por los intelectuales de índole liberal. En 1868, todavía durante el gobierno de Juárez, se promulgó la Ley de Instrucción Pública, que no fue aceptada por la Iglesia Católica. Joaquín Baranda, ministro de Instrucción Pública, desarrolló una campaña de conciliación con la Iglesia, y aplicó a la educación el aspecto positivista, sin dejar de lado el humanismo. Se buscaba que todos los alumnos tuvieran acceso a la educación básica, pero para ello se tuvo que enfrentar a caciques y hacendados, además de la falta de vías de comunicación en las zonas rurales. La instrucción primaria superior se estableció en 1889 y tuvo por objeto crear un vínculo entre la enseñanza elemental y la preparatoria.
Joaquin Baranda

En 1891 fue promulgada la Ley Reglamentaria de Educación, que estableció la educación como laica, gratuita y obligatoria. Asimismo fueron instituidos los llamados Comités de Vigilancia. Para que los padres y tutores cumplieran con la obligación constitucional de mandar a sus hijos o pupilos a la escuela. Baranda fundó más de doscientas escuelas para maestros, que una vez egresados se dirigieron a enseñar a las ciudades del país. Sin embargo, en las zonas rurales la falta de desarrollo social provocó un rezago educativo.





Durante las fiestas del Centenario de la Independencia de México, Justo Sierra presentó ante el Congreso de la Unión, una iniciativa para crear la Universidad Nacional de México, como dependencia agregada al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. La ley fue promulgada el 26 de mayo, y el primer rector universitario fue Joaquín Eguía Lis, durante los años de 1910 a 1913. Las escuelas de Medicina, Ingeniería y Jurisprudencia habían funcionado separadas durante más de cuarenta años, pero con esta ley se reunían todas, junto con la Escuela Nacional Preparatoria, en la Universidad Nacional de México. Pocos años después de culminar la Independencia, fue suprimida la Real y Pontificia Universidad de México, ya que había sido considerada un símbolo del Virreinato de Nueva España, como una muestra de desprecio ante la cultura española. Años después se intentó restaurar la institución, pero las guerras civiles y las confrontaciones políticas lo impidieron.

VIDA PERSONAL DE PORFIRIO DÍAZ Y SU FAMILIA


El Palacio de Bellas Artes se comenzó a construir en 1904 como antecedente de las festividades del Centenario de la Independencia Mexicana. En su momento la sociedad mexicana lo consideró la máxima expresión de la Arquitectura de México, y en particular, del Porfiriato. Fue concluido en1934 y su inauguración se celebró el 30 de septiembre del mismo año. Pero el modelo arquitectónico y la construcción son de inspiración en el modelo francés, característica del Porfiriato.

Porfirio Díaz y su esposa Carmen Romero Rubio habitaban una casa de estilo barroco novohispano, ubicada en la calle de La Cadena, en el centro histórico de la Ciudad de México, y que databa del siglo XVIII, cuando fue mandada construir por el virrey Carlos Francisco de Croix. Díaz solía despachar junto con su gabinete en Palacio Nacional, y durante los veranos residía y ejercía su cargo desde el Castillo de Chapultepec. Entre sus aficiones se encontraba la práctica de la calistenia, del juego de naipes, del billar y del boliche, que había mandado instalar en el Castillo. También aprovechó para ejercitarse físicamente a través de la natacióncaminata y atletismo, en el Bosque de Chapultepec, muchas veces acompañado de su hijo Porfirio, a quien el presidente llamaba "Firio". Junto a su secretario particular Rafael Chousal jugaba naipes y boliche, a la vez que salía de excursión montañista a sitios arqueológicos como Teotihuacán o Monte Albán. En una ocasión, durante la visita de inversionistas aragoneses a México, fueron llevados en una comitiva encabezada por el presidente a Teotihuacán, donde Porfirio Díaz pudo escalar únicamente con la ayuda de una cuerda la Pirámide del Sol, a sus más de setenta años de edad.
Porfirio y Carmen nunca tuvieron hijos, debido a la esterilidad de la Primera Dama. Sin embargo, desde 1884, año de su matrimonio, los hijos del general y de su primera esposa difunta, Delfina Ortega, vivieron con la nueva pareja. Junto a las hermanas de Carmen, Luisa y Sofía, y a los padres de la esposa de Díaz, la "familia real", —como era conocido el círculo más cercano a Porfirio Díaz—, solía presentarse en las ceremonias de la sociedad mexicana. Porfirio Díaz Ortega, único hijo varón y el primogénito del presidente, se graduó de cadete en el Colegio Militar, ubicado en la capital. Contrajo matrimonio en 1901 con María Luisa Raygosa, hija de hacendados nativos de Aguascalientes y residía en el Molino de las Rosas, su rancho en Mixcoac y que en 1912 fue saqueada por las tropas revolucionarias de Pascual Orozco. Luz Victoria —llamada así en recuerdo del triunfo liberal en la Batalla de Puebla en 1862— se casó con el ingeniero industrial Francisco Rincón Gallardo, quien poseía una hacienda en Zacatecas donde el presidente Díaz solía pasar temporadas en compañía de su hija.
Amada, la hija que Díaz procreó en los años de la guerra contra Francia con la soldadera Rafaela Quiñones, comenzó a vivir con el presidente desde 1879. En 1885 se casó con el hacendado morelense Ignacio de la Torre y Mier, con quien nunca tuvo hijos y solía discutir frecuentemente con él, debido en parte a que siempre pesó sobre De la Torre un rumor acerca de su homosexualidad. El 18 de noviembre de 1901 la policía realizó una redada en lo que llegaría a conocerse como «baile de los cuarenta y uno», una fiesta gay en la que la mitad de los hombres estaban travestidos. Corrió un rumor de que en realidad habían sido 42 los detenidos, siendo precisamente el número cuarenta y dos Ignacio de la Torre, que habría sido salvado de ir a prisión por ser el yerno presidencial.
En total, Porfirio Díaz tuvo dieciséis nietos, siete de Porfirio y nueve de Luz. En el Castillo de Chapultepec vivían desde 1905 sus nietos Porfirio, Piro, Lila, Genaro, Amada, Francisco, Nacho y Virginia. En el Teatro Arbeu de la Ciudad de México se representaban obras de teatro a las que Díaz y su esposa, acompañados de los ministros Justo Sierra y Justino Fernández, solían asistir. En la Hacienda de San Nicolás Peralta, propiedad de su yerno Ignacio de la Torre, Díaz practicaba la cacería, que también ejercitaba en los campos de Michoacán y Jalisco.

Las familias de la alta sociedad mexicana, que en su mayoría eran partidarias del gobierno, comenzaron a formar un círculo en torno al general Díaz. El matrimonio presidencial era el encargado de presidir las fiestas, bailes y demás eventos sociales de la comunidad política y económica del país. Entre sus diversiones se contaban los viajes de excursión a Popo-Park —el primer zoológico en México—, y a Mixcoac, donde Porfirio Díaz encabezaba los bailes en la hacienda de su hijo mayor. En 1881 se fundó un establecimiento de entretenimiento conocido como el Jockey Club, en la antigua Casa del Conde de Orizaba, más conocida popularmente como "La Casa de los Azulejos". El Jockey Club solía ser frecuentado por Díaz y sus colaboradores más allegados. De acuerdo a las notas escritas por Justo Sierra, el Jockey Club era un club social diseñado originalmente para los varones de la alta clase política, lo que no impedía la visita de las mujeres, muchas veces que eran esposas de los miembros del Club. En este lugar se trataban temas de políticaeconomía o cualquiera relacionado con la situación de entonces en México. Eran comunes las partidas de naipes o bacará, y el uso de bebidas alcohólicas, como tequila o coñac.

Dentro de la sociedad cercana a Díaz destacó un grupo de políticos e intelectuales conocido como "Los Científicos", encabezado por el Ministro de Hacienda, Limantour. Sus miembros eran parte del gabinete presidencial, como Rosendo Pineda, Justo Sierra, Joaquín Casasús, Francisco BulnesPablo Macedo y Miguel Macedo. Ellos ocuparon las carteras más importantes del gobierno en cuestión, como el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de Instrucción Pública y Justicia, el Ministerio de Fomento y el Ministerio de Hacienda. El escritor y politólogo Jorge Vera Estañol describió en su obra "Historia de la Revolución Mexicana, orígenes y resultados" a "Los Científicos" de esta forma:
Existía un grupo de hombres maduros, la crema de la intelectualidad mexicana, para quienes la dictadura vitalicia significaba la renuncia a toda esperanza de dirigir la política nacional, y este grupo resolvió organizarse para compartir el poder con Díaz y encauzar el gobierno dentro de algún programa.

Jorge Vera Estañol"Los Científicos", tomado del libro "Historia de la Revolución Mexicana: orígenes y resultados"

ASUNTOS POLÍTICOS



Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/80/Pelagio_Labastida.jpgAntiguo miembro del Partido Conservador, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos fue asesor de Maximiliano de Habsburgo durante el Segundo Imperio Mexicano. Expulsado por Benito Juárez, se exilió en ZaragozaEspaña y Díaz le permitió volver al país en 1877. Ofició el matrimonio religioso de Porfirio y Delfina Díaz horas antes del fallecimiento de ésta última. Años más tarde mantuvo una relación de amistad con Porfirio Díaz, lo que afianzó la relación de la Iglesia Católica con el Estado Mexicano.

Durante su primer mandato presidencial, Díaz se rodeó de los antiguos combatientes de Tuxtepec. El principal asesor de Díaz fue Justo Benítez, quien además era amigo y compañero personal del presidente, y sí tenía experiencia política. Benítez enseñó a Díaz el manejo de la política, lecciones que años más tarde el presidente aplicaría en su gobierno. Hacia 1879, cuando comenzó la carrera por la sucesión presidencial, se perfilaban dos candidatos, Justo Benítez y Manuel González. A pesar de que varios grupos políticos sugirieron a Díaz volverse a presentar como candidato, el general declinó la oferta puesto que contrariaba los principios del Plan de Tuxtepec, con el que había llegado a la presidencia. Manuel González derrotó a Benítez y consiguió la candidatura.
El 1 de diciembre de 1880, tras unas elecciones sin contratiempos, González se convirtió en Presidente de México. Díaz siguió desempeñando papeles en la administración pública nacional, como el cargo de Ministro de Fomento. El presidente González cometió varios errores, que aunados a los escándalos de administración y corrupción, desprestigiaron su figura. Porfirio Díaz regresó a la presidencia en 1884, con el apoyo de todos los sectores políticos del país.
Uno de los principales objetivos de la segunda administración porfirista fue la pacificación del país. Esta política se basó en dos aspectos, el primero consistió en incorporar al régimen a adversarios y opositores a su gobierno, mediante la concesión de cargos ministeriales.
En su primer gabinete, se contaron únicamente antiguos revolucionarios de Tuxtepec. Ya en su segunda administración, se incorporaron lerdistas, iglesistas, gonzalistas e incluso miembros del Partido ConservadorManuel Romero Rubio, suegro del presidente ocupó durante once años la cartera de Gobernación, e incluso se dijo que poseía aspiraciones presidenciales. Díaz, sin embargo, se encargó de descalificar a Romero Rubio, ya que la intención del presidente era perpetuarse en el poder.
Otro punto que Díaz intentó llevar a cabo durante su mandato fue la conciliación con la Iglesia Católica, con quien el gobierno liberal había tenido discrepancias desde que se promulgó la Constitución de 1857. El primer acercamiento entre la Iglesia y el Estado porfirista se dio en 1880, cuando murió Delfina Ortega de Díaz y el arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, ofició la ceremonia del matrimonio católico y días más tarde el funeral de la esposa de Díaz. Ya en su segunda administración, Díaz conoció, por intermedio de los Romero Rubio, al sacerdote oaxaqueño Eulogio Gillow, quien era hijo de hacendados poblanos y educado en Inglaterra. Gillow, con el paso del tiempo, se convirtió en amigo personal de Díaz y ayudó a mejorar las relaciones de la Iglesia con el Estado.
En noviembre de1881, Gillow casó a Díaz con Carmen Romero Rubio y en 1887 fue investido como primer arzobispo de Oaxaca. Díaz obsequió a Gillow una esmeralda rodeada de brillantes, y el nuevo arzobispo envió al presidente una joya traída desde Francia, que recordaba las Guerras Napoleónicas y un busto de Napoleón Bonaparte. Durante el Porfiriato, el clero acrecentó sus propiedades, como hospitales y escuelas, además de un aumento en las diócesis y arquidiócesis. Regresaron los jesuitas y se instituyeron más órdenes religiosas. Díaz, en la intimidad se declara "católico, apostólico y romano", aunque el protestantismo crece durante su gobierno. Gillow pidió a Díaz firmar un concordato con el Estado Vaticano, y el presidente se negó, rompiendo así la promesa que León XIII hizo a Gillow de investirlo cardenal a cambio de lograr un concordato con México.
Las relaciones exteriores de México ya no se limitaron sólo al comercio con Estados Unidos de América. El pago de la deuda externa a Inglaterra en 1884, la estabilidad y seguridad pública y el restablecimiento del crédito de México ante el mundo, logró que varios países de la comunidad internacional otorgaran su reconocimiento a Díaz. De los países que firmaron la Convención de Londres en 1881Francia fue el último en reconocer al gobierno mexicano, pues España e Inglaterra lo hicieron en 1878. El acercamiento económico, político y comercial a Europa equilibró la situación de México ante Estados Unidos. El presidente Díaz declaró en una entrevista a un diario español: "Pobre México. Tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos".


Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-Huelga_Rio_Blanco_1907.jpgAl iniciar el mes de enero de 1907, los obreros de Río Blanco, Veracruz, formaron una cooperativa sindical para defender sus derechos ante los patronos. El 7 de enero suspendieron su trabajo en protesta por las medidas de los dueños, y entonces comenzó la Huelga de Río Blanco, que fue reprimida rápida y violentamente por los miembros del Ejército Mexicano. Años más tarde, este incidente fue recordado contra Díaz en los primeros movimientos de la Revolución Mexicana.

Un incidente ocurrido en 1877 estuvo a punto de desatar una guerra entre México y Estados Unidos, puesto que el presidente norteamericano, Rutherford Birchard Hayes y sus ministros William M. Evarts y John Sherman pretendían imponer condiciones para reconocer a Díaz. Estas condiciones consistían en permitir paso al Ejército de los Estados Unidos por la frontera del Río Bravo, concesiones territoriales y creación de zonas libres. Apoyado por sus ministros José María MataManuel María de Zamacona e Ignacio Luis Vallarta, Díaz logró el reconocimiento estadounidense en 1878 sin tener que ceder a las condiciones impuestas por Hayes y su gabinete.
Rufino Barrios, presidente de Guatemala, buscaba que México renunciara sus derechos del territorio del Soconusco, en Chiapas. Barrios buscó a toda costa tratar de resolver el conflicto territorial entre los dos países por la mediación de un tercero, que en este caso sería Estados Unidos. Porfirio Díaz, entonces presidente de México, respondió al gobierno guatemalteco que antes de aceptar la renuncia del Soconusco preferiría la guerra, sin embargo, este conflicto fue solucionado por vía de la paz con el Tratado Herrera-Mariscal en 1882. Barrios, después de fracasar en varios intentos para lograr anexar territorios trató de restablecer una unión centroamericana por medio de negociaciones diplomáticas y ante su inminente fracaso, decidió emprender el restablecimiento de la unidad centroamericana por medio de la fuerza militar.

El 28 de febrero de 1885 Barrios emitió un decreto proclamando la unión centroamericana y advirtiendo que en su defecto la unión se realizaría por la fuerza de ser necesario. El 22 de marzo de 1885Costa RicaEl Salvador y Nicaragua firmaron en la ciudad salvadoreña de Santa Ana un convenio de alianza militar para oponerse a los planes de Barrios.
Los países suscriptores del Tratado de Santa Ana acreditaron conjuntamente como Ministro plenipotenciario en la Ciudad de México al Lic. Ricardo Jiménez Oreamuno, quien inició negociaciones para concertar una alianza entre esos tres países y México.
Los tres presidentes buscaron el apoyo de México, que en ese entonces era gobernado por Porfirio Díaz y quien no dudó en rechazar el plan de Barrios.
Díaz movilizó 30,000 hombres en la frontera con Guatemala para desde ahí comenzar una invasión general que acabara rápidamente con el conflicto.
A pesar de eso, el 2 de abril de 1885 las tropas guatemaltecas y salvadoreñas ya habían comenzado el conflicto y se enfrentaron durante la Batalla de Chalchuapa, en la cual pereció Justo Rufino Barrios. La noticia de la muerte del presidente guatemalteco causó un inmenso desaliento en Guatemala, y al siguiente día la Asamblea derogó el decreto de unión centroamericana. Honduras, aliado de Guatemala manifestó intenciones de paz, justo cuando sus tropas se iban a enfrentar con las de los aliados y México no llegó a la necesidad de invadir Guatemala.
La pacificación de la prensa en México fue otro de los objetivos políticos de la administración política. A fines de 1887Guillermo Prieto escribió: "La prensa, nuestro cuarto poder, as el único bastión sobreviviente del liberalismo puro y original".
Manuel González publicó en1882 un decreto conocido como Ley Mordaza, en el que se establecía que cualquier periodista podía ser aprehendido, llevado a prisión y sometido a juicio por denuncias de cualquier otro ciudadano.
Ejemplos de periodistas que fueron juzgados por esta ley fueron Enrique Chávarri, conocido bajo el seudónimo de "Juvenal", o el hijo de Ignacio RamírezRicardo Ramírez. Hacia 1888 subsistían 130 periódicos, pero a fines de 1911 quedaban sólo 54, ya que la otra parte fue clausurado en el resto del gobierno porfirista.
Fue conocido el caso del diario zacatecano "El Monitor Republicano", que publicó en 1895 el siguiente artículo periodístico:
Resulta imposible la operación de envilecer a un pueblo a fin de hacerlo rico y feliz. La democracia será una ficción y la libertad una patraña, pero sin ellas también lo es la prosperidad nacional.
Este texto motivó que muchos obreros se lanzaran a las calles en manifestaciones para exigir mejora de salarios y condiciones de trabajo, El gobernador del estado escribió a Díaz pidiendo ayuda para solucionar la situación. Desde el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México, el presidente escribió al gobernador, de su puño y letra, la siguiente carta:
— mi opinión, que amistosamente le emito, es que daría mejores resultados que alguno de los agraviados lo acusen, y aunque sean dos o tres meses de prisión la pena que se les imponga, como esos escritores no se pueden callar durante su encierro, se les puede seguir acusando y anexando penas hasta endrogarlos en dos o tres años. La tarea es molesta y le llegará a cansar a usted, pero también es seguro que no será antes que al procesado.

Con la intelectualidad mexicana, Díaz siguió la misma política que con la prensa. Como parte de la política de conciliación y concesión llevada a cabo a partir de 1884, el porfirismo logró acercar a sus filas a muchos intelectuales, por medio de su operador en ese ámbito, el ministro Justo Sierra. Varios de los escritores y poetas ocuparon puestos como diputados locales o federales, e incluso algunos llegaron al Senado de la República.
Díaz comentaba a sus amigos cuando oía a un intelectual quejarse, "Ese gallo quiere maís" [sic], refiriéndose a que aspiraban a un puesto público a cambio de su silencio. Los intelectuales que se unieron al régimen fueron Francisco G. Cosmes, Telésforo GarcíaFrancisco BulnesSalvador Díaz MirónFederico GamboaVictoriano Salado Álvarez, entre otros.
Contrario a la política de concesiones y conciliación, muchas veces la administración porfirista usó la violencia y represión contra sus adversarios, y de esta forma se pacificaron los grupos políticos que no se acogieron a la conciliación, a la vez que el Ejército Mexicano sofocó por vía de las armas muchas de las rebeliones surgidas en el Porfiriato, como el caso del levantamiento campesino de Tomóchic, Chihuahua, ocurrido en octubre de 1886.
La rebelión de lerdistas en 1879 fue sofocada violentamente ante el telegrama enviado por Díaz a Veracruz, donde daba órdenes al gobernador Luis Mier y Terán de: "Mátalos en caliente".
Esta frase representó la represión a todo tipo de oposición en el Porfiriato. En esa época fue creado el cuerpo de rurales, división de policía encubierta como civiles y cuya principal función fue de detectar opositores al régimen y ejecutarlos mediante el fusilamiento. Otra característica del cuerpo de rurales fue el uso de la ley fuga, que consistían en dejar escapar al preso, para luego ejecutarle so pretexto de impedir su huida. Los rurales eran policías profesionales mejor pagados y entrenados que el ejército, y fueron la herramienta en la cual Díaz se apoyó para pacificar el país.


Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-Justo_Sierra.jpgJusto Sierra Méndez, intelectual y político mexicano afín al porfirismo. Miembro del grupo conocido como "Los Científicos", comandado por Limantour, fue uno de los principales asesores presidenciales en la segunda etapa del Porfiriato —1884-1911—, en la que ocupó varios puestos públicos en el primer plano del escenario político nacional. En1899 escribió a Porfirio Díaz: "Puede bautizársele [el Porfiriato] con el nombre de dictadura social, de cesarismo espontáneo, de lo que se quiera; la verdad es que tiene caracteres singulares que no permiten clasificarlo lógicamente en las formas clásicas del despotismo. Es un gobierno personal que amplía, defiende y robustece al gobierno legal. [Es] un poder que se ha elevado en un país que se ha elevado proporcionalmente también, y elevado no sólo en el orden material, sino en el moral, porque ese fenómeno es hijo de la voluntad nacional de salir definitivamente de la anarquía [...]. Para justificar la omnímoda autoridad del jefe actual de la República, habrá que aplicarle, como metro, la diferencia entre lo que se ha exigido de ella y lo que se ha obtenido.". Fue nombrado Ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1905, cargo desde el que coordinó los festejos del Centenario de la Independencia de México, en 1910. Exiliado debido a su enfermedad en 1910, falleció en MadridEspaña, el 13 de septiembre de 1912.

En 1886 se levantó en armas en MazatlánSinaloa, el campesino Heraclio Bernal, desconociendo a Díaz como presidente y nombrando como su sustituto provisional a Trinidad García de la Cadena, antiguo militar porfirista y ex candidato presidencial en 1880. La rebelión logró avanzar hasta Los Mochis, donde un cuerpo de rurales enviados desde Aguascalientes logró detener a los sublevados.
En el enfrentamiento pereció García de la Cadena, y Bernal logró escapar hasta Chihuahua, donde fue traicionado y entregado a las fuerzas rurales, que de inmediato lo ejecutaron. Hacia 1889, el general Ramón Corona, antiguo combatiente liberal y entonces Gobernador de Jalisco, intentó lanzar su postulación como candidato presidencial. Sin embargo, a la salida de un teatro fue asesinado por uno de los rurales el 5 de junio de 1889, sin que nunca se realizara juicio al asesino de Corona.
Las fuerzas rurales también se encargaron de sofocar las rebeliones campesinas, ocurridas la mayor parte de ellas ante el descontento por haber sido despojados de sus tierras.
Otro de los trabajos rurales fue ejecutar a los bandoleros y asaltantes de caminos federales y haciendas. Una de las represiones que tuvo mayor repercusión a nivel nacional e internacional fue la llevada a cabo en contra de los indígenas yaqui, del norte del país, en la frontera con Estados Unidos de América.
Los yaquis se habían asentado en los estados de Sonora y Chihuahua desde finales del siglo XVIII y habían permanecido en ese sitio sin ser molestados durante más de cien años.
Sin embargo, durante el segundo mandato de Díaz comenzaron protestas, manifestaciones y rebeliones protestando por la condición de servidumbre y explotación laboral en que se mantenían los yaquis. Las protestas se intensificaron ante las medidas de represión que tomó el gobierno contra las manifestaciones de inconformidad.
En 1885 varios de estos grupos fueron despojados de sus tierras, y desarrollaron una guerra de guerrillas contra el gobierno, y siempre fueron respaldados por los apaches, oriundos de Norteamérica. Pedro Ogazón, Ministro de Guerra y Marina, viajó hasta el norte del país a tratar de convencer a los yaquis de dejar las armas, pero fracasó en su intento.
La dominación militar fue infructuosa debido a las múltiples derrotas que sufrieron los cuerpos federales. Tras más de diez años de lucha, a principios de 1896 el gobierno optó por reprimir a los yaquis por medio de la deportación a las plantaciones de henequén en Yucatán, y en el transcurso del siglo XX esta etnia fue prácticamente exterminada.

En el Estado de Yucatán, los mayas mantenían una guerra de más de cincuenta años, en contra de las fuerzas federales y abogaban por la independencia de Yucatán de México y por la creación y reconocimiento oficial por parte de la comunidad internacional de la República de Yucatán. La Guerra de Castas, que inició en 1847 recogió las demandas de los mayas contra la condición de servidumbre en que vivían desde la época del Virreinato de la Nueva España. En 1901, las tropas del ejército federal, comandadas por Victoriano Huerta entraron al territorio yucateco y comenzaron la campaña para exterminar a las tropas rebeldes. Tras más de dos años en guerra, los federales lograron penetrar al principal campamento maya en Mérida, el 23 de marzo de 1902. Los guerrilleros capturados fueron ejecutados y los que consiguieron escapar fueron arrestados tiempo más tarde y corrieron la misma suerte que sus antiguos compañeros. La Guerra de Castas se dio por finalizada en el informe presidencial que Díaz rindió ante el Congreso el 1 de abril de1904.

TomóchicChihuahua, fue el escenario de una rebelión indígena en noviembre de 1891, cuando sus habitantes, mayoritariamente indígenas, protestaron ante el alcalde por la poca salubridad en las minas de cobre. La manifestación saqueó uno de los principales comercios del pueblo, y los responsables fueron hechos prisioneros. El gobierno, por medio de intermediarios indígenas, intentó negociar con los sublevados, quienes, a pesar de las ofertas hechas por la administración local, se negaron a realizar un pacto.
El ayuntamiento, ante la negativa del pueblo, ordenó al cuerpo de rurales ingresar en las comunidades indígenas y reprimir la sublevación. El pueblo se mantuvo firme en su lucha, y tras de muchas horas de combate, las fuerzas federales se rindieron, tras haber perdido más de 1.200 soldados.
Los campesinos del país vivían en condiciones similares a las de los indígenas del norte del país, puesto que trabajaban más de catorce horas diarias ante la exigencia del gobierno para aumentar la producción agrícola, y los propietarios comenzaron a tomar medidas más severas para obtener mayores ganancias y un rendimiento más productivo.
Los peones, en teoría, eran obreros asalariados por los patrones de las haciendas, y como tal su sueldo debería pagarse en pesos mexicanos, de acuerdo a las leyes laborales vigentes en esa época. Más aún, en la práctica su salario era pagado en especie, a través del sistema de tiendas de raya, establecimientos en la misma hacienda, donde los peones podían canjear los vales con los que se les pagaba por productos y alimentos de primera necesidad, que eran considerados como su salario. Sin embargo, el peso económico de los vales era demasiado inferior al costo de los productos en la tienda de raya, por lo que los peones quedaban endeudados con su patrón. Asimismo, el trabajador de la hacienda debía servir a su dueño a cambio de una vivienda en el interior del edificio.

Entre los principales objetivos en el ámbito político del primer mandato de Díaz se encontraba el de elevar a rango constitucional el principio de la no reelección inmediata, que le sirvió de bandera en la Revolución de Tuxtepec.
A principios de enero de 1878 comenzaron los trámites de reforma constitucional en la Cámara de Diputados, dirigidas por el asesor político de Díaz, Justo Benítez. El 19 de juniode 1879 la no reelección se integró a la Constitución federal, pero quedaba abierta la reelección luego de transcurrir un período presidencial.
Para 1884, Díaz regresó al poder y declaró a la prensa: "Hoy vuelvo a ser presidente y no podré volver a serlo.". Sin embargo, hacia fines de 1887 el Congreso de la Unión aprobó una reforma constitucional que permitía la reelección inmediata e indefinida. Aunque en principio varias legislaturas estatales se negaron a aprobar el precepto, en mayo de 1888 fue incluido en la Constitución.


Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-Bandera_del_porfiriato.PNGBandera de México, usada durante el Porfiriato —de 1884 a1911, de acuerdo a decreto presidencial conforme a la Constitución—. El simbolismo de la nación mexicana y su unidad, fueron prioridades del gobierno porfirista, por lo que todos los emblemas referidos al país fueron reformados de acuerdo al pensamiento del grupo en el poder.

El crecimiento económico y social durante la segunda administración porfirista ocasionó que el gobierno mexicano obtuviera reconocimiento por parte de las potencias extranjeras, quienes a su vez comenzaron a aumentar sus inversiones económicas en el país. En parte, la recuperación económica se debió a la pacificación llevada a cabo por el Ejército Mexicano, que logró imponer un orden político y social que resultó beneficioso para la inversión extranjera.
El aumento del progreso material en México, fue, a partir de 1888, el principal argumento para sostener a Díaz en el poder. A pesar de que la mayoría de los mexicanos veían con buenos ojos el mandato de Díaz, ello no impidió que hubiera rebeliones en contra de su gobierno, los que en su momento perturbaron la paz pública, como la rebelión yaqui en Sonora. Gran parte de la recuperación económica y comercial se debió al Secretario de Hacienda entre 1892 y 1911,José Yves Limantour, quien también era el líder de un grupo conocido como "Los Científicos".
La política económica de Limantour consistió en abrir el mercado a las potencias extranjeras, lo que se tradujo en un crecimiento de la balanza comercial y sus estrategias en el ramo hacendario permitieron a Díaz reivindicarse ante la sociedad mexicana e incluso ante la oposición del gobierno.

El Porfirismo tuvo una característica sumamente resaltada años más tarde por los revolucionarios: la nulificación de la autonomía federal garantizada en la Constitución. Díaz mantuvo tal requisito constitucional en apariencia, más sin embargo él mismo redactaba las listas de candidatos oficiales a gobernadores estatales, a quienes permitió obtener riquezas y poder a cambio de sometimiento total al gobierno centralista.
Esto se debió, en parte, a la política de conciliación usada por el presidente para atraer a sus rivales políticos, ya que muchos de ellos eran caciques regionales con gran influencia, la cual podría desestabilizar la unidad nacional. La gran mayoría de jefes regionales se acogió a las políticas de Díaz, quien cultivó su poder regional de una manera gradual, a la vez que buscaba estrategias para restarles importancia en el plano nacional. Quienes se mostraron reacios ante los programas porfiristas corrieron la misma suerte que otros opositores al régimen; pues fueron ejecutados.
El caciquismo en México existió desde los albores de Mesoamérica, se mantuvo durante el Virreinato de Nueva España y más tarde durante los primeros años del México Independiente. Los colonos españoles, en actitud de pacificación, permitieron a los caciques indígenas poseer gran cantidad de territorio agrícola en el norte y sur del país, con lo que se mantuvo e incluso aumentó su influencia sobre la población.
Al culminar la Guerra de Independencia de México, y que el país lograra su independencia de la Corona española, los caciques ganaron incluso más poder debido a la continua inestabilidad política que se vivió en el país. Muchos caciques ganaron influencia en el plano nacional debido a que, en ciertas ocasiones, se inconformaron con las decisiones del gobierno federal y organizaron motines que contribuyeron aún más a la inestabilidad de la nación mexicana.
Al tomar Díaz el poder, sus asesores políticos le hicieron tomar conciencia de la importancia del poder de los cacicazgos locales, por lo que el presidente les permitió conservar su influencia a cambio de conseguir estabilidad para el desarrollo económico y de evitar revueltas.




CRISIS POLÍTICA ANTERIOR A LA REVOLUCIÓN Y DERROCAMIENTO DE DÍAZ


Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-La_Constitucion_ha_muerto_1903.jpgProtesta realizada por el personal periodístico de "El Hijo del Ahuizote", el 5 de febrero de 1903, con el lema "La Constitución ha muerto". La oposición de los periodistas fue un importante factor en la caída del gobierno porfirista, ya que transmitía las ideas liberales y anárquicas al resto de la población gracias a las publicaciones de difusión masiva.

Poco antes de concluir el siglo XIX una recesión económica a nivel mundial ocasionó la caída de los precios de la plata, principal producto comercial de México. Debido a la importancia que la exportación de tal producto tenía en la actividad económica nacional, la crisis produjo un desajuste en los precios de las exportaciones, causando una escasez en los productos que se vendían el interior del país, ya que muchas de las potencias con quien México comerciaba la plata, suspendieron la venta de productos de primera mano. Además, se produjo una desestabilización de la balanza de pagos, que ocasionó la caída del valor del peso mexicano ante otras monedas en el mercado internacional.
Varios factores que agravaron la crisis económica en febrero de 1908 y que consiguieron hacer que muchos pobladores del país se alzaran en amotinamientos contra el gobierno federal, fueron:

·                    El aumento de las inversiones extranjeras en México. En el año de 1900, al comenzar el siglo XX, el capital proveniente de las actividades de inversión extranjera directa subió de forma brusca, al punto de triplicarse los índices en relación a las cuotas obtenidas en años anteriores.
·                    El alza de precios en la canasta básica de alimentos —CBA—, producto de la decisión de los Ministerios de Hacienda y de Fomento, de abandonar el patrón plata, para sustituirlo por el patrón oro. Esta medida se decretó en el Diario Oficial de la Federación del 21 de junio de 1907, y se tomó para respaldar el valor adquisitivo del peso mexicano.
·                    Las consecuencias del pánico financiero que la recesión económica a nivel mundial produjo, y que se originó en Nueva York, a mediados de octubre de 1907. La industria de México, que apenas estaba comenzado su incipiente desarrollo, se vio frenada ante la imposibilidad del gobierno para remediar la situación. El desempleo ocasionó la caída de salarios, con lo que miles de trabajadores comenzaron a emigrar a los estados sureños de Estados Unidos de América, como Arizona o Texas. Nuevamente, los estragos de la crisis ocasionaron su desempleo por las fábricas norteamericanas, y en consecuencia, su deportación a México, lo que agudizó aún más la situación.
·                    En el verano de 1908, —principalmente en el mes de julio— los campesinos de todo el país padecieron una intensa sequía, que se extendió desde Sonora a los estados sureños como Chiapas. Las malas cosechas de años anteriores, aunado a la severidad de la crisis económica mundial y de la sequía, hicieron que en México se viviera una escasez de alimentos, y más adelante, un aumento del desempleo ocasionado por la baja de salarios en la industria y el comercio.














Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-Regeneracion_No_1.jpgPeriódico "Regeneración", fundado por los hermanos Flores Magón, y cuyo primer ejemplar se publicó la mañana del 7 de agosto de 1900. En esta publicación se difundían las ideas liberales y anárquicas contrarias al gobierno del general Porfirio Díaz, lo que ocasionó que sus fundadores y editores fueran encarcelados y más tarde exiliados, siendo considerados precursores de la Revolución Mexicana.

Todo lo anterior, sumado a algunos incidentes surgidos en esos años, ocasionó un serio descontento popular contra la persona de Díaz y sus allegados, a quienes el pueblo veía como culpables de la catástrofe económica del país. La clase obrera, que fue de las que más sufrieron la debacle económica, comenzó a movilizar a sus miembros exigiendo la mejora de los derechos laborales. Inspirados por el movimiento obrero que había surgido en Estados Unidos, los trabajadores mexicanos deseaban poder recuperar sus condiciones de trabajo dignas, y se lanzaron a la calle en manifestaciones nunca antes vistas.
La Huelga de Cananea, en junio de 1906, la Huelga de Río Blanco, el 7 de enero de 1907 y la Rebelión de AcayucanVeracruz en 1906 fueron las principales huelgas laborales de la época porfirista.
Todas estas manifestaciones pretendían mejorar las condiciones económicas y conseguir la igualdad entre trabajadores mexicanos y extranjeros.
Díaz intentó mediar en los tres conflictos, pero la situación se agravó debido a que los demandantes llegaron a pensar que el presidente favorecía a los patronos, y la mediación no logró su objetivo.
Las autoridades federales y estatales concluyeron que la única alternativa era el uso de la fuerza para sofocar las revueltas. Los administradores de los negocios en cuestión permitieron al ejército penetrar en sus instalaciones para acabar con la huelga. La prensa mexicana auspició una campaña de desprestigio contra Díaz a raíz de las huelgas, que fue acogida por muchos sectores liberales en México.
El Partido Liberal Mexicano, fundado en 1906 por Ricardo Flores Magón anarquista de tendencia radical, recogió muchas de las demandas del pueblo y se erigió en el principal opositor al gobierno de Díaz.
Luego de reelegirse en 188418881892 y 1896, se difundieron rumores de que Díaz abandonaría la presidencia en 1900. Poco tiempo antes de finalizar el año de 1898, la clase política comenzó a barajar nombres de entre los cuales podría salir el siguiente presidente del país ya que, debido a su avanzada edad y a sus problemas de salud, Díaz no podría continuar en el poder. Se mencionaba a José Yves Limantour, ministro hacendario, y a Bernardo Reyes, otrora Gobernador de Nuevo León y uno de los militares más allegados al presidente, y que gozaba de prestigio y autoridad en la política nacional, pues durante su mandato como gobernador neoleonés —1887-1895— logró acelerar el desarrollo socioeconómico de la entidad, y convirtió a Monterrey en un centro comercial clave para el resto del país.
Sin embargo, el presidente Díaz no estaba dispuesto a abandonar el cargo, por lo que aprovechó la división entre Limantour y Reyes para proseguir con su campaña política.
De acuerdo a José López Portillo y Rojas en "Elevación y caída de Porfirio Díaz", Reyes aceptó la candidatura presidencial de Limantour, puesto que éste último le ofreció el Ministerio de Guerra en caso de ser elegido. Pero Díaz, aludiendo al requisito constitucional por el cual sólo podían ser presidentes los hijos de mexicanos por nacimiento, descalificó al Ministro de Hacienda de la elección, puesto que era hijo de franceses. Así, el general Porfirio Díaz se postuló nuevamente a las elecciones de 1900, y salió electo en un período que duraría hasta 1904.
En 1904, Díaz usó la misma estratagema que había utilizado cuatro años atrás en relación a la sucesión presidencial y la competencia entre Limantour y Reyes. En esta ocasión, ya no se dio ningún pacto entre los candidatos como anteriormente había ocurrido. Se desató una competencia entre ambos políticos que ocasionó una gran agitación política, debido a la popularidad que Reyes había logrado entre los sectores de la sociedad. Nuevamente, Díaz lanzó su postulación presidencial, pero en un gesto que se interpretó de apoyo hacia Limantour y "Los Científicos", creó la Vicepresidencia, que le fue otorgada a Ramón Corral, nombrado por el grupo en el poder y hombre de confianza de Limantour. Una vez que Díaz obtuvo su séptima reelección, el grupo de Limantour hizo modificaciones al programa de gobierno, con lo que "Los Científicos" esperaban instaurar su propio sistema de gobierno, ya que auguraban que Díaz no concluiría su mandato, pues moriría. Y entonces, Ramón Corral habría de convertirse en presidente, con lo que comenzaría el mandato del grupo en el poder.
El descontento popular hizo que el presidente declarara al periodista norteamericano James Creelman una entrevista concedida al "The Pearson's Magazine", en que hacía un análisis de la situación política del país y culminaba su intervención afirmando que permitiría que la oposición formara partidos políticos y contendiera por los diversos cargos de elección popular en la jornada electoral de 1910. A raíz de las declaraciones de Díaz, en todo el país se formó una gran euforia popular de cara a las elecciones, se crearon comités de acción política y los liberales presentaron candidatos para los puestos de elección popular. Sin embargo, Díaz aceptó reelegirse nuevamente con Ramón Corral en la vicepresidencia, lo que desató una crisis política que fue el antecedente de la revolución.
Es un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un solo presidente -dijo en voz baja-. Puedo con toda sinceridad decir que el servicio no ha corrompido mis ideales políticos y que creo que la democracia es el único justo principio del gobierno, aun cuando llevarla al terreno de la práctica sea posible sólo en pueblos altamente desarrollados.
La clase media mexicana en la época del Porfiriato estaba integrada, en su mayoría, por dos grupos principales. La primera división era de empleados, maestros, burócratas y demás trabajadores del gobierno, cuyos miembros se incrementaron debido al crecimiento de las prestaciones públicas de servicios y del aparato gubernamental.
El segundo grupo era de industriales, comerciantes y hacendados, que se habían hecho de las tierras otorgadas por el gobierno. Sus ingresos eran superiores a los de los burócratas y empleados públicos debido a que los empresarios combinaban las actividades económicas primarias —agricultura y ganadería— con las actividades secundarias —comercio e industria-. A su vez, existía un punto medio entre ambas sociedades: la de la oligarquía terrateniente, integrada por hacendados, trabajadores agrícolas, mineros y rancheros. Además de su fuerte influencia socioeconómica, los burgueses —como se le conocía a la clase media— tuvieron un papel importante en la revolución política. Muchos de ellos, principalmente los de la primera sociedad, tuvieron acceso a la educación en otros países, lo que les permitió desarrollar un fuerte sentido de nacionalismo contrario a la política gubernamental de ensalzar otras culturas extranjeras. Además, los burgueses sentaron las bases ideológicas que más tarde darían forma a la luchas social de la revolución.
El otro grupo de la clase media, terratenientes y hacendados, sin tener la misma ideología radical que los profesionistas, también se opuso al porfirismo, especialmente contra los privilegios de los que gozaban los empresarios extranjeros.
Su principal blanco de ataque fueron "Los Científicos", el grupo político más cercano a Díaz y a quienes los liberales acusaban de convertir al país en una oligarquía financiera para mantener sus intereses políticos y económicos. La inconformidad de este grupo fue un factor crucial en el estallido de la revolución política de 1910. Los campesinos fueron inspirados por las ideas liberales, y junto a los obreros, protestaron por el despojo de tierras agrícolas y la baja de salarios, y comenzaron a organizarse en grupos para defender sus intereses. La más importante de las asociaciones políticas entonces formadas fue el Club Liberal Ponciano Arriaga, creado en San Luis Potosí y nombrado así en honor al diputado constitucional del siglo XIX, Ponciano Arriaga.
El grupo estaba presidido por los hermanos Ricardo y Jesús Flores Magón y entre sus integrantes se contaban Camilo ArriagaJuan SarabiaLibrado Rivera y Antonio Díaz Soto y Gama, quienes estaba influidos por las ideas de anarcosindicalismo que se habían formado en Europa y más tarde habían pasado a los Estados Unidos de América.
Pronto se convirtieron en los principales rivales políticos del gobierno de Díaz, debido a su apoyo a partidos de oposición, como el Partido Liberal Mexicano, de quien realizaron la publicación de su programa político, impreso en Saint Louis, Missouri, en 1906, más tarde difundido entre la población mexicana.
El gobierno porfirista arrestó y exilió a muchos de los periodistas opositores, quienes continuaron su labor en el destierro, como Ricardo Flores Magón. Otros, como Soto y Gama, se unieron a la lucha revolucionaria luego de volver al país.

Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-Francisco_I_Madero_and_leaders.jpg
Fotografía tomada en los campos de batalla durante la Revolución Mexicana, en la que aparecen los principales líderes de la insurrección desatada el 20 de noviembre de 1910 contra el general Díaz. Se distinguen en esta fotografía Madero y Abraham González.

Francisco I. Madero nació el 30 de octubre de 1873 en Parras, Coahuila, siendo hijo de una de las familias de hacendados más ricas de la región. Educado en un colegio jesuita de Saltillo, en 1886 viajó a HolandaEspañaFranciaReino UnidoBélgica y Estados Unidos, donde estudió medicina y homeopatía, además entró en contacto con una sociedad espiritista.
Al volver a México, practicó su profesión hasta 1904 cuando fue postulado como candidato a alcalde de San Pedro de las Colonias, donde vivía, pero fue derrotado. Al año siguiente, apoyó la campaña de Prudencio Fuentes a gobernador de Coahuila.
En las elecciones, el candidato liberal perdió ante el gobernador en turno, Miguel Cárdenas, quien se reeligió. Tras varias protestas de acusación de fraude, Madero decidió abandonar la política por un tiempo, hasta 1907, cuando entró en contacto con los hermanos Flores Magón, quienes le explicaron su ideario político.
Madero comenzó a redactar ese año su libro "La Sucesión Presidencial en 1910", donde hacía un análisis de la situación del país a la vez que daba a conocer sus propuestas de carácter político, económico y social, entre las que se encontraban:

·                    Establecer la libertad política para que el pueblo pueda recuperar sus derechos sociales, políticos y económicos a fin de ejercer la democracia.
·                    Aplicar y reformar la Constitución de 1857, y de ser necesario, promulgar una nueva Carta Magna.
·                    Impedir una nueva reelección del presidente Porfirio Díaz, o dejarlo únicamente un período más, siempre y cuando éste se comprometiera a permitir la libre elección del vicepresidente, senadores, gobernadores y diputados.
·                    Permitir que la población de México, en especial la de la clase media, pudiera ejercer sus derechos políticos a través de la formación y registro legal de partidos políticos, para crear una sociedad basada en el institucionalismo. Este precepto del maderismo llevaría a Plutarco Elías Calles a fundar el 4 de marzo de 1928 el Partido Nacional Revolucionario.

Díaz se entrevistó en Palacio Nacional con Madero el 4 de abril de 1909, y al culminar este encuentro Madero concluyó que "el presidente Díaz y sus actitudes me han demostrado que en la práctica no está muy de acuerdo con la práctica de la democracia, por lo que será bueno recorrer el país para difundir la democracia”. Entonces, Madero comenzó la primer campaña política del país, donde recorrió las ciudades más importantes de México y logró ganar varios adeptos entre la población. Su campaña se dividió en cinco etapas, a saber:

·                    La primera, de junio a octubre de 1909: Madero logró reunir una pequeña comitiva de sus amigos más allegados y algunos de sus familiares —como su hermano Gustavo—, y como no disponía de mucho capital para recorrer el país, vendió algunos de sus bienes. Las ciudades en que difundió su ideario fueron VeracruzMonterreyCampecheMérida y San Pedro de las Colonias.
·                    A fines del mismo año comenzó la segunda etapa, en que Madero visitó AguascalientesDurangoSan Luis Potosí y Zacatecas. Para el final de estos viajes, el maderismo había crecido aún más de cara a la primera convención del Partido Nacional Antireeleccionista en abril de 1910.
·                    Para su tercera gira, en los primeros meses de 1910, el maderismo entró en Guadalajara, Culiacán, MazatlánGuaymasNavojoa,ÁlamosNogalesHermosillo, Parral, ChihuahuaCiudad JuárezTorreón y nuevamente a San Pedro de las Colonias, siendo esta gira la más extensa de Madero.
·                    Ya como candidato presidencial, proclamado en Morelia el 11 de abril de 1910, Madero empezó su cuarta gira, donde logró atraer entre 1.000 y 8.000 personas en cada lugar que visitaba. Los sitios donde realizó su campaña esta vez fueron OrizabaJalapa, Veracruz y Puebla. Entonces, fue cuando Díaz y sus asesores comenzaron a percatarse de la importancia que el movimiento maderista estaba ganando y de que era necesario tomar medidas para detenerlo.
·                    Poco antes de las elecciones, Madero difundió su ideal político en las ciudades de SaltilloMonterrey y San Luis Potosí. En esta última dio su último discurso electoral afirmando que era necesario rescatar las aspiraciones democráticas, instaurar la institucionalidad y que el pueblo tomar conciencia de que no se podían permitir las dictaduras. Para entonces, muchos de los partidarios del gobernador de Nuevo León, Bernardo Reyes, aspirante presidencial derrotado, se unieron a Madero, con lo que su lucha creció aún más. En esa misma ciudad, Díaz ordenó la captura de los maderistas y del propio Madero, enviándolo preso a San Luis Potosí. Desde la cárcel, Madero escribió a Díaz:

Muy señor mío:
En su carta del 27 de abril próximo pasado me decía usted: en la ley encontrarán, tanto las autoridades como los ciudadanos, el camino seguro para ejercitar sus derechos y que la Constitución no le autorizaba a usted para ingerirse en los asuntos que pertenecen a las soberanías de las entidades federativas.
A pesar de ello, la ley, aunque observada por mis partidarios, ha sido frecuentemente violada por los de usted que ocupan puestos públicos, y aunque se desprendía de su carta que la Federación no podía intervenir en los Estados para que se respetaran las garantías individuales, en cambio sí ha intervenido para apoyar los atropellos cometidos por las autoridades locales, como pasó aquí en Monterrey, en donde, para disolver una pacífica y ordenada manifestación, prestaron ayuda fuerzas federales del regimiento de rurales.
Esta intervención directa de las fuerzas federales no ha venido sino a confirmar lo que dije a usted en mi anterior y es que, según la opinión pública, usted es el principal responsable de los actos de sus partidarios en toda la República, a pesar de la soberanía de los Estados, que sólo existe de nombre.
Eso está en la conciencia de todos y usted mismo lo dio a entender en su entrevista con Creelman, así es que no puede negarse; pero aunque fuera así, el hecho innegable es que en toda la República los partidarios de usted que ocupan puestos públicos, están cometiendo toda clase de atentados contra mis partidarios y hasta contra mí mismo, acusándome de injurias a usted, basándose para ello en el testimonio del C. Lic. Juan R. Orci que confeccionó un discurso a su gusto y me lo atribuyó como pronunciado por mí en San Luis Potosí. ¡Así es que una calumnia de sus partidarios y la complacencia de los jueces y demás autoridades me han privado de mi libertad!
Francisco I. Madero
















Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-%C3%81ngel_de_la_Independencia_%28cropped%29.jpgLa inauguración del Ángel de la Independencia representó el símbolo de la celebración mexicana por el centenario del inicio de la Independencia de México. Durante el tiempo de la festividad, la situación política se calmó un poco, a pesar de que existía inestabilidad provocada por las elecciones presidenciales de junio y julio. Al terminar las fiestas, nuevamente Madero comenzó la campaña política en contra de la reelección de Díaz.

Para las elecciones presidenciales, el Partido Nacional Antireeleccionista postuló a la fórmula Madero-Francisco Vázquez Gómez. A su vez, el Partido Reeleccionista y el Partido Nacional lanzaron la candidatura presidencial de Díaz, pero diferentes candidatos a la vicepresidencia. Ramón Corral competía por los miembros del Partido Científico y Teodoro Dehesa por el Partido Nacional.
El fuerte rechazo a la candidatura de Corral, aunado a la inestabilidad suscitada por la captura de Madero, logró crear un ambiente tenso el 10 de julio, día electoral. El 21 de agosto, Díaz y Corral fueron proclamados presidente y vicepresidente, respectivamente, hasta el 30 de noviembre de 1916. Madero logró escapar de prisión y huyó a Estados Unidos el 5 de octubre, y acto seguido lanzó el Plan de San Luis, donde desconocía a Díaz como presidente y llamaba a los mexicanos a tomar las armas el 20 de noviembre.


Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-T1p311a.JPGLuego de la caída de Ciudad Juárez en manos de los revolucionarios, Díaz comprendió que su gobierno había llegado a su fin, y empezó la redacción de su renuncia. En los acuerdos de paz suscritos por el gobierno y los revolucionarios, se acordó que León de la Barra se haría cargo de la presidencia y debería convocar a elecciones presidenciales. El 25 de mayo de 1911, Díaz presentó su renuncia, que fue aprobada por el Congreso, culminando así con el Porfiriato.

El anuncio del estallido de una guerra civil no impidió la celebración del Centenario de la Independencia de México, entre el 1 de septiembre y el 6 de octubre. Desde fines del siglo XIX Díaz y un comité organizador prepararon las fiestas. Desde todo el mundo los embajadores especiales llegaron al país con obsequios traídos desde sus naciones. España otorgó el uniforme militar de José María Morelos, en la persona del marqués de Polavieja.
La delegación francesa obsequió las llaves de la Ciudad de México, capturadas en la intervención de 1863.
Díaz presidió banquetes, celebraciones, desfiles, ceremonias, bailes, inauguraciones, todos con motivos patrióticos.
Se realizó la inauguración del Hospital de la Castañeda, de varias instituciones educativas —como la Escuela Nacional de Ingeniería, antecedente directo del Instituto Politécnico Nacional—. La noche del día 15 de septiembre, mismo día en que el presidente cumplía ochenta años, Díaz presidió la ceremonia del "Grito", en el Zócalo de la Ciudad de México, ante más de cien mil personas.
Antes de 1910, esta fiesta se celebraba en las primeras horas del día 16, pero el presidente la adelantó a la noche del 15 a fin de que pudiese coincidir con su cumpleaños. Al día siguiente se inauguró el monumento conocido como el Ángel de la Independencia, cuya construcción databa desde 1902.
Una vez que concluyeron las fiestas del Centenario, se volvió a sentir un clima de incertidumbre política en el país. William Howard Taft, Presidente de Estados Unidos, decidió entrevistar con Díaz a fin de llegar a acuerdos que permitieran proteger los intereses de los empresarios norteamericanos radicados en México.
El 16 de octubre se entrevistó con el presidente mexicano en Ciudad Juárez, y la primera visita oficial de un presidente norteamericano a suelo de México fue interpretado por los maderistas como una señal de alianza entre Estados Unidos y Díaz, por lo que la impopularidad presidencial creció aún más. Mientras tanto, en el estado de Morelos los trabajadores de haciendas productoras de caña de azúcar se levantaron en armas exigiendo las mismas demandas que los obreros, y de igual forma fueron sofocados violentamente.
Entre sus líderes se encontraba un campesino que años más tarde se convertiría en el principal dirigente agrario de la Revolución, Emiliano Zapata.  
El Plan de San Luis fue el documento inspirador de la revolución maderista, en el que desconocía los resultados de las jornadas electorales del 26 de junio y del 10 de julio, proclamaba la Revolución para las seis de la tarde del 20 de noviembre, señaló a Madero como encargado provisional del poder ejecutivo y quien se encargaría de convocar a elecciones. Además, se someterían a revisión todas las leyes realizadas durante el gobierno de Díaz. El lema que adoptó el movimiento fue "Sufragio efectivo, no reelección", mismo usado por Díaz contra Juárez y Lerdo. A diferencia de otros planes en la historia de México, el Plan de San Luis no contenía ninguna reforma de carácter económico o social, más bien era un manifiesto político.
Gracias a las maniobras del Secretario de Gobernación, Manuel González Cosío fueron descubiertas células maderistas en todo el país, que pretendían atacar la población de Casas Grandes, Chihuahua, e incluso las ciudades de Toluca y Ciudad Juárez. En Puebla, el activista liberal Aquiles Serdán y su familia fueron descubiertos con propaganda maderista, su casa fue atacada y destruida la mañana del 18 de noviembre, y Aquiles fue asesinado. A la familia Serdán se le considera los primeros mártires de la Revolución Mexicana, ya que su asesinato fue el incidente que desató la rebelión contra Díaz.
Los primeros actos de la revolución maderista se vieron marcados por la incertidumbre ocasionada por la muerte de los Serdán, y por la aparente superioridad militar del ejército porfirista. Madero aún se encontraba residiendo en Nueva Orleáns, Florida, desde donde recibió noticias de que la sublevaciones revolucionarias contra Díaz habían sucedido con éxito, y desde esa misma ciudad enviaba cartas a los jefes rebeldes para dirigir la lucha.
Entre los principales cabecillas se encontraban Abraham GonzálezPascual Orozco y Francisco Villa. El día 20 de noviembre se presentaron levantamientos en los estados de Chihuahua, San Luis Potosí, Veracruz y Durango. A fines de mes se extendieron a tres entidades federativas más, teniendo Chihuahua la mayor cantidad de actividad militar realizada.
A inicios de marzo de 1911Emiliano Zapata levantó tropas por los estados de Morelos, Guerrero, Puebla y Michoacán, lo que avivó aún más la insurrección general. Los generales González Cosío y Victoriano Huerta fueron rápidamente derrotados, sus refuerzos asesinados y muchos de sus soldados, la mayoría reclutados por leva, desertaban del ejército.
En abril la mayor parte del país —18 estados— ya tenía grupos revolucionarios levantados en su territorio. El 10 de mayo, los revolucionarios de Pascual Orozco tomaron la plaza militar de Ciudad Juárez, lo que supuso el golpe final al gobierno, y en ese mismo mes, los revolucionarios entraron en varias partes del país, mientras que el ejército optó por retirarse a la capital y zonas aledañas.
En la Ciudad de México, Porfirio Díaz se encontraba convaleciendo de una enfermedad en las encías, padecía sordera y agotamiento físico —tenía más de ochenta años de edad a fecha de mayo de 1911—, y ante la derrota de sus fuerzas en Ciudad Juárez comenzó a pensar en la renuncia, como se lo expresó al arzobispo de México, a su esposa y a su hijo Porfirio en la noche del 17 de mayo.
El día 22, el gabinete, a excepción de Limantour, renunció y el presidente debió nombrar a nuevos ministros de ideología revolucionaria.
Tras la firma de los tratados de paz en Ciudad Juárez, se acordó que Díaz debería renunciar a la presidencia y en su lugar quedaría el Ministro de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra.
La noche del 23 de mayo, Díaz comenzó a redactar su renuncia, la cual fue supervisada por su secretario, Rafael Chousal. Finalmente, a las once de la mañana del 25 de mayo, la Cámara de Diputados, en medio de una manifestación de más de mil personas que exigía la renuncia de Díaz, aprobó en dictamen la renuncia del presidente Porfirio Díaz por unanimidad, a la vez que se señalaba a León de la Barra como nuevo encargado del Poder Ejecutivo. Así culminó el Porfiriato, época en que Díaz gobernó el país durante más de 30 años.

EXILIO

Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/86/V_Huerta.jpgMilitar oriundo de Jalisco, peleó del lado liberal junto a Ramón Corona en la guerra contra Francia, Victoriano Huerta se había convertido en uno de los militares de confianza de Díaz, y como tal le correspondió escoltar a la familia del ex presidente rumbo a Veracruz. Organizó un golpe de estado contra el entonces Presidente Madero, y se quedó con la presidencia durante 17 meses. Derrotado por la Revolución Constitucionalista y Venustiano Carranza, huyó a Estados Unidos, donde murió en 1916.

Tras renunciar, Díaz y su familia comenzaron a empacar sus cosas para retirarse al exilio, en ParísFrancia. Tras despedir a sus antiguos sirvientes pagándoles en monedas de oro, la familia Díaz se marchó a la estación de trenes de Santa Clara, al sur de la capital.
El general de división Victoriano Huerta fue el encargado de escoltar la caravana hacia Veracruz, de donde tomarían un buque de vapor a La Coruña.
El 26 de mayo, Porfirio y Carmen Romero Rubio, acompañados de los hijos del general —a excepción de Amada— y de las hermanas de Carmen, salieron rumbo al Puerto de Veracruz.
En el trayecto, la mañana del 27 de mayo, poco antes de llegar a la ciudad de Orizaba, el tren fue atacado por bandoleros, que sin embargo fueron repelidos por las fuerzas federales de Huerta, y lograron capturar a más de la mitad de los asaltantes junto a varias cargas de oro.
Al llegar a Veracruz, la noche de ese mismo día, y contrario a lo sucedido en otras partes del país, los Díaz fueron recibidos con banquetes, cenas, bailes y fiestas en su honor. Finalmente, la mañana del 31 de mayo, a bordo del buque portugués "Ypiranga", Porfirio Díaz y su familia abandonaron el país.
Durante el viaje sólo se presentó un incidente de rechazo hacia Díaz, en La CoruñaEspaña, cuando un grupo de manifestantes comunistas le increparon haciendo uso de gritos y mantas acusándole de asesinato y genocidio. Debido a la infección bucal que le aquejaba desde que era presidente de México, Porfirio Díaz decidió internarse en una clínica de Interlaken, Suiza, de donde salió curado los últimos días de junio de 1911.
En julio, Díaz y su familia visitaron París. Al llegar a Los Inválidos, el 20 de julio, el ex presidente platicó con soldados jubilados franceses que habían peleado en la guerra de intervención setenta años atrás. El general Gustave Léon Niox, encargado del edificio, escoltó a Díaz hasta la tumba de Napoleón Bonaparte, a quien el general mexicano admiraba. Niox, de pronto, sacó la espada que Bonaparte usó en 1805 durante la Batalla de Austerlitz, y la colocó en manos de Díaz, quien hizo pública su emoción por tener la espada y que éste no merecía tenerla en sus manos, a lo que Niox contestó, "Nunca ha estado en mejores manos".
Luego del viaje a Francia, Porfirio Díaz comenzó a recorrer Europa y sus principales capitales, acompañado de su esposa.
En abril de1912, fue recibido en el Palacio de la ZarzuelaMadrid por el Rey de España, Alfonso XIII, quien lo invitó a residir en la Península Ibérica y le hizo entrega de una espada como obsequio. Más tarde recorrieron San Sebastián y Zaragoza.
El káiser Guillermo II de Alemania le envió a Zaragoza boletos para presenciar las maniobras militares de su ejército en Múnich, a donde llegaron en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Tras fijar su residencia en París, los Díaz solían marcharse a Biarritz y San Juan de Luz, en la costa francesa, durante el invierno.
A inicios de 1913, comenzaron un viaje por África del Norte y su travesía los llevó a conocer El CairoKenethLa Esfinge y la Pirámide de Keops. En esta última, Díaz fue retratado en una fotografía propiedad del Archivo General de la Nación. Durante su regreso a Europa, estuvieron en Nápoles y Roma.
Mientras tanto, en México, la situación política no se remedió con la renuncia de Díaz. Madero fue electo presidente y tomó posesión del cargo el 6 de noviembre, y el 25 de noviembre Emiliano Zapata proclamó el Plan de Ayala exigiendo la restauración de los derechos agrarios y desconociendo a Madero como presidente.
En marzo de 1912, Pascual Orozco signó el Plan de la Empacadora, con las mismas pretensiones que Madero. Félix Díaz, sobrino de Porfirio, se levantó en armas pero fue capturado en Veracruz y estuvo a punto de ser ejecutado, pero Madero, desoyendo a sus colaboradores que aconsejaban fusilarle, le indultó.
Orozco fue derrotado por Huerta y se vio obligado a huir a Estados Unidos. En febrero de 1913, un complot encabezado por Manuel Mondragón y Félix Díaz, liberó a Bernardo Reyes de la Prisión de Tlatelolco, lo proclamó líder de su movimiento e incluso llegaron a atacar el Palacio Nacional, pero las tropas del encargado de la plaza, Lauro Villar lograron detener a los invasores y asesinar a Reyes.
Mondragón y Díaz se refugiaron en una fábrica de artillería conocida como La Ciudadela. Madero salió ese mismo día —9 de febrero— a arengar al pueblo a mantenerse leal al gobierno, y ante la herida de Villar, Madero nombró a Huerta nuevo jefe militar. Henry Lane Wilson, embajador norteamericano en México, preocupado por los intereses de la compañía de su país en México y por la política de Madero, decidió realizar un pacto con Díaz y Mondragón, con lo que comenzó la Decena Trágica.
El 17 de febrero, Huerta suscribió un armisticio con Díaz, Lane Wilson y Mondragón, por el que se comprometían a colocar a Huerta en la presidencia a cambio de que éste se la entregara más tarde a Díaz. El18 de febrero, un grupo de empresarios capitalinos —entre ellos Ignacio de la Torre, yerno de Díaz— declararon su fidelidad a Huerta.
Ese mismo día, Gustavo A. Madero, hermano y asesor del presidente, fue arrestado y torturado hasta la muerte.
El 19 de febrero, Madero y José María Pino Suárez, vicepresidente, renunciaron a sus cargos. Pedro Lascuráin se hizo cargo del poder ejecutivo 45 minutos y su único acto de gobierno fue nombrar a Huerta como secretario de Relaciones Exteriores. Acto seguido renunció y Victoriano Huerta entró a la presidencia. Madero y Pino Suárez fueron conducidos a La Ciudadela, donde el 22 de febrero murieron asesinados.

Descripción: http://www.esacademic.com/pictures/eswiki/51/300px-Tumba_PD.jpgSu tumba en el cementerio de Montparnasse, Paris

En París, Díaz comenzó a tener conocimiento de las rebeliones que se habían dado en México, gracias a que varios de sus viejos amigos solían ir a visitarlo. A fines de 1913, Porfirio recibió la visita de sus hijas Amada y Luz, quienes permanecieron con su padre unos cuantos meses y juntos recorrieron Suiza y los Alpes.
Durante los últimos meses de 1914 y los primeros de 1915, su salud comenzó a deteriorarse seriamente y más tarde, en junio de 1915, su médico le ordenó absoluto reposo, por lo que tuvo que dejar sus diarias caminatas matinales por el bosque de Bologna.
Según los relatos de Carmen Romero Rubio, su esposo padecía de alucinaciones.
El 2 de julio, finalmente, ya había perdido la palabra y la noción del tiempo.
Su médico de cabecera fue llamado al mediodía, y a las seis de la tarde con treinta y dos minutos —hora de Francia—, José de la Cruz Porfirio Díaz Mori falleció a la edad de ochenta y cuatro años. Fue enterrado en la iglesia de Saint Honoré l'Eylau, y el 27 de diciembre de 1921 sus restos fueron trasladados al cementerio de Montparnasse en París.
Cuando Carmen Romero Rubio volvió al país en 1931 dejó sus restos en Francia.
Desde el año de 1989 se han expresado intenciones de regresar a México los restos de Díaz, sin que hayan conseguido resultados.










LA INTERVENCIÓN FRANCESA
LA HISTORIA DEL INDIO TERCO, TERCO, TERCO


LOS DIEZ DATOS QUE DEBES SABER SOBRE LA INTERVENCIÓN FRANCESA



1. Cuando España, Inglaterra y Francia formaron la alianza tripartita en octubre de 1861 y enviaron sus escuadras a México para obligarlo a pagar sus deudas, Juárez pensó que España intentaría invadir el país para reconquistar a su antigua colonia, pero se equivocó. El representante español, Juan Prim, reconoció al gobierno de Benito Juárez, Inglaterra hizo lo mismo y ambas naciones se retiraron del territorio nacional.
2. El primer enfrentamiento entre mexicanos y monsieurs se verificó el 28 de abril de 1862. Al frente de los invasores venían un destacamento de “cazadores de África”, famosos por su ferocidad y se encontraron con una sección de caballería mexicana al mando de Félix Díaz Mori, hermano de Porfirio.


Jesús Gonzalez, general en jefe del ejército mexicano durante el sitio de Puebla, 1863
Jesús Gonzalez, general en jefe del ejército mexicano durante el sitio de Puebla, 1863
3. Los conservadores poblanos lamentaron la derrota de los franceses frente al ejército mexicano, indignado, el general Ignacio Zaragoza le escribió al presidente Juárez para decirle: “deberíamos quemar Puebla”.
4. El general Zaragoza no pudo participar en la defensa de Puebla durante el sitio que impusieron los franceses al año siguiente, falleció de tifo el 8 de septiembre de 1862. Aunque corrió el rumor de que había sido envenenado, lo cierto es que murió de causas naturales.





5. El 16 de marzo de 1863, los franceses sitiaron la ciudad de Puebla con 28 mil hombres. Lo más granado del ejército de la República resistió durante 62 días, pero el general en jefe, Jesús González Ortega ante la escasez de víveres y municiones tuvo que rendir la plaza.





6. Antes de entregar Puebla, el general González Ortega ordenó al ejército destruir todos los materiales bélicos que pudieran servirle al enemigo. Según cuentan las crónicas, no pocos soldados se arrojaron sobre sus propias bayonetas , prefiriendo morir a entregarse al ejército invasor.




7. Los oficiales mexicanos que cayeron prisioneros tras la caída de Puebla en 1863 recibieron un documento enviado por el mariscal Forey para que lo firmaran. El texto decía: “Los que abajo firmamos, oficiales mexicanos hechos prisioneros, nos comprometemos bajo nuestra palabra de honor, a no salir de los límites de la residencia que nos estará asignada, a no mezclarnos en nada por escrito o por actos en los hechos de guerra o de política, por todo el tiempo que permaneceremos prisioneros de guerra y a no corresponder con nuestras familias y amigos sin el previo consentimiento de la autoridad francesa”. Indignados, los oficiales mexicanos se negaron a firmarlo.


Juan N. Almonte 
8. El 31 de mayo de 1863, el presidente Juárez tuvo que abandonar la capital del país ante la inminente llegada de las tropas francesas. Viajó con su esposa, sus hijos, sus ministros y decenas de empleados públicos, diputados y miembros del partido liberal. Poco a poco se quedó solo. Al final del largo peregrinar por el norte del país, sólo sería acompañado por Sebastián Lerdo de Tejada y José María Iglesias.
9. Uno de los principales promotores de la intervención francesa y el imperio de Maximiliano fue Juan Nepomuceno Almonte, hijo ilegítimo de José María Morelos y Pavón, quien se entregó por completo a las fuerzas extranjeras.




10. El Mariscal Forey, al frente de las tropas francesas ocupó la ciudad de México en junio de 1863. El Ayuntamiento encabezado por los conservadores, le entregaron las llaves de la ciudad, que fueron devueltas hasta las fiestas del centenario de la independencia, bajo el gobierno de Porfirio Díaz en 1910.





UN DIA DE GLORIA

Era un hombre para quien la palabra “Patria” guardaba el significado más profundo. En ella se entrelazaban la vida, el destino y la muerte. Nacido en 1829 en la población tejana de Bahía del Espíritu Santo –cuando Tejas todavía formaba parte del territorio mexicano–, Ignacio Zaragoza fue seducido por la patria y por la guerra.
No fue militar de carrera pero sustituyó la preparación técnica y académica con el instinto y la pasión. Como muchos otros hombres del ejército republicano, alcanzó el grado de general en los campos de batalla, conduciendo soldados, dando órdenes y blandiendo el sable. Por encima de su esposa, de su familia o de su propio interés personal, para el joven militar, la Patria era su principal motivación y única bandera.
“Estoy resuelto a no dejar las armas hasta no ver en mi patria restablecida la Constitución y, por consiguiente, la verdadera paz de toda ella” -escribió durante la guerra de Reforma. Y lo cumplió. En los últimos días de diciembre de 1861, cuando México se alistaba para la guerra contra el extranjero, doña Rafaela –su esposa– cayó gravemente enferma; su fatal desenlace sólo era cuestión de días. Zaragoza, sin embargo, no se tentó el corazón; al recibir la orden de marchar de inmediato a San Luis Potosí, preparó el viaje, se despidió de doña Rafaela y la dejó en plena agonía. Mientras el general marchaba en busca de su destino –la Patria lo requería–, su esposa falleció el 13 de enero de 1862.
Mexicanos al grito de guerra
En febrero de 1862, mientras Zaragoza se encontraba a la espera de los acontecimientos, se abrió una posibilidad para la paz, cuando España, Inglaterra y Francia –que amenazaban al gobierno mexicano con iniciar las hostilidades si no pagaba su deuda–, decidieron sentarse a negociar con el ministro Manuel Doblado, en representación de Juárez, en el poblado de la Soledad, en Veracruz.
Aunque la situación parecía resolverse a favor de México, los franceses mostraron su verdadero rostro: su honor era un espejismo cuya realidad estaba alimentada por la mentira, la soberbia y la ambición. Apoyados por los conservadores, habían decidido invadir México para establecer una monarquía. Zaragoza entonces se puso al frente del ejército mexicano y dispuso la defensa de la patria.
Los franceses avanzaron hasta cumbres de Acultzingo, donde el 28 de abril, se verificó el primer enfrentamiento con las tropas republicanas. Fue tan sólo una escaramuza. La guerra estaba por comenzar y el sitio, no podía ser más perfecto, frente a los muros de Puebla. El mariscal Laurencez, general en jefe de las tropas francesas, se vio a sí mismo como el nuevo Hernán Cortés, y con toda la soberbia que lo caracterizaba, escribió: “Tenemos tal superioridad de raza, de moral, de recursos y de organización sobre los mexicanos que a la cabeza de seis mil hombres soy el amo de México”. Pronto se comió sus palabras. Los ánimos en el ejército republicano, sin embargo, se encontraban por los suelos en vísperas de la guerra.
Apenas unas semanas atrás, un descuido en un depósito de pólvora, localizado en San Andrés Chalchicomula, Puebla, había provocado una terrible explosión dejando más de mil muertos. Por si fuera poco, las tropas republicanas sabían que el ejército que se aproximaba por el camino de Veracruz, eran consideradas las primeras del mundo.
“Os prometo un día de gloria”

Ignacio Zaragoza
A Zaragoza nada le importó. Su vida estaba al servicio de la Patria, y en la madrugada del 5 de mayo de 1862, cuando el ánimo alicaído del ejército mexicano parecía anunciar la derrota, contagió de patriótica esperanza a sus hombres, a través de su famosa proclama al amanecer. ”Soldados: Os habéis portado como héroes combatiendo por la Reforma; vuestros esfuerzos han sido coronados siempre del mejor éxito y, no una, sino infinidad de veces habéis hecho doblar la cerviz a vuestros adversarios. Hoy vais a pelear por un objeto sagrado; vais a pelear por la Patria y yo me prometo que en la presente jornada le conquistaréis un día de gloria. Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo; pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra Patria. Soldados: leo en vuestra frente la victoria fe y ¡viva la independencia nacional! ¡viva la Patria!”.
Las hostilidades comenzaron pasado el medio día. Conforme avanzaban los minutos, el cielo comenzó a cerrarse y el campo de batalla fue cubierto por un fuerte aguacero. Los franceses cargaron una y otra vez sobre las posiciones mexicanas, y del mismo modo, fueron rechazados. A las 5 y 49 minutos, Zaragoza envió el mensaje definitivo a la ciudad de México: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”. La Patria cobijó a sus hijos: en una heroica jornada habían logrado vencer al ejército invasor. Nadie lo esperaba. Tan insólito fue el resultado, incluso para los propios soldados mexicanos, que horas después de la batalla, aún recorrían el campo para cerciorarse de la realidad. El propio Porfirio Díaz, escribió tiempo después en sus Memorias: “Esta victoria fue tan inesperada que nos sorprendimos verdaderamente con ella, y pareciéndome a mí que era un sueño, salí en la noche al campo para rectificar la verdad de los hechos con las conversaciones que los soldados tenían alrededor”.
El triunfo fue celebrado con júbilo entre las filas republicanas, sin embargo, Zaragoza no pudo menos que contrariarse frente a la actitud de la sociedad poblana. Parecía guardar luto por la derrota de los franceses. Sorprendido por la fría actitud de los poblanos, el general escribió al presidente Juárez: “Nada se puede hacer aquí porque esta gente es mala en lo general y sobre todo muy indolente y egoísta. Qué bueno sería quemar Puebla. Está de luto por el acontecimiento del día 5”.
La victoria del 5 de mayo, minimizada en ocasiones por la historiografía mexicana, retrasó un año los planes intervencionistas y aumentó los costos de la aventura imperial en México, lo cual, a la larga, determinó el fracaso de la intervención francesa. A principios de septiembre de 1862, Zaragoza cayó gravemente enfermo de tifo. Infinidad de veces había hecho doblar la cerviz a sus adversarios, dirigiendo batallas, caracoleando su caballo junto a los cañones, haciendo relucir su espada. La luz de su sol se extinguía irremediablemente, cuando se avecinaba el reinicio de las hostilidades contra los franceses.
Hombre de una sola victoria, Ignacio Zaragoza alcanzó un lugar en el altar cívico de la Patria. Tenía 33 años de edad cuando murió, el 8 de septiembre. Falleció habiendo conquistado un día de gloria para la nación mexicana; un día cinco, cuando sobre el cielo de



Puebla, alumbró radiante, el sol de mayo.













GUERRA VS USA



RUTAS COMERCIALES

Por Linda Salvucci

La historia del comercio de los primeros tiempos de México como nación y Estados Unidos permanece en casi absoluto silencio debido a la falta de buenos datos consecutivos. Las cifras de exportación e importación de México no son ni coherentes ni exhaustivas; del lado estadounidense, las exportaciones terrestres de Estados Unidos a México no se registraron hasta 1893. Las estadísticas de comercio marítimo, recabadas por el Tesoro de Estados Unidos desde 1824 en adelante, revelan que México intercambiaba plata —principalmente en monedas y algo en lingotes— por telas confeccionadas, por harina de trigo proveniente de New Orleans y por algodón crudo para la industria textil mexicana, cuyas tarifas aprobadas por México en 1829, 1837 y 1842-1843 se intentaban proteger. Aún antes de 1838, el algodón refinado representaba entre el 30 y el 40 por ciento de las exportaciones internas de Estados Unidos a México. Más aún, antes de 1841, las reexportaciones constituían al menos la mitad de todas las exportaciones de Estados Unidos a México por valor cada año. Dicha evidencia cuantitativa sugiere lo que otra información cualitativa confirma: antes de la Revolución de Texas (1835-1836), la composición de las exportaciones estadounidenses y las reexportaciones a México reflejaba principalmente factores económicos y restricciones comerciales. Después de eso, los cálculos políticos y diplomáticos entraron en juego porque Estados Unidos y Gran Bretaña competían más directamente por la influencia en México.

Sus respectivas modalidades de comercio, que antes habían sido análogas ya que bajaban y subían paralelamente, comenzaron a moverse en direcciones opuestas y a mostrar altibajos contrarios.

Los productos ingleses llegaban a México a través de Texas; esta es una de las razones por las que Texas dominó la economía política del comercio entre 1825 y 1848. Al principio, se suponía que los texanos compraban y vendían a los oficiales de intendencia del ejército mexicano a precios establecidos. Sin embargo, para alentar los asentamientos en la frontera norte, México concedió a los colonos de Texas una exención impositiva de siete años en 1823. Los intentos por recaudar impuestos a comienzos de la década de 1830 exacerbaron las tensiones políticas, lo que llevó a un historiador económico a referirse a la guerra entre Estados Unidos y México como un conflicto "incontenible". Texas no tuvo aduana costera hasta 1830, pero queda claro que el algodón de Texas se enviaba por barco a New Orleans en buques estadounidenses. Las compañías mercantiles británicas también representaron una competencia importante para los comerciantes estadounidenses en California.

En muchos sentidos, el comercio más legendario entre Estados Unidos y México involucró a comerciantes independientes del Sendero de Santa Fe. El comercio entre Nuevo México y Chihuahua permaneció activo hasta 1846 porque incalculables cantidades de plata y mulas transitaban desde las provincias del norte hasta Missouri. Los estudiosos mexicanos y estadounidenses difieren en cuanto al grado de influencia comercial y cultural que ejercían los comerciantes estadounidenses sobre los habitantes de Nuevo México. Pero la reorientación de la región de México hacia Estados Unidos fue evidente y llevó a una autoridad actual en lo que respecta al sudoeste, David Weber, a concluir: "Esa época mexicana vio cómo los pobladores se desconectaban del mercantilismo español sólo para adoptar el capitalismo estadounidense".

Para Estados Unidos, el flujo comercial general desde y hacia México era pequeño, pero sus efectos podían ser significativos. Los mercados regionales, en particular Texas, probablemente se veían más afectados por el comercio terrestre en ganado, caballos y mulas. Antes del Pánico de 1837 en Estados Unidos, considerables flujos de plata mexicana ayudaban a subir los precios estadounidenses. Los mexicanos ricos además compraban bonos de los estados individuales de Estados Unidos y perdieron dinero cuando esos estados suspendieron los pagos durante la época de pánico.

Después de la guerra entre Estados Unidos y México, el comercio de México con Estados Unidos creció más rápidamente que su comercio con Europa, de modo que durante el resto del siglo Estados Unidos tuvo una participación creciente en el comercio exterior de México. La voluntad de una naciente generación de mexicanos liberales que querían alejarse del proteccionismo y veían con buenos ojos un comercio más libre también influyó en este cambio. Estos mexicanos, siempre recelosos del poder comercial y militar de Estados Unidos, creían que abrir los mercados a Estados Unidos evitaría mayores pérdidas de territorio. El rápido crecimiento de la economía estadounidense después de la década de 1840 aumentó el mercado estadounidense para productos mexicanos y convirtió a Estados Unidos en un proveedor aún más grande de productos terminados para México. Pero no fue sino hasta la década de 1880 que se aceleró realmente la integración de las dos economías. La terminación de las conexiones ferroviarias entre los dos países fue fundamental para eso, como lo fue la política ahora abiertamente favorable a las inversiones extranjeras del régimen del dictador mexicano Porfirio Díaz.

Se suele decir que tras la bandera va la mercancía y que la diplomacia abre el camino para relaciones comerciales más intensas. Antes de la guerra con Estados Unidos, los mexicanos en general creían que el principio era a la inversa, y que a los comerciantes yanquis generalmente los seguían los ejércitos estadounidenses. No fue sino hasta fines del siglo XIX que se pudo sostener el patrón más usual, ya que sólo entonces el estado mexicano realmente fortalecido estuvo en posición de controlar el acceso a su territorio y, por lo tanto, a sus mercados.
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OPINIÓN PÚBLICA: SENTIMIENTO PREVIO A LA GUERRA CONTRA EUA EN MÉXICO

Por Jesús Velasco Márquez
Para evaluar la opinión pública mexicana durante la primera mitad del siglo XIX es necesario tener en cuenta las condiciones sociales de México. Buena parte de la población rural y urbana era analfabeta y tenía una educación deficiente; por lo tanto, casi nunca tenían información para basar su opinión. Lo que se consideraba opinión pública se concentraba en las clases media y alta. Por otro lado, había diferencias regionales; algunas de las provincias mexicanas sostenían posiciones diferentes a las asumidas en la Ciudad de México, aunque esas discrepancias estaban más relacionadas con rivalidades y conflictos de intereses internos que con diferentes concepciones del plano internacional. Las principales fuentes a partir de las que se puede estudiar la opinión pública mexicana de esa época son los periódicos —en especial las páginas editoriales y las cartas dirigidas a los editores— los panfletos, los manifiestos políticos y los discursos públicos. A partir de estos documentos es posible sacar algunas conclusiones generales.
Después de que México alcanzara la independencia en 1821, sus dirigentes políticos y formadores de opinión pública veían a Estados Unidos de un modo ambivalente. Estas visiones diferían según la orientación ideológica. Los liberales admiraban a Estados Unidos por su progreso y vitalidad y veían en ese país un ejemplo de sociedad moderna basada en una clase media propietaria en la que no había privilegios especiales para los intereses corporativos. También lo consideraban el mejor ejemplo de los beneficios de un tipo de gobierno republicano y federalista. Los conservadores de México enfatizaban la continuidad histórica e institucional que Estados Unidos había mantenido desde la época colonial. Por otro lado, los mexicanos notaban algunos aspectos negativos de la sociedad estadounidense, en  particular, la contradicción entre los ideales de equidad y libertad expresados en la Declaración de la Independencia y en la Declaración de Derechos y la existencia de la esclavitud en los estados del sur. Pero sobre todo, los mexicanos temían a las tendencias expansionistas de Estados Unidos y las consideraban una potencial amenaza para la seguridad y la integridad territorial de México. Este temor aumentó de 1823 a 1836 como resultado de la participación del enviado estadounidense Joel R. Poinsett en los debates políticos internos de México y el modo grosero en que su sucesor, Anthony Butler, presentó las propuestas del presidente Andrew Jackson en un intento de adquirir Texas y la parte norte de California.
Cuando Texas se separó de México en 1836, esos temores se intensificaron; los mexicanos creían que la separación era el resultado de un apoyo directo de voluntarios estadounidenses y la ayuda encubierta de parte del gobierno de Estados Unidos. Los dirigentes políticos y los formadores de opinión pública mexicanos sabían por el memorando de Juan de Onís correspondiente a las negociaciones del Tratado de 1819 que el presidente James Monroe y el secretario de estado John Quincy Adams habían argumentado que Texas era parte del territorio de Louisiana. Esos temores se confirmaron nueve años más tarde cuando Texas fue anexada por Estados Unidos. Para México, la anexión de Texas por parte de Estados Unidos era inaceptable por razones legales y de seguridad. Por eso, el gobierno mexicano, cuando supo del tratado de anexión entre Texas y Estados Unidos, en abril de 1844, volvió a plantear su posición considerándolo un acto hostil de parte del gobierno estadounidense y una declaración de guerra implícita. Más tarde, cuando el Congreso estadounidense aprobó la resolución conjunta, México suspendió sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Desde el punto de vista mexicano, la anexión de Texas —ya sea por medio de un tratado o una resolución conjunta— fue una violación del Tratado de Límites firmado en 1828, por el cual Estados Unidos reconocía que Texas era parte del territorio mexicano. Por lo tanto, ambas acciones constituían una violación inaceptable de principios de derecho internacional, así como un claro riesgo para la seguridad territorial de México, porque del mismo modo otros territorios mexicanos se podrían incorporar a Estados Unidos. Bajo esas  circunstancias, el gobierno del presidente José Joaquín trató de seguir un doble camino diplomático. Por un lado, denunció que la resolución conjunta era ilegal; por el otro, trató de negociar un acercamiento con el gobierno de la República de Texas. Los objetivos de México consistían en impedir la anexión de Texas y evitar la guerra con Estados Unidos.
Mientras se llevaban a cabo las negociaciones, la prensa mexicana estaba dividida: algunos periódicos se oponían a la negociación mientras que otros apoyaban al gobierno. Aquéllos que se oponían a la negociación propugnaban una inmediata campaña militar contra la República de Texas antes de que la anexión tuviera lugar. Más tarde, cuando Texas aceptó la oferta de Estados Unidos, hubo consenso en México en cuanto a que era necesario recurrir al accionar militar para evitarlo. En ambos casos, sin embargo, es importante resaltar que la acción estaba pensada principalmente como una acción militar contra Texas y poco tenía que ver con una declaración de guerra contra Estados Unidos. La opinión general era que México no tenía otra alternativa más que recurrir a la fuerza militar para evitar que Texas se convirtiera en parte de Estados Unidos. Dicha acción, pensaban, dejaría en claro que el país no aceptaría la expansión estadounidense hacia otras posesiones territoriales de México. Cuando era evidente que Texas probablemente aceptaría la oferta estadounidense, el Congreso mexicano aprobó una resolución el 4 de junio de 1845 que autorizaba al presidente "el derecho legítimo a utilizar todos los recursos para resistir dicha anexión hasta las últimas consecuencias".
En octubre de 1845, la sensación general era que el reconocimiento de la anexión de Texas a Estados Unidos no era deseable. No obstante, en esta situación crítica, la administración del presidente Herrera, independientemente de las restricciones legales y políticas, se mantuvo abierta a una solución negociada, lo que significaba la aceptación de la anexión de Texas. Por lo tanto, al gobierno estadounidense se le informó que México aceptaría recibir a un "comisionado" con plenas facultades para negociar el problema de Texas. La opinión pública mexicana en genera l rechazó esta aproximación y continuó exigiendo una acción inmediata en contra de Texas. Cuando la misión del diplomático estadounidense John Slidell fue rechazada por los gobiernos mexicanos de José Joaquín de Herrera y Mariano Paredes Arrillaga y se conocieron los términos de las instrucciones de Slidell, la mayoría de los mexicanos creían que el principal objetivo de la misión había sido "tender una trampa burda con un ultrajante propósito maquiavélico" ("La cuestión del día", El Tiempo, México, 5 de abril de 1846, pág. 1).
En abril de 1846, cuando las fuerzas estadounidenses al mando del general Zachary Taylor avanzaban hacia el río Bravo, el público mexicano, seguro de que Estados Unidos estaba pronto a iniciar una guerra para despojar a México de sus provincias del norte, demandó una acción militar inmediata para evitarlo. El énfasis estaba en detener el avance estadounidense en el territorio comprendido entre el río Nueces y el río Bravo. La opinión pública mexicana siempre hizo hincapié en la necesidad de defender la integridad territorial, primero en el caso de la anexión de Texas y más tarde en la invasión estadounidense al territorio mexicano. En realidad México nunca le declaró la guerra a Estados Unidos. Cuando se supo en México que el presidente estadounidense James K. Polk había solicitado y recibido una declaración de guerra del Congreso, la opinión de los mexicanos era que la verdadera intención del gobierno estadounidense no era defender una cuestionable reivindicación territorial ni compensar supuestos agravios, como había manifestado, sino tomar posesión del territorio que legítimamente pertenecía a México. Como lo manifestó el periódico El Tiempo: "La conducta del gobierno estadounidense es similar a la del bandido con el viajero", y al enfrentarse con ese peligro la postura de México no podía ser otra que la de defenderse.
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EL PUNTO DE VISTA MEXICANO ACERCA DE LA INVASIÓN ESTADOUNIDENSE
Por Jesús Velasco Márquez.
Instituto Tecnológico Autónomo de México
This is James Knox Polk.Hace siglo y medio que tuvo lugar el evento más dramático en la historia de las relaciones entre México y Estados Unidos. Los historiadores estadounidenses se refieren a este evento como la "Guerra Mexicana", mientras que en México preferimos el uso del término de la "Invasión de Estados Unidos".
Estas conceptualizaciones contrastantes no se basan en simples caprichos, sino en diferentes percepciones del conflicto. Cuando el Congreso de Estados Unidos autorizó una declaración de guerra contra México en 1846, se aceptó oficialmente el punto de vista del presidente Polk. Este mantenía la postura de que el gobierno mexicano -- mejor dicho, los gobiernos mexicanos -- no le habían dejado a Estados Unidos otra alternativa que la de defender su seguridad e intereses nacionales y que México era el culpable de que la guerra se originara.
Este argumento ha sido objeto de debate en historiografías mexicanas y estadounidenses, habiendo quienes lo defienden y quienes lo critican cuando tratan de explicar la conducta de los líderes políticos y generadores de opinión mexicanos. Los historiadores estadounidenses han encontrado que es difícil explicar la actitud adoptada por los gobiernos mexicanos y la prensa nacional de esos años. Sus interpretaciones han sido parciales, descontextualizando algunas declaraciones oficiales y algunos artículos periodísticos y utilizándolos como supuesta evidencia de la beligerancia exagerada de México. Sin embargo, si estos documentos se estudian en base al contexto de la situación interna de México en la época, podemos ver el otro lado de la moneda.
Efectivamente, a fin de comprender el punto de vista mexicano en relación a la guerra contra Estados Unidos, es necesario considerar tres puntos importantes: primero, el estado interno de México durante la década de 1840; segundo, el problema de Texas; y, tercero, la invasión de Estados Unidos sobre el territorio mexicano.
Entre 1841 y 1848, México vivió uno de los periodos más críticos en la formación de su Estado. Primero, entre 1841 y 1843 estuvo la dictadura de Santa Ana y, luego, la segunda República Centralista, en el poder hasta diciembre de 1845. A esto le siguió la dictadura de Mariano Paredes que duró ocho meses y durante la cual se discutió una vez más la posibilidad de establecer una monarquía. Finalmente, en 1847 se restauró el gobierno federal de la república, después de que se habían sucedido seis presidentes de junio de 1844 a septiembre de 1847. Con la excepción de Manuel de la Peña y Peña, el resto llegó al poder como resultado de levantamientos populares o militares contra sus predecesores. Así, todos se enfrentaban a fuerzas de oposición que cuestionaban su legitimidad y estaban ansiosas por derrocarlos. Como resultado de estas condiciones, los problemas en torno a la separación de Texas y su anexión a Estados Unidos, así como la misión de John Slidell, se convirtieron en parte del debate entre los partidos y facciones políticas y en el pretexto para que una facción u otra minimizara la legitimidad de sus oponentes.
Como se señaló en un artículo del diario "El Siglo XIX", el tema de la separación de Texas y los intentos de reintegrarlo a la soberanía mexicana se usaron para justificar, realzar, deshacer o revivir las reputaciones de importantes figuras y partidos políticos y, sobre todo, como una excusa para justificar cualquier tipo de movimiento "revolucionario".
1 De la misma manera, los esfuerzos realizados en 1845 y 1846 por buscar soluciones negociadas para evitar la anexión de Texas a Estados Unidos y después para evitar la guerra, fueron denunciados por la prensa opositora como actos de debilidad y hasta de traición.
JOSÉ JOAQUÍN HERRERA
Por ejemplo, la administración de José Joaquín Herrera tuvo un apoyo apenas precario para negociar con el gobierno de Texas en abril y en mayo de 1845, así como para recibir al enviado John Slidell a fines de ese mismo año. Mariano Paredes confrontó la misma situación en 1846, y en 1847 Santa Anna se enfrentaría a la constante sospecha de traición que le impidió establecer contacto directo con Nicholas después de la derrota de Cerro Gordo. Por lo tanto, el frágil estado de la autoridad era un obstáculo para cualquier intento de soluciones negociadas. Incluso representantes de Estados Unidos reconocieron las limitaciones políticas que caracterizaron la capacidad de negociación de los gobiernos mexicanos a partir de 1844, cuando el secretario Wilson Shannon reportó lo siguiente a su gobierno acerca de la anexión de Texas:
". . .muchos mexicanos inteligentes tienen y expresan en privado opiniones favorables al arreglo amistoso de las dificultades. . .pero son muy pocos los que tienen la osadía de expresar estas opiniones públicamente, o que estarían dispuestos a refrenar el prejuicio popular actual al comprometerse con su ejecución".
También vale la pena subrayar aquí que los cambios constitucionales que se realizaron en este periodo impusieron restricciones a las acciones de quienes estaban en el poder. Algunos ejemplos incluyen: un artículo que se le añadió a la Constitución mediante el cual se prohibía la transferencia de control de territorios; y las enmiendas a la Constitución Federal de 1824 que se aprobaron en 1847 y que descalificaban "al Ejecutivo de firmar un acuerdo de paz y concluir negociaciones con naciones extranjeras"
Desde la perspectiva mexicana, el problema de Texas tenía dos facetas: una se relacionaba con su separación de México y la otra con su anexión a Estados Unidos. En cuanto a la primera, de 1836 a 1845, México sostenía tal vez con un poco de inflexibilidad que la separación de Texas era ilegítima y reafirmaba su derecho de reincorporar esta parte de su territorio a través de todos los medios necesarios, incluido el uso de la fuerza. Además, consideraba que a pesar del reconocimiento que los texanos habían obtenido en otros países, el conflicto era un problema interno. Vale la pena mencionar que la posición de México fue muy similar a la que años después adoptaría el gobierno de Estados Unidos al enfrentarse al problema de la separación de sus estados sureños. Asimismo, la emancipación potencial de Texas advertía la vulnerabilidad de los territorios de Nuevo México y California, debido tanto a las intenciones de Texas de definir su frontera a lo largo del Río Bravo (Río Grande en EU) y las de Estados Unidos de expandir su territorio hasta el océano Pacífico.
La imposibilidad de reincorporar a Texas por medio de la sumisión militar de los rebeldes ya era clara en 1843 cuando el gobierno de Santa Anna acordó firmar un armisticio. Ese año empezó a tomar forma la opción de negociar con la inclinación a reconocer la independencia texana. Sin embargo, para entonces Estados Unidos ya había revivido su viejo proyecto de anexarse la región.
Desde el punto de vista mexicano, la anexión de Texas a Estados Unidos era inadmisible tanto por razones legales como de seguridad. Así, cuando el gobierno mexicano se enteró del tratado firmado entre Texas y Estados Unidos en abril de 1844, reafirmó la postura que había expresado un año antes de que México considerara dicha acción como "una declaración de guerra". Después, cuando el Congreso aprobó la resolución conjunta invitando a Texas a unirse a Estados Unidos, México suspendió relaciones diplomáticas con su vecino. México sostenía que la anexión de Texas --por tratado o por resolución del Congreso de Estados Unidos-- era una violación al tratado de la frontera de 1828 que reconocía la soberanía de México sobre dicho territorio.
En consecuencia, dichos actos eran una violación de principios fundamentales de derecho internacional; además, establecían un peligroso precedente a la seguridad territorial de México, ya que las mismas fórmulas podrían usarse para anexarse otras áreas a lo largo de la frontera.
Enfrentada a esta situación, la administración de José Joaquín Herrera intentó una diplomacia de doble filo, primero, al denunciar la resolución de Estados Unidos como ilegal y, segundo, estableciendo negociaciones con Texas teniendo dos objetivos en mente: evitar la anexión de Texas y eludir un conflicto armado con Estados Unidos. La opción de negociar con la inclinación a reconocer la independencia de Texas se aceptó bajo la condición de que se rechazaría la anexión. A este fin, se utilizaron los buenos oficios de representantes británicos en México y en Texas, pero este intento resultó demasiado tardío e infructuoso.
Iniciadas estas negociaciones, la prensa mexicana se vio dividida entre quienes se oponían a negociar con Texas y aquéllos que apoyaban las acciones del gobierno. La oposición, representada principalmente por aquéllos a quienes se les refería como "puristas", insistía que se debería recuperar Texas a través de una expedición armada. Los "moderados" que originalmente apoyaron la solución negociada con Texas se cambiaron al otro lado cuando, al final, Texas aceptó la anexión. Ambos lados decidieron lanzar sus campañas contra Texas y no declararle la guerra a Estados Unidos. La opinión de periodistas y políticos mexicanos respecto a la anexión era que México no tenía otra alternativa que la de "impedir que Estados Unidos se apropiara de Texas usando todos los medios necesarios".
El objetivo fue que quedase claro que no se aceptaría pasivamente el deseo de Estados Unidos de expandir su territorio a costa de México.
Una vez que el gobierno de Texas acordó la anexión el 4 de julio de 1845, la administración de Herrera ordenó la movilización de tropas federales para proteger la frontera norte. La orden estaba en acuerdo con un decreto aprobado por el Congreso hacía exactamente un mes, en el que se autorizaba al gobierno "dentro de todos sus derechos a que utilizara todos los recursos disponibles para resistir hasta el final" dicha anexión. Esto se reafirmó después en el proyecto de ley que se le presentó al Congreso el 21 de julio en el que se mantenía que la movilización militar tenía el propósito de:
GRAL. MARIANO ARISTA
" . . .preservar la integridad del territorio mexicano de acuerdo a las viejas fronteras reconocidas por Estados Unidos en tratados que fechan de 1828 a 1836".
Así, la orden se dio el 23 de ese mismo mes para fortalecer la línea defensiva a lo largo del Río Bravo (Río Grande en EU) con la Cuarta División del ejército al mando del general Arista. Sin embargo, se mantenía la postura en favor de buscar una solución negociada. Un mes antes, se le había comunicado al secretario de Estado Buchanan, a través del agente estadounidense William Parrot, la posición del gobierno mexicano en los siguientes términos:
"He comprobado satisfactoriamente a través de un canal indirecto de comunicación... que el presente gobierno no declarará la guerra contra Estados Unidos, incluso en el caso de anexarse a Texas".
La postura antibeligerante de México a favor de las negociaciones se confirmó el 15 de octubre de 1845, cuando su ministro de relaciones exteriores, Manuel de la Peña y Peña, le notificó al cónsul de Estados Unidos John Black:
" ...que aunque la nación mexicana estaba seriamente ofendida debido a las acciones de Estados Unidos en Texas --perteneciéndole éste a México--, el gobierno estaba dispuesto a recibir a un comisionado que llegara a esta capital proveniente de Estados Unidos con todas las facultades de llegar a un arreglo en cuanto a la disputa actual de manera pacífica, razonable y respetable".
Sin embargo, cualquier posibilidad de comenzar las negociaciones se vio enfrentada a obstáculos serios. Primero, había aumentado la oposición de la opinión pública y de ciertos intereses políticos a un acuerdo que significara el reconocimiento de la anexión de Texas. De esta manera, el gobierno no tenía el consenso interno necesario para las negociaciones. En segundo lugar, las instrucciones que se le dieron al enviado John Slidell incluían la propuesta de Estados Unidos, y ésta no tenía mucho que ofrecer en términos de las negociaciones. Dichas instrucciones no sólo incluían la demanda de que el Río Bravo (Río Grande en EU) sirviera de frontera con Texas cuando, de hecho, el Río Nueces siempre se había definido como tal, sino que también demandaban la cesión de los territorios de Nuevo México y California vinculada a derechos que se habían resuelto cuando se firmó la Convención de 1843.
Además, la administración de Polk había acreditado a Slidell como secretario plenipotenciario y no como comisionado ad hoc con facultades únicamente de iniciar negociaciones como había acordado el gobierno mexicano. Por lo tanto, la misión Slidell se estaba utilizando para forzar al gobierno mexicano a reconocer tácitamente la anexión de Texas y la cesión del territorio disputado. Este último punto fue el obstáculo inicial para comenzar las negociaciones y punto recurrente en la correspondencia generada del 8 de diciembre de 1845 y el 21 de marzo de 1846 entre el enviado de Estados Unidos y los ministros Manuel de la Peña y Peña, y Joaquín María del Castillo y Lanzas.
Para analizar las intenciones del presidente Polk respecto a la misión Slidell, vale la pena subrayar los comentarios que William Parrot le expresara antes al secretario Buchanan:
"Hay otras consideraciones que son importantes para el gobierno y el pueblo de Estados Unidos que hacen que me incline a creer que sería mucho mejor que México declarara ahora la guerra, más que proponer las negociaciones abiertas para el arreglo de las diferencias pendientes, no siendo la menos importante de ellas el trazado de ciertas líneas geográficas en los mapas de la costa noroeste de América; estas líneas podrían hacerse satisfactoriamente en el caso de una guerra pero no en una negociación, ni ahora ni en ningún periodo futuro".
Las demandas hechas por John Slidell y la negativa del gobierno de Estados Unidos a modificar los términos de su acreditación, acompañadas por la formalización de la admisión de Texas a Estados Unidos y la orden dada por el general Taylor de ocupar el territorio entre el Río Bravo (Río Grande en EU) y el Río Nueces, fueron los factores que les confirmaron a los mexicanos que el objetivo de la misión no era otro que el de desplegar: " . . .una trampa burda . . . con un ultrajante objetivo maquiavélico. Después de todo, el dilema era bastante sencillo: ya fuera que el gobierno mexicano admitiera un secretario regular de gobierno, lo cual sería equivalente a restablecer las relaciones amistosas entre los dos países sin que se resolviera la disputa y aprobando así la usurpación de Texas y probándole al mundo que a pesar de cualquier ofensa y desposeimiento, siempre se podría contar con México. Ser esclavo de Estados Unidos --o la probabilidad de serlo-- era algo que el gobierno mexicano no acordaría por ser una humillación excesiva y, por lo tanto, existiría un pretexto de recurrir a la guerra y de que se dieran más casos de usurpación".
Apenas pasada una semana de que Slidell recibiera sus credenciales y comenzara su viaje de regreso a Estados Unidos, las tropas comandadas por el general Zachary Taylor llegaron al Río Bravo (Río Grande en EU), al otro lado de la ciudad de Matamoros, ocupando de esta manera el territorio en disputa e incrementando las posibilidades de una confrontación. Esta provocación del presidente Polk sería admitida hasta por John C. Calhoun que había sido el promotor principal de la anexión de Texas. A los ojos del gobierno de Mariano Paredes, la movilización del ejército estadounidense era un descarado ataque a la integridad territorial de México y demostraba claramente que Estados Unidos no tenía intenciones de sujetarse a los términos del tratado de fronteras de 1828. Consecuentemente, el gobierno mexicano reafirmó la orden de proteger la frontera, significando con ello el territorio ubicado entre los Ríos Bravo y Nueces, una orden que dio lugar a las batallas de Palo Alto y Resaca de la Palma.
Incluso antes de estos incidentes, el presidente Polk ya había decidido pedirle al Congreso de Estados Unidos que declarara la guerra contra México; sin embargo, las batallas le brindaron el pretexto de movilizar las opiniones de los legisladores de Estados Unidos y del público a favor de dicha medida. Aseguraba que
"México ha cruzado la frontera de Estados Unidos, ha invadido nuestro territorio y ha ocasionado el derramamiento de sangre estadounidense en territorio estadounidense".
Esta declaración no sólo implicó la definición unilateral de la frontera entre Estados Unidos y México, sino que también definió claramente un motivo para la guerra como defensa de la seguridad territorial de Estados Unidos. No obstante, Polk ordenó inmediatamente la ocupación del territorio al sur del Río Bravo (Río Grande en EU), así como la de los territorios de Nuevo México y de California, y el bloqueo de puertos mexicanos. La cuestión era y sigue siendo: ¿Fueron estas acciones en defensa de la seguridad territorial de Estados Unidos o una flagrante invasión del territorio mexicano?
Desde el punto de vista de los mexicanos, la respuesta era clara: El gobierno de Estados Unidos no buscaba proteger su seguridad territorial ni tenía otras supuestas demandas; más bien estaba determinado a tomar un territorio que le pertenecía legítimamente a México.
Esta postura la reiteró un artículo del diario "El Tiempo" que anunciaba: "El gobierno estadounidense actuó como un bandido sorprendiendo a un viajero". El diario "El Republicano" publicó la siguiente opinión:
"Nadie tiene duda alguna acerca de las intenciones que el gabinete de Washington ha tenido por algún tiempo sobre México . . . Uno lucha en nombre de la usurpación; el otro defiende la justicia ... La guerra ha comenzado y para la nación [mexicana] es mucho lo que se arriesga, e incluso teniendo la justicia de su lado, desafortunadamente no es suficiente para triunfar y refrenar los excesos de un enemigo poderoso. Para nuestra desgracia la guerra. . . ahora ha comenzado y es urgente que no se pierda el tiempo".
La mayoría de la gente en México creía que el uso de las armas era al única opción disponible para defender sus derechos y su integridad territorial. De esta manera, el 6 de julio de 1846, el presidente Mariano Paredes promulgó el decreto congresional que sostenía dichos principios en los siguientes términos:
"Artículo 1. El gobierno, en defensa natural de la nación, repelerá la agresión iniciada y sostenida por los Estados Unidos de América en contra de la República de México, habiendo invadido y cometido hostilidades en un número de departamentos que constituyen el territorio mexicano.
Artículo 3. El gobierno le comunicará a las naciones amistosas y a toda la república las causas justificables que la obligan a defender sus derechos, habiendo quedado sin otra alternativa que no sea la de repeler con fuerza en respuesta a la violenta agresión cometida por Estados Unidos".
Si analizamos atentamente el texto de este decreto, encontramos que la guerra nunca se le declaró a Estados Unidos; más bien se hace referencia únicamente a la necesidad de defender la integridad territorial del país y de repeler la invasión de Estados Unidos. Resulta más significativo observar esto si tomamos en cuenta que para entonces las fuerzas del general Taylor ya habían cruzado el Río Bravo (Río Grande en EU), y habían tomado la ciudad de Matamoros; se habían bloqueado los puertos mexicanos; el capitán John Fremont promovía una revuelta en California; y el coronel Stephen Kearny había recibido órdenes de ocupar Nuevo México y California.
EL IMPERIO CONTRAATACA
El 8 de agosto de 1846, el presidente Polk le pidió al Congreso de Estados Unidos un fondo especial de dos millones de dólares para cubrir el costo de la guerra. En un mensaje que acompañaba su petición aseveraba que estos recursos también se usarían para hacer ajustes en la frontera con México, dejando muy claro que la intención era la de adquirir territorio mexicano a la fuerza. Cuando la noticia de este mensaje llegó a México, el diario "El Republicano" comentó que comenzar una guerra por motivos de esta naturaleza era "injusto y barbárico, y se debería considerar a los responsables como enemigos de la Humanidad". Un mes después reiteraba que:
"Un gobierno... que comienza una guerra sin motivo legítimo se hace responsable de todos sus males y horrores. El derramamiento de sangre, el duelo de familias, el saqueo, la destrucción, la violencia, los incendios, sus trabajos y sus crímenes... Este es el caso del gobierno de Estados Unidos por haber iniciado una guerra injusta que ahora libra contra nosotros".
El ejército de Estados Unidos continuó avanzando durante la segunda mitad de 1846 y los primeros meses del año siguiente. El 3 de marzo de 1847, el Congreso de Estados Unidos aprobó un fondo de tres millones de dólares para permitir que el presidente alcanzara un tratado de "paz, límites y fronteras" con México. Un mes después se asignó a Nicholas Trist para que negociara con las autoridades mexicanas. Sin embargo, para esta fecha se había iniciado una nueva ofensiva al mando del general Winfield Scott a quien se le había ordenado atacar el territorio entre el puerto de Veracruz y la ciudad de México. La opinión compartida por la sociedad y gobiernos mexicanos estaba en contra de firmar un acuerdo de paz en la deshonra. Incluso hasta después de los primeros contactos entre Trist y las autoridades mexicanas, "El Diario del Gobierno" declaraba:
"[La paz] que pudiera establecerse ahora mismo entre la República de México y Estados Unidos sería ignominiosa para la primera y conllevaría tanto descontento hacia otras naciones y tantos efectos negativos en el país, que México pronto se convertiría en el escenario de otra guerra y desaparecería de la lista de naciones libres e independientes".
Los eventos que se dieron en los meses siguientes previnieron dramáticamente que los mexicanos prosiguieran con la obstinada, si bien justa, defensa de su territorio, y finalmente tuvieron que aceptar una negociación difícil, dolorosa e indigna para los negociadores de ambos lados. Esto se pone de manifiesto en los comentarios expresados por Nicholas Trist a su esposa cuando la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo y la actitud asumida por los mexicanos respecto a la invasión de Estados Unidos:
Al momento de firmar el tratado... uno de los mexicanos, don Bernardo Couto, le dijo: "Este debe ser un momento de orgullo para usted; tan de orgullo para usted como tan humillante para nosotros". A lo que el Sr. Trist respondió que "estamos haciendo la paz, que sea ése nuestro único pensamiento". Sin embargo, al recontárnoslo nos dijo: "Si esos mexicanos hubieran podido asomarse a mi corazón en ese momento, se hubieran dado cuenta que mi sentimiento de vergüenza como estadounidense era mucho más intenso que el de ellos como mexicanos. Porque aunque no era mi lugar decirlo allí, eso era algo de lo que todo estadounidense de buena razón se avergonzaría y yo lo estaba, cordial e intensamente avergonzado".
Efectivamente, durante todo el conflicto, desde la separación de Texas hasta la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, México defendió su territorio, y si en algún momento su posición fue beligerante, lo fue en la defensa de su seguridad nacional y por la preservación de su derecho internacional. Por lo tanto, no fue el resultado de la arrogancia, ni de la irresponsabilidad, sino más bien la única respuesta posible a los argumentos y a las acciones del gobierno de Estados Unidos. En conclusión, el conflicto armado entre México y Estados Unidos de 1846 a 1848 fue el producto de una agresión deliberada y debería referirse como la "Guerra de Estados Unidos contra México".

Reprinted with permission: Voices of Mexico, Issue #41
Published by the Center for Research on North America (CISAN), National Autonomous University of México


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SANTA ANNA: LA SOMBRA DE LA SOSPECHA
Una conversación con Miguel Soto
Universidad Nacional Autónoma de México

¿Qué facciones políticas estaban interesadas en el retorno de Santa Anna a México y por qué?

Las facciones políticas que buscaban el retorno de Santa Anna eran básicamente los moderados y los puros. Eran grupos de federalistas liberales que pensaban que lo mejor para el país era un gobierno con sistema federal, pero que tenían dificultades en la forma de establecerlo y especialmente cómo distribuir la propiedad, en particular la propiedad eclesiástica. Estos puros y moderados se unieron para derrocar al presidente Mariano Paredes e hicieron arreglos para lograr el retorno de Santa Anna. Intentaron usarlo como lo habían hecho a principios de la década de 1830 para unificar las fuerzas públicas y políticas y alcanzar sus metas, aunque sin éxito. La alianza de los puros y los moderados durante la guerra duró solamente mientras se deshicieron de Paredes. Tan pronto lo lograron, continuaron con sus propias pugnas entre ellos.

¿Por qué quería volver Santa Anna?

Porque se veía a sí mismo como el salvador eterno de la nación. Cuando los puros, los moderados y otros lo llamaron, tenía que regresar. Tenía que salvar a la nación y al mismo tiempo tratar de controlar todas las partes para su propia ventaja política. Esto es lo que Santa Anna se propuso hacer.
En realidad, volvió bajo una sombra de sospecha. La gente no estaba segura de lo que pudo haberle ofrecido al gobierno de Polk en Washington. Se preguntaban: ¿Qué había estado dispuesto a sacrificar a fin de llegar a un acuerdo con Estados Unidos? ¿Simulaba con el fin de impresionar a los grupos políticos y de influencia para mostrarles que hacía un serio esfuerzo militar, cuando su verdadera intención era la de presionar al Congreso para que firmara un tratado de paz con Estados Unidos a fin de evitar peores consecuencias para México? Su conducta despertaba duda y preocupación en los diferentes grupos políticos, pero el continuo antagonismo y los incesantes conflictos entre ellos hicieron necesario que éstos dependieran de Santa Anna a lo largo de la guerra.

¿De qué forma contribuyeron a las sospechas en torno a Santa Anna los resultados de las batallas?

Desde mi punto de vista y hablando estrictamente en términos militares, el desempeño de Santa Anna consistió de demasiados errores. A mí me parecen excesivos. Uno puede cometer un error o varios, pero, ¿todos a la vez? Eso es demasiado. Así que hay dudas verdaderamente serias respecto al desempeño de Santa Anna. Tan pronto como volvió del exilio, ordenó que las tropas abandonaran Tampico y Monterrey en lugar de que defendieran esas ciudades. Los oficiales en Tampico acataron las órdenes; el general en Monterrey no. Luego vino la famosa retirada de La Angostura cuando Santa Anna estaba a punto de ganar la batalla contra Taylor. Más tarde, la vez en que se negó a acudir para brindarle auxilio a Valencia en Padierna cuando esto pudo haber significado un triunfo sobre las fuerzas de Scott. En cambio hubo otros momentos en que movilizó tropas sin ton ni son. Sin embargo, tenemos un hombre que actuó heroicamente, que no evitó los peligros ni las balas. En La Angostura, su montura recibió el impacto de una bala estando él en la silla. Pidió otro caballo y continuó comandando su ejército.
¿Cómo se vieron afectadas las conductas de Santa Anna y del Congreso mexicano dada su relación de desconfianza?
Después de la derrota militar sufrida en Cerro Gordo y la llegada del Ejército estadounidense a Puebla, Santa Anna trató de explorar la posibilidad de llegar a un acuerdo con Nicholas Trist, representante de Estados Unidos. Sin embargo, Santa Anna no quiso hacerlo solo. Les preguntó a los miembros del Congreso si estaban dispuestos a reconocer y autorizar sus esfuerzos; pero el Congreso le contestó que primero debería llevar a cabo las negociaciones. Así, se reservarían el poder para determinar si dichas negociaciones serían válidas o no. ¿Qué significó esto? Que ni Santa Anna ni el Congreso estaban dispuestos a correr el riesgo político solos. Ninguno quería tomar la decisión sin el apoyo del otro en caso de que las cosas no salieran bien.

La inhabilidad de tomar una decisión de tal magnitud fue muy reveladora de la situación política en México. Nadie estaba dispuesto a correr el riesgo de algo que temían ya se había perdido. Por esa misma razón no hubo una declaración de guerra por parte del congreso contra el gobierno de Estados Unidos porque todos sabían que la guerra se iba a perder. Nadie quería asumir esa responsabilidad política.

¿Qué le pasa a la sombra de la sospecha?

Los eventos la arrollan. Creo que Santa Anna jugó las cartas que tenía en la mano. No eran suficientes. No podía controlar lo que pasaba. Se le escapó. Fue tan catastrófica la forma en que se desenvolvió la campaña militar y tan divisiva la lucha entre las facciones políticas --en la cual él era participante--, que se volvió imposible cualquier tipo de consenso. Con lo que no contó fue con el extremo al que todos dejarían que llegara la situación antes de unir sus esfuerzos. La capital, la ciudad de México, tuvo que ser conquistada por el Ejército de Estados Unidos. El gobierno tuvo que cesar de funcionar y reconstruirse en Querétaro. Se necesitó todo esto antes de que las facciones políticas en México estuvieran dispuestas a sentarse y firmar un tratado de paz. Cuando Santa Anna vio esto, se fue. No quiso estar presente porque estaba consciente del costo político implicado. Creo que le hubiera gustado llegar a un acuerdo con los estadounidenses pero como no pudo, se fue.

¿Cómo explica a Santa Anna y su carrera?

Sin duda alguna, la personalidad de Santa Anna es un reflejo de las condiciones políticas y sociales del país. La enorme inestabilidad, el carácter efímero y frágil de las alianzas, de las actitudes hacia la autoridad y el gobierno, explican cómo alguien como Santa Anna, que fue atacado y derrotado a fines de 1844 pudo volver para el verano de 1846. Su retorno ilustra el grado de fragmentación política en México. Sin embargo, queda claro que Santa Anna es solamente uno de un número de personas que se aprovecharon de estas condiciones. A veces pienso que ni siquiera fue el personaje más importante, pero recibió más atención porque sobrevivió, prevaleció más veces.

Más que ver a Santa Anna como un dictador, lo veo como un hombre que aspiraba eternamente al poder. Era un gran oportunista, un pragmático, siempre en busca de alianzas, de gente con quien poder hacer tratos. Sin embargo, nunca pudo crear una base duradera de poder, y si Santa Anna no pudo hacerlo, entonces creo que nadie pudo haberlo hecho en este periodo.

Hoy la mayoría de los mexicanos piensan que Santa Anna le regaló el territorio a Estados Unidos al firmar el tratado de paz, pero él ni siquiera estaba en el país cuando se firmó el tratado. Yo creo que le hubiera gustado estar presente y poder aprovecharse de esa situación, usar el tratado para su ventaja política. Sin embargo, ese no fue el caso. Para entonces ya estaba fuera del país, aunque no por mucho tiempo.

Como resultado de la guerra, se hizo tan profundo el vacío de autoridad que Santa Anna aprovechó la oportunidad de volver a tomar el poder. En 1853 varios políticos lo invitaron a volver, si bien no la mayoría. Cuando asumió el poder, se autonombró “Su Alteza Serenísima” y se dio a sí mismo no sólo la autoridad de reinar por el resto de su vida sino también de nombrar a su sucesor. Aunque sólo pudo conservar el poder por dos años, el hecho de que se le permitió dirigir otra vez el país es indicativo de la crisis en México a mediados del siglo XIX.
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GEOGRAFÍA Y CLIMA

Por Richard V. Francaviglia
A comienzos de la guerra entre Estados Unidos y México, México cubría más de la tercera parte del continente norteamericano porque se extendía, en el noroeste, hasta el actual límite entre California y Oregon a los 42° de latitud norte y, al noreste, hasta el río Missouri. La independencia de Texas (1836) y su categoría de estado (1845) habían reducido sustancialmente el territorio de México al mover el límite oriental de México al río Nueces, que México reivindicaba como límite, mientras que Texas y Estados Unidos reivindicaban al río Bravo del Norte (o río Grande) como límite. Para los expansionistas estadounidenses, el norte de México bloqueaba el curso natural de la extensión de Estados Unidos hacia el oeste porque se atravesaba en el camino de una posible ruta ferroviaria hacia el Océano Pacífico. Por lo tanto, en vísperas de la guerra, la frontera norte de México se estaba desintegrando bajo la presión de la intrusión angloamericana y las dificultades para manejar una frontera tan distante de la Ciudad de México.
El resto de México se extendía hacia el sur bien hacia los trópicos ya que su extremo sur llegaba aproximadamente a los 14° al norte del ecuador. Situado al sur de los ríos que marcaban la frontera en disputa de Texas, México limitaba al este con el Golfo de México y al oeste con el Océano Pacífico. De modo que México era un enorme país, con una gran diversidad geográfica esencialmente limitado por aguas en los flancos este y oeste, condición que lo volvía vulnerable a ataques desde el mar. Su frontera norte con el expansionista Estados Unidos ocupaba un terreno entre árido y semiárido de relativamente baja densidad de población que, por lo tanto, también era fácil de penetrar porque las tropas invasoras no se enfrentarían con centros de población bien defendidos y fortificados.
Con una extensión desde los trópicos hasta latitudes medias y con una topografía extremadamente disímil (por ejemplo, montañas altas de 5.700 metros [18.700 pies] cerca de la Ciudad de México y áreas por debajo del nivel del mar en los desiertos de California), México se caracterizaba por la variedad y la diversidad geográfica y climática. La zona norte y las porciones más elevadas de México en 1846 (por ejemplo, la ciudad de Santa Fe de la provincia de Nuevo México) se caracterizaban por grandes variaciones en la temperatura según la estación y un frío extremo en invierno, mientras que el sur y las tierras bajas del país tienen clima tropical. Si bien predominan los vientos alisios que soplan del Golfo hacia el área tropical de México en las cercanías de Veracruz, especialmente en julio cuando son más notorios, la parte norte de México alcanza latitudes medias, donde predominan los vientos del oeste, como en la zona costera de California. Relacionadas con la altura y la latitud, las precipitaciones varían desde las húmedas tierras bajas tropicales, que se caracterizan por veranos húmedos, inviernos medianamente secos y el crecimiento de una selva espesa, hasta el clima templado de la costa de California, con sus característicos inviernos húmedos y no muy fríos y los veranos secos típicos de los climas del Mediterráneo. Entre los trópicos y las latitudes medias hay una inmensa área de cuencas y mesetas que se caracterizan por prolongadas sequías. La mayor parte de esta altiplanicie interior tiene inviernos secos y veranos calurosos, que a veces son mitigados por tormentas durante la tarde cuando la humedad ingresa tierra adentro desde el Golfo de California o el Golfo de México. Este enorme país climática y fisiográficamente diverso fue el escenario de la guerra entre Estados Unidos y México de 1846 y 1847. Tan extendidas estuvieron las hostilidades en esta guerra, y tan peculiar era la geografía, que prácticamente cada batalla se caracterizó por el entorno geográfico con el que se encontraron las tropas estadounidenses o que defendieron las fuerzas mexicanas.
 Tierras Bajas Costeras del Este
Las inmediaciones de Veracruz en el sudeste de México se caracterizan por las tierras bajas costeras del este, que están situadas en la plataforma costera en la base de las montañas y es un ejemplo de tierra caliente de la costa tropical, con alta humedad y precipitaciones abundantes, especialmente en el verano. Hacia el norte, las tierras bajas subtropicales del Golfo se ensanchan en las inmediaciones de Corpus Christi (Texas), un área que presenció la llegada de tropas en mayo de 1846 y fue lo primero que vieron muchos soldados estadounidenses del paisaje mexicano. Allí, las tropas que estaban al mando del general Zachary Taylor por primera vez apreciaron las vigorizantes brisas veraniegas que soplaban desde el mar, o vientos alisios como se los llamó por error, pero a fines de otoño maldijeron los vientos del norte que traían las temperaturas frías y el clima lluvioso que debilitó a las tropas con enfermedades. Los frentes de batalla situados a lo largo del valle del río Bravo en las cercanías de Resaca de la Palma eran adyacentes a la costa y tenían un clima similar. En esa área, el agua estancada contribuyó a su reputación de "miasmática" por la facilidad con la que allí se reproducían los mosquitos. En general, la costa este de México presentaba una amplia plataforma costera y aguas poco profundas de menos de 30 centímetros que dificultaban el acceso por mar.
Meseta Central y Montañas Internas

Las tropas que ingresaban a México en las cercanías de Monterrey y Buena Vista ascendían por un terreno muy montañoso que era árido la mayor parte del año y donde la mayoría de las precipitaciones ocurrían en forma de tormentas de verano. Esta vasta área de cadenas montañosas cuyas bases se encuentran en las profundidades de los valles aluviales (cuya parte más seca o más interna se escurría hacia lagos secos o playas) contenían ciudades relativamente aisladas como Chihuahua y Saltillo. Esta área fisiográfica semiárida alta fue penetrada por fuerzas estadounidenses en varios frentes. Por ejemplo, los movimientos de las tropas del coronel Alexander W. Doniphan hacia el centro de México atravesaron amplias cuencas o bolsones marcados por montañas escarpadas que formaban una cadena de norte a sur como parte de la topografía de cuencas y sierras de esta parte de Norteamérica. Más al norte, el Batallón Mormón atravesó partes similares del paisaje de cuencas y sierras en el sur de Arizona, especialmente en las cercanías del río San Pedro, donde las lluvias de verano son complementadas por ocasionales tormentas de invierno o tormentas de nieve en las elevaciones superiores.
Los mormones comenzaron a establecerse en la Gran Cuenca en 1847, cuando el área era todavía nominalmente territorio mexicano, y la experiencia del Batallón Mormón proporcionó un mejor conocimiento de la geografía de la región y el potencial para asentamientos porque pensaban crear un imperio teocrático llamado "Deseret". El topógrafo y comandante militar, John C. Frémont,  y otros atravesaron Nevada cuando se dirigían a California y cruzaron la formidable Gran Cuenca. Las siguientes exploraciones revelaron que estos variados lugares eran fisiográficamente parte de la provincia de cuencas y sierras, que incluye los actuales estados con desierto de Arizona, Nevada y Utah en Estados Unidos y Chihuahua y Sonora en México.
Región Volcánica de Las Tierras Altas
La Ciudad de México, el único centro de población más grande del país, está situada en la región volcánica de las tierras altas, también conocida como Sierra Volcánica Transversal. El suelo es rico, el clima es templado y las precipitaciones son confiables. Estas condiciones han ayudado a sostener la agricultura y densas poblaciones desde tiempos prehistóricos. Durante la guerra entre Estados Unidos y México, en esta región tuvieron lugar importantes batallas tales como las de Contreras, Churubusco, El Molino del Rey y Chapultepec. Rodeado por altos volcanes, el valle está situado a aproximadamente 2.600 metros (7.800 pies) sobre el nivel del mar. Debido a su ubicación en una altiplanicie subtropical, el clima es templado a pesar de la altitud y la región es conocida como tierra templada. Cuando se encontraban en el Valle de México, las tropas estadounidenses hallaron áreas bien irrigadas y la topografía facilitó relativamente el viaje. Sin embargo, para llegar al valle, las tropas debían ascender la empinada cara este de la Sierra Madre Oriental. El clima de las montañas más altas es perpetuamente frío en esta tierra fría y los picos más altos están cubiertos de nieve durante todo el año.
Costa de California
La costa, que se extiende desde Alta California hasta Baja California, era de fácil acceso para los movimientos marítimos de las tropas pese al terreno montañoso que había a poca distancia de la costa. Los numerosos puertos proporcionaban una entrada fácil para las fuerzas navales como las que estaban al mando del comodoro John D. Sloat y el comodoro Robert F. Stockton, pese a que las condiciones climáticas (con fuertes vientos y niebla) a menudo complicaban el avance. La zona costera de California, especialmente de Alta California, estaba bien poblada ya que había sido colonizada en una serie de misiones por los españoles y más tarde por los mexicanos. Significativamente, la mayoría de los centros de población que fueron tomados por las fuerzas estadounidenses durante la guerra estaban cerca al mar. Baja California, aunque estaba menos poblada, también era vulnerable a invasiones provenientes del mar porque la mayoría de los asentamientos de cierto tamaño (por ejemplo, Ensenada y La Paz) eran puertos costeros; la población de comunidades misionales más internas había disminuido antes de la guerra.  
Grandes Llanuras Orientales
Aunque no fueron parte del frente de batalla propiamente dicho, las llanuras del extremo noreste de México (actual este de Colorado y Nuevo México) fueron importantes para los movimientos de las tropas. Ya para la época de la guerra se habían ganado el nombre de "Gran desierto americano", aunque en realidad el área estaba cubierta, al menos en parte, por pastos de pradera. En este frente, México también era vulnerable; las tropas invasoras podían adentrarse más en el país desde el este atravesando los valles longitudinales de los ríos, que proporcionaban agua, madera y refugio tal como se vio en la invasión de Santa Fe por tropas al mando del general Stephen W. Kearny.
Resumen

Tan preponderante es la topografía y la fisiografía de México que muchas de las batallas de la guerra obtuvieron su carácter logístico a partir de las condiciones fisiográficas. Por ejemplo, la costa de las cercanías de Texas era particularmente difícil para operaciones marítimas debido a las aguas poco profundas y se tuvieron que comprar buques especiales de bajo calado. Además, era tan difícil conseguir agua fresca que en numerosas ocasiones los buques debieron regresar a Pensacola (Florida) desde las costas de Texas y  México para reabastecer las provisiones de agua.
Los movimientos de las tropas hacia las diferentes áreas fisiográficas también incluyeron operaciones de reconocimiento, que ayudaron a trazar mapas del terreno para futuros asentamientos y desarrollos que, según muchos creían, se producirían después de la guerra. Un ejemplo al respecto fueron las exploraciones de Bryant P. Tilden (hijo) en el barco de vapor Major Brown, que osó avanzar más de trescientos kilómetros por el río Bravo en un reconocimiento ostensiblemente militar hasta alcanzar los rápidos que se encuentran más allá de Laredo. La expedición luego continuó por tierra hasta Presidio del Norte donde Tilden registró cuidadosamente las posibilidades de asentamientos en el lugar.
Después del fin de la guerra en 1848, México casi perdió la mitad de su territorio a manos de Estados Unidos, y el límite se estableció formalmente a lo largo del río Bravo hasta El Paso del Norte y de allí aproximadamente en una línea que se dirige al oeste hasta el río Gila y luego a la costa oeste. Este límite en efecto corta transversalmente el territorio desde las tierras bajas subtropicales costeras de Texas hasta las tierras bajas costeras del Pacífico en las cercanías de San Diego (California). Como se habían equivocado en el trazado del mapa y más tarde Estados Unidos se dio cuenta de que el río Gila no representaba una ruta ferroviaria transcontinental factible, firmaron el Tratado de Gadsden y la Compra de 1853 que fijaban el límite entre Estados Unidos y México en su ubicación actual, a unos ciento cincuenta kilómetros al sur del río Gila. Después de la guerra, este límite militar arbitrario se convirtió en una importante zona de contacto entre Estados Unidos y México, la gran frontera, que se extiende a lo largo del río Bravo hasta El Paso, de allí hacia el oeste por el sur de Nuevo México y Arizona, y de allí hacia la costa justo al sur de San Diego, donde divide políticamente Alta y Baja California. Durante la guerra, muchos residentes de Baja California habían apoyado a Estados Unidos, y cuando se estableció la frontera actual se les permitió reubicarse en Alta California por temor a sufrir represalias.
Una de las principales consecuencias geográficas de la guerra entre Estados Unidos y México fue que Estados Unidos consiguió un sudoeste bien definido que llega al Océano Pacífico como consecuencia de los sentimientos por el destino manifiesto que se habían expresado antes de la guerra. A México, por su parte, le quedó una frontera norte árida ("el Norte") que en la década de 1990 siguió siendo una zona en desarrollo. Hay otras dos consecuencias geográficas que deben remarcarse. La primera se relaciona con el Ferrocarril Transcontinental del Sur, que se construyó unos treinta años más tarde (1879-1881) cuando la "Sunset Route" (ruta del crepúsculo) del Ferrocarril del Pacífico Sur fue construida desde California hasta New Orleans por el camino de Yuma, Tucson, El Paso y San Antonio. Más al norte, el precursor del Ferrocarril de Santa Fe se construyó a través de New México y Arizona en 1881 y 1882. La segunda consecuencia geográfica se relaciona con la minería. A pesar de las numerosas misiones de reconocimiento, México había hecho poco por explotar o desarrollar los recursos minerales de su lejana frontera norte que fue tomada por Estados Unidos en la guerra. El descubrimiento de depósitos de oro en California por parte de James Marshall (un mormón que acompañaba al Batallón Mormón) y las siguientes operaciones en los depósitos de minerales y la minería de roca dura por parte de angloamericanos reveló que el área que México había perdido a manos de Estados Unidos era como El Dorado de minas de oro, cobre y plata.
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PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Periódicos: prensa mexicana
Por Jesús Velasco Márquez

Un periódico mexicano típico de la época de la guerra contra Estados Unidos tenía un formato estándar. Primero estaban las secciones de noticias locales, nacionales e internacionales que se obtenían de comunicados oficiales o se tomaban de periódicos nacionales o internacionales. En segundo lugar, había cartas escritas por el público a los editores, que informaban o comentaban las noticias o los editoriales. En tercer lugar estaba la página editorial.
Después de la independencia de México en 1821, la prensa mexicana fue un instrumento de las distintas facciones políticas. La prensa era concebida más como un medio para formar la opinión pública a favor de las distintas facciones políticas que como una forma de proporcionar información objetiva o no sesgada. De modo que la prensa estaba claramente alineada con los partidos o las facciones políticas que, entre 1830 y 1840, consistían en liberales radicales o puros, liberales moderados y conservadores. Las principales diferencias entre esos partidos eran principalmente con respecto al tipo de gobierno y hasta qué punto debían llegar las reformas políticas.

Durante 1845, cuando la posible anexión de Texas por parte de Estados Unidos era el problema central, uno de los periódicos más importantes era El Siglo XIX, que había sido fundado en 1841 por Ignacio Cumplido y expresaba el punto de vista de los moderados. Este periódico originalmente apoyaba las medidas tomadas por el presidente José Joaquín de Herrera en favor de un arreglo negociado con el gobierno de la República de Texas para evitar su anexión. A este punto de vista se oponían La Voz del Pueblo y El Amigo del Pueblo, que expresaban las opiniones de los puros y exigían una inmediata campaña militar contra Texas. Después de que la República de Texas acordara la anexión por parte de Estados Unidos, El Siglo XIX se unió a la oposición y pidió la intervención militar para evitar la anexión y rechazar la aceptación John Slidell por parte del gobierno mexicano como comisionado estadounidense para negociar la anexión.
En diciembre de 1845, el presidente Herrera fue forzado a renunciar y fue reemplazado por Mariano Paredes y Arrillaga, cuyo objetivo político era establecer un gobierno monárquico. Su empeño obtuvo el apoyo del periódico El Tiempo, que fue fundado y dirigido por Lucas Alamán. Este periódico no sólo estaba a favor del estilo de gobierno sino que también denunciaba tanto el intento de Estados Unidos de adquirir Texas como la demanda estadounidense de la cesión de más territorio mexicano. Sin embargo, no apoyó una solución militar hasta que la misión de Slidell fue finalmente rechazada en abril de 1846. A principios de 1846, los liberales —tanto los puros como los moderados— se oponía al punto de vista político (es decir, el establecimiento de un gobierno monárquico) que expresaba El Tiempo por medio de periódicos como El Republicano (que era la continuación de El Siglo XIX) y El Monitor Republicano, cuyos nombres indicaban su orientación política. A estos se unía Don Simplico, que fue fundado por dos jóvenes liberales: Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez. Este periódico era un tabloide satírico que criticaba a casi todos los dirigentes políticos. La prensa liberal pedía a la administración de Paredes y Arrillaga que desplegara de inmediato las tropas del ejército para defender la frontera. Hacia junio de 1846, tanto la prensa liberal como la conservadora denunciaban la invasión estadounidense al territorio mexicano y pedía una respuesta gubernamental efectiva.

En agosto de 1846, Paredes y Arrillaga fue depuesto y El Tiempo fue cerrado. En ese entonces, las publicaciones liberales dominaban el país. En la Ciudad de México, presionaban para restaurar la Constitución republicana y federal de 1824 y favorecían el regreso de Antonio López de Santa Anna, que había sido desterrado de México en 1844. Esperaban que estas acciones permitieran que México resistiera el avance del ejército estadounidense hacia el territorio mexicano. También apoyaban la creación de guardias nacionales o regimientos civiles para resistir la invasión estadounidense.

Con las noticias de la Batalla de La Angostura, la caída de Veracruz y la derrota de Cerro Gordo, la prensa acusó a Santa Anna de falta de sentido común y hasta traición, y al mismo tiempo demandaba un levantamiento público contra las fuerzas estadounidenses en aquellos lugares que habían sido ocupados. Pero en mayo de 1847, cuando se informó la llegada de Nicholas P. Trist como comisionado de paz, el periódico El Razonador comenzó una campaña que favorecía las negociaciones con Estados Unidos, un punto de vista fuertemente impugnado por otros periódicos. Por ese entonces, algunos escritores estadounidenses también editaban periódicos en lugares que estaban bajo el control de Estados Unidos. Entre esos periódicos estaban The American Eagle, The American Star y The North American. Su objetivo era convencer a los residentes locales de la necesidad de aceptar los términos estadounidenses para la paz. The North American incluso realizó una campaña propagandística en favor de la anexión de todo México por parte de Estados Unidos.

Con el acercamiento del ejército del general Winfield Scott a la Ciudad de México, el ejército mexicano cerró todos los periódicos en julio de 1847 con la única excepción de El Diario del Gobierno (el boletín oficial). No obstante, después de la caída de la Ciudad de México, la prensa liberal reanudó sus actividades en septiembre de 1847, principalmente a través de El Monitor Republicano y El Eco del Comercio, que se concentraban en refutar la prensa estadounidense en México y hacían campaña a favor de las negociaciones de paz.

Periódicos: prensa estadounidense

Por Tom Reilly

La guerra entre Estados Unidos y México proporcionó a la naciente penny press de Estados Unidos la excelente oportunidad de mostrar la misión de las noticias. Fue la primera guerra en el extranjero en recibir amplia cobertura por parte de corresponsales estadounidenses, y algunos periódicos clave de la penny press hicieron arreglos costosos y elaborados para llevar sus informes de regreso a Estados Unidos. Combinando el correo a caballo, los barcos de vapor, los ferrocarriles y el novedoso telégrafo, la prensa estableció un vínculo de comunicación de más de tres mil kilómetros que reiteradas veces llegaba antes que los mensajeros de los militares y el correo de Estados Unidos con las noticias de México. Tan eficaz era el sistema expreso de la prensa que el presidente James K. Polk se enteró de la victoria estadounidense en Veracruz por un telegrama proveniente del Baltimore Sun.

Sin embargo, los objetivos de la guerra dejaron perplejos a una serie de editores. Aunque informaban las victorias estadounidenses con entusiasmo y obtenían beneficios económicos, algunos se preocupaban por las consecuencias morales del conflicto. Para Horace Greeley del New York Tribune, era una guerra "en la que el Cielo debe estar en contra de nosotros". James Gordon Bennett del New York Herald, por su parte, era un tenaz defensor que argumentaba: "Estamos a punto de presenciar cambios enormes e insospechados en el destino de las naciones".

La mayoría de los directivos de la penny press ofrecían su apoyo editorial a la guerra y al mismo tiempo establecían un sistema expreso de New York a New Orleans para llevar noticias desde las zonas de las batallas. El sistema expreso "es una invención de los tiempos modernos", explicaba Benett a sus lectores, "y es propio de los estadounidenses". Dirigidos por los diarios matutinos de New York, una serie de periódicos participaron del emprendimiento, entre ellos el Philadelphia North American y el Public Ledger de Philadelphia, el Baltimore Sun, el Charleston Courier y el New Orleans Picayune. Durante los últimos seis meses de la guerra, estos periódicos hicieron un esfuerzo mancomunado para que el sistema de envío funcionara diariamente.

La prensa de New Orleans que era partidaria de la guerra, por estar más cerca de las zonas de combate lideró la cobertura del conflicto. Como los periódicos de la época dependían en gran medida de las noticias provenientes de sus "intercambios" —ejemplares gratis que recibían de otros periódicos— los informes de los corresponsales del New Orleans se reimprimían innumerables veces en Estados Unidos. Uno de los innovadores periódicos de New Orleans era La Patria, el primer diario en idioma español del país. Muchos diarios estadounidenses reimprimían las cartas de los corresponsales de La Patria y sin restricciones usaban sus traducciones de periódicos en español de México, Cuba y Latinoamérica.

El reportero estrella de la guerra fue George Wilkins Kendall, el coeditor del New Orleans Picayune. Kendall cubrió las principales batallas desde la de Monterrey hasta la de Chapultepec y la de la Ciudad de México y ofrecía largos informes sobre la estrategia política y militar involucrada. Al menos otros diez "corresponsales especiales" siguieron a Kendall hasta el campo de batalla, encabezados por Christopher Mason Haile del Picayune, John Peoples del New Orleans Bee, Delta y Crescent, y James L. Freaner del New Orleans Delta. Haile, que había abandonado West Point, tenía una habilidad para informar similar a la de Kendall y proporcionaba a los lectores detalladas listas de las bajas en las batallas. Freaner y Peoples, ex tipógrafos de New Orleans, se convirtieron en buenos redactores y obtuvieron fama nacional bajo sus respectivos seudónimos de "Mustang" y "Chaparral". Freaner coronó su exitosa carrera como corresponsal de guerra llevando personalmente el tratado de paz de la Ciudad de México a Washington D.C. en el por entonces tiempo récord de diecisiete días. Otros corresponsales estadounidenses en México fueron Francis A. Lumsden, Daniel Scully, Charles Callahan y John E. Durivage del Picayune; George Tobin, del Delta; William C. Tobey ("John of York"), del Philadelphia North American; y John Warland, del Boston Atlas. Los informes de los corresponsales que estaban con el ejército muchas veces apoyaban la intervención de Estados Unidos en la guerra y la idea del destino manifiesto. Los corresponsales también se identificaban con la situación difícil de las fuerzas invasoras de Estados Unidos, que muchas veces estaban aisladas en el interior de México; reflejaban actitudes de desconfianza y prejuicios contra los mexicanos; y promovían y reforzaban las imágenes de héroes de guerra populares de los generales Zachary Taylor y Winfield Scott. Taylor, que se había beneficiado con la ola de publicidad favorable de los periódicos por sus hazañas en el campo de batalla, fue elegido presidente en 1848.

El pintoresco editor del New York Sun, Moses Yale Beach, brindó un capítulo quijotesco de la guerra. Acompañado por Jane McManus Storm, una editorialista del Sun, Beach llegó a la Ciudad de México en 1847 en una misión de paz secreta de Estados Unidos. El intento falló y Beach, de quien se sospechó que ayudaba a las fuerzas contrarias a la guerra en México, apenas evitó ser arrestado. Storm, una fuerte defensora del destino manifiesto, escribió comentarios a favor de la guerra para el Sun y el New York Tribune desde La Habana, Veracruz y la capital mexicana con el seudónimo de "Montgomery". Storm hizo una de las observaciones más memorables de la guerra sobre la cobertura de la prensa cuando escribió: "La verdad siempre vuelve a casa vestida con ropa de fabricación estadounidense".

Otro aspecto importante de la cobertura de la guerra es el gran número de imprentas estadounidenses que siguieron al ejército y establecieron "periódicos de ocupación" en México. Antes de que finalizara el conflicto, imprentas y editores estadounidenses emprendedores habían establecido veinticinco de esas publicaciones en catorce ciudades ocupadas. Atendiendo a las tropas que estaban en el frente y al público que estaba en su hogar, estos periódicos proporcionaron una considerable cobertura de la guerra. Los periódicos de ocupación demostraron ser valiosos para la ocupación militar de México. En muchos casos, el orden se mantenía sólo a través del uso estricto de la ley marcial, y las autoridades militares alentaron y fundaron muchos de los periódicos de guerra porque ayudaban al ejército a mantener el control local a través de la publicación de decretos y regulaciones oficiales. Otra función valiosa de los periódicos de ocupación fue mantener al público, tanto de Estados Unidos como de México, informado acerca de las condiciones y los problemas que enfrentaba el ejército expedicionario. La prensa estadounidense muchas veces fue el canal por el que los funcionaros de Washington D.C. y la Ciudad de México se enteraban de lo que sucedía en la otra capital. Para el público en general era el único vínculo de comunicación.

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TRATADO GUADALUPE-HIDALGO
Por Richard Griswold del Castillo

El Tratado de Guadalupe Hidalgo puso fin a la guerra entre Estados Unidos y México. Fue firmado el 2 de febrero de 1848 y constituye el tratado más antiguo que todavía está en vigencia entre Estados Unidos y México. Como resultado del tratado, Estados Unidos adquirió más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados de valioso territorio y surgió como potencia mundial a fines del siglo xix.

Más allá de las ganancias y las pérdidas territoriales, el tratado reviste importancia en la conformación de la historia nacional e internacional de México y Estados Unidos. Durante la guerra entre Estados Unidos y México, los dirigentes estadounidenses adoptaron una actitud de superioridad moral en sus negociaciones del tratado. Vieron la incorporación forzosa de casi la mitad del territorio nacional de México como un acontecimiento predefinido por la providencia, que cumplía el destino manifiesto de difundir los beneficios de la democracia estadounidense a los pueblos inferiores del continente. En virtud de su victoria militar, Estados Unidos prácticamente dictó los términos del acuerdo. El tratado estableció un patrón de inequidad política y militar entre los dos países y, desde entonces, esta relación asimétrica ha acechado las relaciones entre Estados Unidos y México.


El borrador del tratado fue llevado a México por Nicholas P. Trist, el comisionado de paz estadounidense, en el verano de 1847. Básicamente, exigía la cesión de Alta y Baja California y Nuevo México, el derecho de paso por el istmo de Tehuantepec y el río Bravo como frontera sur de Texas. A cambio, Estados Unidos pagaría hasta $20 millones a México y se haría cargo de hasta $3 millones de dólares por concepto de reclamos de ciudadanos estadounidenses en contra de México. En las siguientes negociaciones se abandonó la demanda de Baja California y el derecho de paso.

Después de la campaña militar, que había acarreado la ocupación estadounidense de la mayoría de las principales ciudades de México, el gobierno mexicano acordó reunirse con Trist para discutir los términos de la paz. Sin embargo, justo antes de que comenzaran las negociaciones, Trist recibió instrucciones del presidente James K. Polk de volver a Washington D.C. No obstante, Trist decidió quedarse y reunirse con los representantes mexicanos pese a que no disponía del estatus oficial.

En enero de 1848, las negociaciones comenzaron en serio. El gobierno mexicano, dirigido por el presidente mexicano interino Manuel de la Peña y Peña, pronto llegó a un acuerdo en cuanto a los problemas limítrofes: el límite sur de Texas sería el río Bravo, la cesión de Alta California incluiría el puerto de San Diego y México renunciaría al territorio comprendido entre Texas y California y el límite quedaría por trazar. Los comisionados de paz mexicanos Luis G. Cuevas, Bernardo Couto y Miguel Atristain dedicaron bastante tiempo a redactar varios borradores de los Artículos VIII y IX, que trataban los problemas de los derechos de propiedad y la ciudadanía estadounidense para los ciudadanos mexicanos de las regiones recientemente cedidas. Los comisionados mexicanos lograron ampliar los textos de los dos artículos. Además introdujeron el Artículo XI, que daba a Estados Unidos la responsabilidad de controlar las incursiones hostiles de los indios que se originaran del lado estadounidense de la frontera. (El Artículo XI resultó ser un motivo de irritación entre las dos naciones y fue posteriormente anulado en el Tratado de Gadsden de 1854).

Por iniciativa propia, Trist ofreció una indemnización de $15 millones de dólares porque consideraba que eso serviría para la aceptación del tratado entre quienes sentían que Estados Unidos ya había pagado suficiente en "sangre y bienes".

Después de llegar a un acuerdo en todos esos temas, Trist redactó un borrador del tratado en inglés y Cuevas lo tradujo al español, preservando los modismos y las ideas antes que el sentido literal. Finalmente, el 2 de febrero de 1848, los representantes mexicanos se reunieron con Trist en la Villa de Guadalupe Hidalgo, al otro lado de la capilla de la santa patrona de México. Firmaron el tratado y luego celebraron juntos una misa en la basílica.

La firma del tratado fue sólo el comienzo del proceso; todavía tenía que ser ratificado por los congresos de Estados Unidos y México. Nadie podía prever cómo recibiría la administración de Polk un tratado negociado por un agente no oficial, ni podían saber los giros y virajes de la escena política mexicana de los próximos meses. En ambos gobiernos, el estadounidense y el mexicano, hubo oposición al tratado. En Estados Unidos, los abolicionistas del norte se oponían a la anexión del territorio mexicano. En el Congreso mexicano, una minoría considerable estaba a favor de continuar la lucha. De todos modos, ambos países ratificaron el documento. La firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo marcó el fin de una guerra y el comienzo de un largo debate político en Estados Unidos acerca de la esclavitud en los territorios adquiridos, así como de la continuación del conflicto limítrofe con México.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo reviste una importancia más amplia y desafiante para la historia de México que la que tiene para la historia de Estados Unidos. En parte, por la pérdida de territorio valioso, el tratado aseguraba que México seguiría siendo un país subdesarrollado hasta bien entrado el siglo xx. Los historiadores y los políticos mexicanos ven a este tratado como una amarga lección sobre la agresión estadounidense. Como resultado de la humillación de la guerra y la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, los jóvenes mexicanos de la época se embarcaron en un movimiento reformista, encabezado por Benito Juárez, gobernador de Oaxaca, quien se había opuesto al tratado. En la década de 1850, los reformistas llegaron al poder en México con la promesa de fortalecer el sistema político del país para nunca más ser víctimas de la agresión de Estados Unidos. La reforma de Benito Juárez fue el inicio de un proceso de modernización política y económica que continúa hasta el presente en México.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo ha tenido implicaciones no sólo para las relaciones entre los dos países sino también para el derecho internacional. Las interpretaciones de las estipulaciones del tratado han sido importantes en disputas sobre límites internacionales, derechos sobre aguas y minerales, y derechos civiles y de propiedad de los descendientes de los mexicanos en los territorios cedidos. Desde 1848, ha habido cientos de casos judiciales que citan el Tratado de Guadalupe Hidalgo como el sustento de reclamos de tierras, pero pocos querellantes mexicanos tuvieron éxito en conservar su tierra.

Desde 1848, los indios estadounidenses y los estadounidenses de origen mexicano han luchado por lograr la igualdad política y social en Estados Unidos y a menudo han citado el Tratado de Guadalupe Hidalgo como documento que prometía derechos civiles y de propiedad. Aunque el tratado prometía la ciudadanía estadounidense a los ex ciudadanos mexicanos, los indios estadounidenses de los territorios cedidos, que en realidad eran ciudadanos mexicanos, no recibieron la plena ciudadanía estadounidense hasta la década de 1930. Los ex ciudadanos mexicanos casi siempre fueron considerados extranjeros por los colonos estadounidenses que se habían mudado a los nuevos territorios. En la primera mitad del siglo después de la ratificación del Tratado de Guadalupe Hidalgo, cientos de entes legales estatales, territoriales y federales produjeron un complejo tapiz de opiniones en conflicto y decisiones que tenían que ver con el significado del tratado. Los derechos de propiedad aparentemente garantizados en los Artículos VIII y IX del tratado (y en el Protocolo de Querétaro) no eran lo que parecían. En los tribunales estadounidenses, los derechos de propiedad de los ex ciudadanos mexicanos de California, Nuevo México y Texas demostraron ser precarios. En una generación, los estadounidenses de origen mexicano se convirtieron en una minoría privada de derechos y golpeada por la pobreza.

Durante el periodo del tratado, alrededor de 80,000 mexicanos vivían en el terreno cedido por México, población que comprendía el 4 por ciento de la población mexicana. Pocos de ellos decidieron conservar su ciudadanía mexicana. La mayoría de los 80,000 mexicanos, continuaron viviendo en el para entonces Sudoeste estadounidense, con la creencia que sus derechos civiles y de terratenientes serían protegidos. Ese no sería el caso. A fines del Siglo 19, la mayoría de ellos perdieron sus tierras a través del despojo o del fraude.






Durante el Movimiento Chicano de los años 60, el líder de los derechos a la tierra de Nuevo México, Reies López Tijerina, y su grupo Alianza invocaron el Tratado de Guadalupe Hidalgo en su lucha por recobrar las tierras que les fueron despojadas a los mexicanos de aquella época. En 1972, los Brown Berets, o Gorras Café, una organización de jóvenes activistas latinos, también invocaron el tratado cuando se apoderaron temporalmente de la Isla Catalina.


En cuanto a la tenencia de la tierra, muchas de las antes 
mencionadas concesiones de tierra no fueron reconocidas por los Estados Unidos. En California, cerca del 27 por ciento de ellas fueron rechazadas; en el territorio de Nuevo México, el 76 por ciento de las mismas también fueron rechazadas


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LAS CONSECUENCIAS

Una pregunta hipotética:
¿Fue necesaria la guerra entre Estados Unidos y México?
Por David M. Pletcher
Universidad de Indiana

Mientras que se daba la guerra entre Estados Unidos y México, y durante algún tiempo después, los estadounidenses discutían acaloradamente su moralidad. En su mensaje bélico el presidente Polk defendía decidido sus acciones. Un gobierno ilegal y antidemocrático en México, dijo, se había negado a negociar con Estados Unidos los desacuerdos apremiantes sobre deudas, demandas y fronteras. Entonces México había invadido Texas, una parte de Estados Unidos, y había matado a estadounidenses en suelo estadounidense. El presidente concluyó: "La guerra existe, no obstante todos nuestros esfuerzos por evitarla, existe por la acción del mismo México, cada consideración de deber y patriotismo nos exigen reivindicar con decisión el honor, los derechos e intereses de nuestro país".

Durante y después de la lucha, muchos estadounidenses aceptaron esta interpretación de la guerra; muy pocos lo harían ahora. Si hoy se les preguntara sobre la moralidad de la guerra, la mayoría probablemente admitiría ignorancia o, de otro modo, evitaría responder. Si se les presentara la evidencia, admitirían contra su voluntad que su lado tuvo una causa débil para la lucha. Sin embargo, dicho más burdamente, ésta fue una guerra de agresión. Algunos estadounidenses expansionistas, incluido el presidente Polk, querían territorio mexicano, principalmente California, y pensaron que podían tomarlo por la fuerza, aunque no tenían idea de cuánta fuerza iba a requerirse. Acallaron sus escrúpulos con una racionalización conveniente. ¿Pero fue necesario pelear por el territorio deseado? Desde su independencia, Estados Unidos había desarrollado un procedimiento eficaz y flexible para adquirir gradualmente territorio con un riesgo mínimo. Este procedimiento era para reforzar su muy alabado "progreso irresistible" con presión diplomática o económica, o acaso con amenazas veladas para explotar totalmente la desunión entre las potencias europeas y su escaso interés en América del Norte. En cada caso, la presión del estadounidense por la migración hacia el occidente había sido una fuerza real o potencial en apoyo de las acciones gubernamentales. Pero para 1845 la migración estadounidense hacia California había preparado esa provincia para su incorporación a la Unión Americana y la rebelión de la Bandera del Oso, torpe y mal manejada como fue, mostró lo cercana que esa provincia estaba de la revolución y la independencia.

¿Por qué no usar este procedimiento gradualista demostrado por el tiempo en California y el Suroeste? Había obstáculos. Uno fueron las diferencias lingüísticas, religiosas y culturales entre los emigrantes estadounidenses burdos y los rancheros californianos, conservadores y establecidos. Otro fue la posibilidad de que los indios lucharan contra las fieras tribus del Suroeste. A juzgar por el diario y las cartas de Polk, los obstáculos que lo impresionaron más fueron la terquedad del gobierno mexicano y el deseo de Gran Bretaña de añadirse desde California hasta Oregón y controlar así la costa del Pacífico de América del Norte. Una amenaza de guerra o, de ser necesario, un breve conflicto fronterizo podía propiciar que los oficiales corruptos y fraudulentos en la ciudad de México vieran la razón, y una acción rápida hubiera anticipado las maquinaciones británicas.

Polk pudo haber pensado con mayor claridad sobre estos obstáculos si hubiese tenido un origen más cosmopolita. Se había criado en Tennessee, lejos de la costa del Atlántico con su orientación hacia Europa. En el valle del bajo Misisipí también había heredado un desdén hacia los españoles y españoles-americanos, a quienes consideraba mentirosos, altivos y aristocráticos. (La esclavitud y el territorio esclavo desempeñaron un papel menor en su manera de pensar sobre asuntos extranjeros.) La idea de Polk sobre la técnica adecuada de negociación fue asumir una posición fuerte, respaldada por una amenaza de fuerza y orillar a su opositor a la sumisión sin ofrecer ningún compromiso. Pero precisamente ésta fue la forma equivocada de tratar a los mexicanos susceptibles a su sentimiento de "la muerte antes que el deshonor". Más tarde, después de la toma de la ciudad de México, fue la persuasión diplomática, apoyada grandemente por la influencia británica, la que puso fin a la guerra. En cuanto a los británicos, ellos también tenían su sentido del honor y éste les prohibía ceder territorio al cual tenían un derecho legal. Como tenían un derecho parcial sobre Oregón pero ninguno sobre California, eventualmente les pareció razonable dividir el anterior y dejar que los mexicanos defendieran el otro. Polk pudo haber considerado también que Londres no había resistido la anexión estadounidense de Texas, en donde sus intereses eran mayores que en California. De todos modos, la mayoría de los británicos estaban más interesados en el comercio estadounidense que en cualquier territorio de América del Norte.

Polk luchó la guerra contra México con un ejército inexperto, lejos de casa, en un terreno no conocido. Arriesgó caer torpemente en un estancamiento como al que Francia se enfrentaría al tratar de imponer a Maximiliano como emperador de México durante la década de 1860. Una alternativa menos riesgosa era la de esperar hasta que los emigrantes estadounidenses hacia California pudieran ocupar esa provincia, crear un estado independiente como el de Texas y eventualmente unirse a la Unión Americana por su propio acuerdo. Solo, México no pudo haberlo prevenido, y los conflictos europeos hubieran impedido que Inglaterra o Francia intervinieran. Las revoluciones liberales de 1848, el año en que terminó la guerra, hubieran sido suficientes para distraer la atención europea por varios años.

Seguramente que la solución gradual al problema territorial estadounidense, si bien menos riesgosa, hubiera sin duda tomado más tiempo de realizarse que con una guerra victoriosa. Polk no era ningún gradualista, sino un hombre impaciente que había prometido servir sólo un término en la presidencia. A la larga, ¿hubiera podido el pueblo estadounidense ser más paciente que él mientras se prolongaba la Cuestión Californiana? Como tantos otros problemas de la historia, en retrospectiva no podemos resolver esta pregunta. Sólo sabemos que una solución gradual hubiera costado menos vidas que un conflicto. Probablemente también hubiera postergado, y tal vez hasta evitado, la Guerra Civil.

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Las muchas verdades que constituyen el pasado: El legado de la guerra entre Estados Unidos y México

Una conversación con David J. Weber
Universidad Metodista del Sur
Como estadounidenses, al tratar de comprender esta guerra, la vemos inevitablemente a través de los ojos de esas fuentes que nos son más inteligibles: a través de las fuentes de la lengua inglesa, a través de los diarios y las cartas de soldados que lucharon en esa época y a través de nuestros propios recuentos periodísticos. Históricamente, hemos tenido una visión unilateral de esta guerra, en buena medida porque la hemos visto desde nuestro propio lado. Sin embargo, cada vez hemos podido ver más claramente como historiadores y estadounidenses que hay varios puntos de vista diferentes acerca de un evento como éste. Nos hemos vuelto más sofisticados al leer en español y hablar con historiadores de habla hispana en México. Al leer sus textos originales, comenzamos a ver que la guerra es mucho más multidimensional. No sólo fue una guerra de México contra Estados Unidos, sino que en el mismo Estados Unidos había una división de opiniones, una minoría que se oponía a la guerra. En México, hubo igualmente una profunda división de opiniones. Es sólo cuando vemos estos diferentes puntos de vista, cuando escuchamos todas estas voces, que podemos en realidad comprender la complejidad de este evento.
Cuando estudiamos historia en la escuela, esperamos encontrar la verdad de la historia. Nuestros maestros nos lo exigen. Teníamos exámenes en donde hay una respuesta correcta: verdadero o falso.
Fotografía de libros y de papeles en un escritorio Quienes estudiamos la historia como profesión sabemos muy bien que son muchas las verdades. Hay varios puntos de vista válidos acerca de un evento histórico. No todos ellos pueden ser correctos, pero pueden ser válidos. Una persona que sólo ve una pequeña parte de un evento puede comprenderlo de la manera equivocada porque no tiene acceso a todo el cuadro; alguien más puede tener una imagen más completa. Sin embargo, la persona que ve el evento desde un punto de ventaja, lo presenció y lo que vio es real. Así que creo que es mejor pensar que son muchas las verdades que constituyen el pasado, más que una sola verdad.
Esta guerra entre Estados Unidos y México, de la cual los estadounidenses saben y por la cual se interesan muy poco, tuvo un profundo impacto en la forma que adquirió el futuro de Estados Unidos: en nuestra riqueza con el descubrimiento del oro en California y en la imagen que tenemos de nosotros mismos como un imperio expansionista y transcontinental, que luego se convirtió en jugador principal del escenario mundial. La guerra ciertamente dio forma al área en la que muchos de nosotros vivimos hoy, desde Texas hasta California. Si no hubiera sido por la guerra seríamos turistas en esas regiones.
Para los mexicanos, lo opuesto es sin duda el caso. México perdió el rico potencial de California y sus fabulosas minas de oro, perdió el potencial agrícola y los recursos del agua que esta región pudo haber ofrecido a lo que hoy es el norte de México. En lugar de un enorme orgullo de convertirse en un país expansionista como en el que se convirtió Estados Unidos, México desarrolló un enorme complejo de inferioridad como resultado de esa guerra, preguntándose en qué falló como nación. ¿Cómo pudo perder la mitad de su territorio nacional? La guerra se convirtió en una cicatriz de la psique nacional que aún sigue en este siglo y está en marcado contraste con nuestra propia pérdida de memoria, en lo que se refiere a este victorioso momento para los estadounidenses.
Creo que una de las razones por las cuales los estadounidenses se han olvidado de esta guerra contra México es que buena parte de la guerra se luchó en suelo mexicano o se luchó en un rincón de Estados Unidos que ahora es el suroeste del país. Nuestra historia nacional siempre parece desplegarse en las 13 colonias al este del Misisipí. El oeste siempre se ha considerado como historia regional. Así que esta guerra parece ser regional, aunque sus consecuencias se manifiestan nacionalmente. Si fuéramos a escribir la historia de Estados Unidos como la verdadera historia de todo el país, entonces las batallas que tuvieron lugar en esta región, los pueblos de esta región y sus historias, necesitarían incorporarse más ampliamente a la historia estadounidense.
También creo que, en parte, la guerra de Estados Unidos contra México fue borrada de la memoria nacional de Estados Unidos por la Guerra Civil que le siguió después. La "gran victoria" comenzó a desmoronarse en el conflicto separatista donde estadounidenses mataban a estadounidenses, que se convirtió en la gran historia si uno quería pensar en conflictos de mediados del siglo. Fue entonces que se olvidó la guerra entre Estados Unidos y México. Uno se pregunta si los estadounidenses no olvidamos convenientemente la victoria de una guerra que fue, después de todo, una guerra de agresión para tomar un territorio porque no es uno de los momentos más honorables de la historia estadounidense.
Entre los historiadores que han intentado evaluar la guerra en función de la culpabilidad de cada lado, hay una opinión tradicional expresada a comienzos del siglo por Justin Smith. Este fue un momento victorioso y maravilloso para los estadounidenses. Pienso que hoy son muy pocos los historiadores que asumen esa posición. Muchos historiadores que conozco -- creo que no sé de una sola excepción -- ven la guerra como una guerra de agresión nacional de parte de Estados Unidos sencillamente para obtener territorio. No es que hayamos querido luchar una guerra para obtener territorio, pero sí tenemos la impresión que Polk forzó a México, presionó a México, hasta el punto en que pensó que cedería y que obtendríamos lo que queríamos. Cuando México no cedió, finalmente tomamos lo que queríamos por medio de la guerra.
Cuando la guerra terminó, había cerca de 75,000 mexicanos viviendo en el territorio conquistado de California a Texas. No tuvieron otra opción que la de volver a México o quedarse en Estados Unidos. Si decidían quedarse, automáticamente se convertirían en ciudadanos de Estados Unidos después de un año. Muchos de ellos descubrieron que se convirtieron en ciudadanos de segunda clase, que las leyes estadounidenses no se extendían igualitariamente hasta ellos. La justicia se postergaba y por lo tanto se les negaba. Muchos perdieron sus derechos de ser propietarios de tierra por razones bastante complicadas. Sin embargo, al final, claramente, los mexicanos de California a Nuevo México perdieron sus propiedades y comenzaron a sentir, como lo expresaron algunos, que se habían convertido en extranjeros en su propia tierra.
Muchos de nosotros que contemplamos el pasado quisiéramos tener respuestas claras y sin ambigüedades sobre el pasado. Sin embargo, las respuestas no siempre son así. El pasado, por supuesto, existe. No estoy negando que hay un pasado objetivo allí, pero todo lo que queda está en nuestra memoria o en nuestras fuentes y en la habilidad de nuestras mentes de utilizar dichas fuentes. Como resultado, comprendemos el pasado sólo de maneras imperfectas. Con frecuencia, esas maneras nos dicen tanto de nosotros mismos y de nuestras reconstrucciones del pasado, como del pasado mismo. A mí me parece inevitable que contaremos la historia de la guerra entre Estados Unidos y México a futuras generaciones y que la contaremos de modo diferente conforme cambian los intereses de cada generación cuando usemos selectivamente nuestras memorias para obtener las respuestas del pasado que con frecuencia deseamos recibir.
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Las Consecuencias

Una guerra de violencia y violaciones: Las consecuencias de la conquista
Una conversación con Antonia I. Castañeda
Universidad de Santa María

¿De qué manera el conflicto entre México y Estados Unidos afectó a individuos y familias durante y después de la guerra?

Como ninguna otra, la guerra entre Estados Unidos y México fue fundamentalmente una de violencia; una violencia que no terminó al concluir la fase militar de la guerra. La violencia y las violaciones que la gente sufrió no fueron sólo en términos de despojarla de sus tierras o de sus trabajos, sino, en última instancia, también fue un esfuerzo por despojarla de su idioma.
Literalmente, las familias fueron partidas en dos. Las familias tenían tierras y casas. Luego se creó una frontera política artificial y, de repente, parte de la familia estaba de un lado, parte de la familia de otro. En cierto sentido, estas familias de repente se convirtieron en enemigas en lados contrarios, aunque entre ellas no se veían así.
Aparentemente, la guerra fue por territorios, expansión continental, acceso a los puertos del Pacífico, y acceso y propiedad de los maravillosos minerales y riquezas del subsuelo. La guerra fue por tierra, trabajo y riqueza. Sin embargo, también fue por idioma, cultura, raza y religión. Era por una manera de ser. Era por una manera de entender el mundo.

Tenemos que comprender que la guerra entre Estados Unidos y México fue por violencia, racismo, apropiación y expropiación. La guerra fue por esclavitud y acceso a más tierras productoras de algodón que incrementarían el tamaño de la población esclava. La guerra fue por el trabajo, la adquisición o la hechura de riquezas, por el desarrollo capitalista y lo que eso significa. La guerra fue por la plusvalía de algunos grupos, y en ese proceso hubo gente que fue violada. La violencia no sólo fue militar, sino que además fue una violencia contra el alma, una violencia contra el espíritu tanto de aquéllos que cometieron la violencia como de aquéllos que la sufrieron.

¿Cómo sigue afectándonos la guerra en la actualidad?

Vivimos las consecuencias de esa conquista. Todos vivimos con el impacto y los efectos de la adquisición de esas tierras, del desplazamiento de la gente de esa tierra, la apropiación de su trabajo a salarios insuficientes para tener una vida llevadera. De hecho, de alguna manera, continuamos peleando la guerra una y otra y otra vez.
Creo que los estadounidenses hemos arribado a esta situación en particular porque no hemos aceptado nuestra historia. No hemos aceptado lo que significó ser una nación conquistadora, lo que eso significó para quienes eran considerados ciudadanos de dicha nación y lo que significó para quienes ya estaban en esa tierra y fueron conquistados y subyugados.

A fin de ser la potencia dominante en la que Estados Unidos se ha transformado, el proceso borró la historia de ese pueblo. Al borrar esa historia, se quiere borrar el pueblo y el pueblo no se borra. Así que el pueblo ha luchado, ha resistido y ha sobrevivido. Sigue siendo parte de esa lucha por la sobrevivencia.
Así que, ¿cómo podemos vivir en estos diferentes enclaves sin realmente conectarnos y conocernos mutuamente? ¿Cómo vivimos con estas múltiples consecuencias?

Hasta cierto punto, vivimos con ellas debido a esta borradura histórica. Eso comienza a cambiar, pero está aún en proceso. Los historiadores están volviendo a pensar, a ver otra vez los documentos y a reinterpretarlos, pero eso ocurre principalmente en el mundo académico.

La mayoría de nosotros no sabemos mucho de la historia del lugar en el que vivimos ni de la gente con quien vivimos. Damos por hecho que todos compartimos una historia nacional. Ciertamente, compartimos una historia nacional, pero la hemos vivido de modos diferentes.


Al pensar en esta guerra de 1846 a 1848 como sólo una guerra entre dos naciones hace que se excluyan muchos pueblos. Los pueblos mestizos de Texas, los texanos de Texas, los neomexicanos de Nuevo México, los californianos de California y de otras partes de lo que ahora es Arizona: a estos pueblos no los reclamó ninguna de las dos naciones. Así que pensar en la guerra sólo en términos de historias nacionales excluye a miles de personas que ya estaban aquí, entre ellas poblaciones indígenas que incluso llevaban más tiempo aquí. A estos pueblos no los reclamó Estados Unidos ni los reclamó completamente como ciudadanos y México los perdió. ¿Qué les quedó a estos pueblos? Perdieron su tierra y no tienen una nación porque ninguna los reclama. ¿Esto en dónde los deja? Básicamente, borra sus existencias o las supedita a ser menos que ciudadanos de segunda clase, que, de hecho, es lo que ocurrió.
Son múltiples las violaciones de entonces y de ahora. Esta fue una violación en términos de tierras. De repente, la gente perdió su tierra por medios legales o extralegales, de modo que lo que una vez fue su patria ya no lo es. Se da la violación y la violencia en cuanto al idioma: el que fue tu idioma y el de tus antepasados ya no es aceptable, así que es ilegítimo y, por lo tanto, tú eres ilegítimo. Las formas y formulaciones culturales, las sensibilidades y la estética se rebajaron, descartaron, desacreditaron o deslegitimizaron; en otras palabras, se hicieron inaceptables. La violencia contra tu trabajo radió en no recibir un sueldo justo, ya que desde muy temprano hubo sueldos segmentados para mexicanos, negros y blancos.
El catolicismo para nuestra gente que era católica fue y sigue siendo una fusión de múltiples elementos: el europeo, los de varias culturas indígenas y el africano. Así que aunque la iglesia católica envió sacerdotes nuevos y continuamos practicando religión, no lo era necesariamente de un modo al que estuviéramos acostumbrados y que tuviera sentido para nosotros.
Desde mi perspectiva, seguimos viviendo esa violencia. No ha sanado. Vivimos con las consecuencias de esa violencia. Para poder superarla tenemos que aceptarla, reconocer su realidad y su significado para todos nosotros.

Desde el siglo XIX la experiencia histórica ha sido un esfuerzo por borrar nuestro idioma con el transcurrir del tiempo. Seguimos sin tener la tierra en su mayor parte. Las guerras culturales que vivimos cotidianamente siguen de múltiples maneras. Así que todos vivimos con esas realidades sin importar la posición que ocupemos en la sociedad.
Para la gente de origen o ascendencia mexicana, el vivir esas realidades significa afirmar constantemente, como individuos, como familia, como colectividad -- como un pueblo, su historia -- su idioma y su cultura. Es una lucha diaria y constante.
Podemos establecer una analogía del fin de la guerra de Estados Unidos contra México con el de la conquista europea de las Américas. De hecho, es una continuación del mismo proceso. En un periodo muy corto se alteraron, modificaron e invirtieron totalmente vidas, culturas, idiomas, modos de ganarse el sustento, gobiernos, estructuras y modos de ser de los pueblos que ocupaban esos espacios. Se alteró y modificó totalmente todo lo conocido. Tuvo uno que rehacer, reformar, recurrir, recrear, establecer y reafirmarse a sí mismo ante y con el peso de las estructuras institucionales, sociales, políticas, económicas y culturales que intentaron negar o borrar todo lo que alguna vez fue.

Creo que sólo se logra al reconocer finalmente la existencia y el significado de dicha violencia en nuestras vidas, en las vidas de nuestras familias, en las vidas de nuestras comunidades y en la vida de esta nación. Hasta entonces podremos dejarla atrás. Sin embargo, creo que eso no es algo que necesariamente hemos intentado hacer. La curación no existe hasta que no se cure en su totalidad un cuerpo. No puede curarse parte del cuerpo, tiene que curarse todo. Si vemos la nación como un cuerpo, entonces sigue enfermo, no está muy sano.
Todas estas negaciones, esfuerzos por silenciar, despojos y desplazamientos tienen su raíz en la violencia. Siguen en la violencia. Tal vez ya no sea una violencia física, pero existe y sigue existiendo violencia psíquica, violencia espiritual y violencia psicológica, así como violencia económica. La pobreza es una muy violenta realidad. Continuamos viendo varias manifestaciones de esta violencia, pero al mismo tiempo continuamos viendo que el pueblo se resiste. La resistencia de la que hablé anteriormente continúa.

Si queremos entender la guerra, no sería al juzgar quién tuvo o no la razón. Desde mi perspectiva, creo que lo que nos llevaría a otro plano de entendimiento es el reconocimiento, la aceptación de la realidad de la violencia arraigada en el desarrollo y en el establecimiento de la democracia y la forma en que todos vivimos con las consecuencias de esa violencia. Esa violencia deshumaniza tanto a quienes la perpetúan como a quienes la sufren. Así que en ese sentido, todos estamos deshumanizados.

¿Cómo podemos, como pueblo, comenzar a sanar las heridas causadas por la guerra y sus secuelas?

Creo que sólo se logra al reconocer finalmente la existencia y el significado de dicha violencia en nuestras vidas, en las vidas de nuestras familias, en las vidas de nuestras comunidades y en las vidas de esta nación. Hasta entonces podremos dejarla atrás. Sin embargo, creo que eso no es algo que necesariamente hemos intentado hacer. La curación no existe hasta que no se cure en su totalidad un cuerpo. No puede curarse parte del cuerpo, tiene que curarse todo. Si vemos la nación como un cuerpo, entonces sigue enfermo, no está muy sano.

Todos estamos interconectados y esta nación, este país no podría ser lo que es sin todos nosotros. Sin embargo, la conexión no se hace o no se hace con frecuencia. He hablado de la violencia, pero más allá de esa violencia, pudiéramos comprender la manera en que todos estamos interconectados, aunque algunos hayamos sido de los subyugados y otros de los opresores. Todos estamos interconectados. Tus privilegios se apoyan en mi trabajo y mi trabajo en el de alguien más. Estamos conectados. Todos formamos parte de esa tela que es este país. Para mí, como maestra e historiadora, es importante brindar una base para que los estudiantes vean y comprendan esas conexiones.

Para mí, lo que implica la curación es enfrentarse y confrontar la realidad. El idealismo que estuvo presente en la fundación de este país y en ese magnífico documento que es la Carta de Derechos y la Declaración de la Independencia, dicho idealismo también se compró con el trabajo de alguien. Para la mayoría de los suscritos de esos documentos, se compró con el trabajo de los esclavos y con el despojo y genocidio de las poblaciones indígenas.
Sigue presente ese idealismo. Yo soy muy idealista y creo que ya lo saben, quiero que funcionen esos principios. Sin embargo, también está presente la realidad de esa explotación y opresión y todo lo que conlleva.

Quienquiera [sic.] que seamos y cualquiera que sea la nación a la que pertenezcamos, ya sea México, Estados Unidos u otra parte, somos contradicciones de conflictos y contradicciones de historias. Nuestros yoes raciales, étnicos y culturales son, efectivamente, una fusión increíble de indígenas, africanos, europeos y asiáticos. Claramente, somos, al mismo tiempo, todos esos elementos y todas esas historias.

Desde mi punto de vista, si encaramos con honestidad esas realidades, hacemos causa común con otros que son diferentes a nosotros, ya sea por raza, género, orientación sexual o ingresos. Cualesquiera que sean esas diferencias, comenzamos a vernos como parte de la familia humana y comenzamos a ver que mis acciones te afectan y viceversa. Me parece que esa humanidad es una buena base; es una disposición a ser humanos uno con el otro, sin importar quién sea el otro, de verse uno mismo en el otro y querer hacer lo justo con ese otro. A mí me parece que ésa es la base del cambio. Es una base que cambiará la forma en que tratamos a la tierra. Creo que la maltratamos de la misma manera en que nos hemos maltratado mutuamente.

¿Qué cree que está en juego si no lo hacemos?

¿Qué está en juego? La continuación de la guerra, la continuación de la acrimonia, la rabia, el rencor, la desconfianza y el odio en base a los mismos problemas.
Tal vez el reconocerlo, y el aceptarlo no lo cambie inmediatamente; pero creo que ofrece una mayor posibilidad de cambio que no hacerlo. Porque para mí, de no ser así, la alternativa es la de seguir como hasta ahora: hablar sin vernos, culparnos mutuamente y rechazar la aceptación de responsabilidad.